Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

Mi Don Juan

Capítulo uno: A la caza.








Eran las cinco de la madrugada y allí seguía Cristina, con la misma postura y la misma sonrisa estúpida que puso después de estar hablando un gran rato con Alberto. Se conocieron en un página para conocer a tu "alma gemela", aunque más bien lo que buscaba la gente era un buena noche y nada más.
Muchas veces Cristina andaba en aquella web asta altas horas de la noche hablando con chicos y compartiendo fotos entre ellos, pero sin duda aquel joven había capturado su corazón en tan solo dos horas. Hablaban alegremente sin aburrirse uno del otro, sin silencios incómodos, bueno, uno si.
Alberto: ¿Crees que algún día podremos vernos?

Hacía bastante tiempo que aquella pregunta se había plantado delante de la pantalla de su portátil, y no sólo en el portátil si no que en su cabeza también. ¿Podrían? Querer es poder, y estaba más que claro que ella quería pero... no debía.
Cerró sin querer la pantalla del portátil, sin querer de dejar de hablar con el y repetirle lo payaso que era y las cursilerías que llegaba a decir, pero no podía evitar esa pregunta, no podía hacer como si no estuviese delante suya y cambiar de tema, simplemente no podía.
Dejo el portátil en su escritorio y se metió en la cama intentando dormirse sin tener esa pregunta rondando por su mente. Algo que le fue realmente imposible.
Misión fallida.

A la tarde del día siguiente en otro lado de la misma ciudad...

- Venga levántate- La dijo por enésima vez Elsa a su amiga Sandra.
- Que no, y no insistas- Se subió las sábanas asta el cuello, ignorando completamente el calor abrasador de aquel día de verano.
- No seas pesada ¿Vale?- Se cruzo de brazos ya enfadada.
- No, no seas pesada tú, acaso no entiendes que lo único que quiero es... es...- Y entonces se llevo las dos manos a la cara y empezó a lloriquear.
Llevaba ya una semana encerrada en su casa, el primer día se ausento por estar enferma, pero al cabo de los días esa escusa empezó a flaquear ante los ojos de Elsa, que ya se temía lo peor.
No quería salir, no quería hacer amigos, no quería ni siquiera ser feliz.
No quería nada sin él.
¿Sin quién? Sin el capullo de su ex novio. Y entonces volvió a llorar, por que le dolía demasiado a su corazón que no fuera suyo, por que le quería para ella, porque... ni siquiera supo como fue capaz de hacerla eso.
- Venga tienes que salir de estas cuatro paredes, tienes que sonreír, tienes que hacer frente a la situación San. O pretendes huir de los problemas, ¿Pretendes estar encerrada en estas cuatro paredes toda tu vida?- Siguió cruzada de brazos, a los pies de su cama.
- Quiero que te vayas- En un acto rápido se deshizo de la sábana y se sentó apuntándola con el dedo índice.
- Primero contéstame- Respondió con cara seria.- ¿Donde estaba esa amiga fuerte y luchadora?
- ¿Quieres saber donde esta?
- ¡Si!- La gritó exasperada por aquel comportamiento.
- Pues...- Lo pensó, y de nuevo volvió a llorar- Pues se fue ¡vale!, no se ha donde ni con que permiso, pero se fue, por que estaba cansada de hacerse la fuerte. ¡Que digo! por que estoy cansada de todo, de mi mierda de vida.
- Y lo entiendo...
- ¡¡No!!- Gritó fuertemente interrumpiéndola antes de que continuará- No digas que lo entiendes, por que no lo entiendes. No eres tú la que esta aquí, no es a ti a quien han dejado ¿Vale?, así que no digas que lo entiendes.
- Mira San- Se sentó a su lado- Tienes razón, quizás no lo entiendo, pero si lo he vivido, ¿Y sabes que?, que mientras el capullo de tu...- pensó seriamente sobre como llamarle- mientras que ese sujeto esta por ahí divirtiéndose tu estas aquí, encerrada y llorando por un tío que no se lo merece. Por que el se lo pierde.
- No...- Negó con la cabeza duramente y seguido mientras que las lágrimas no daban paso a sus palabras- En eso te equivocas- Y más y más lágrimas- Yo soy la que me lo pierdo- Dijo al final, agachando la cabeza.
-Ey...- la sujeto la barbilla elevando su cabeza, intentando ser menos dura con ella- mira esto es lo que vas ha hacer. Ahora mismo te vas a ir a la ducha vas a cojer lo primero que pilles y nos vamos a ir juntas a una fiesta que me han invitado.
- No... déjalo, te han invitado a ti. Pásate lo bien- Se volvió a tumbar
- He dicho que si- Sonó rotunda- Y ya esta venga- La agarró del brazo obligando la a moverse y la metió en el baño- Date prisa y no tardes mucho.
Elsa se sentó en la cama, aproximadamente tres cuartos de hora, lo que Sandra utilizó para arreglarse.
le rompía el corazón ver a su amiga yendo de un lugar a otro con las lágrimas en su moflete.
Parecían no acabarse nunca.
- Ya- Dijo mirándola fijamente, con aquellos ojos humedecidos y rojos aún.
- Ahora tienes que sonreir- estiro sus mofletes- así estas más guapa.
- Si ya.
- Deja esa actitud negativa- La dio un codazo mientras salían por la puerta.

el mismo día, a la misma hora pero en otra ciudad...

- Venga, pasar pasar- Les invitó su tía Margarain. 
Al parecer los padres de Cristina habían echo planes con la familia sin contar a los pequeñajos. Es más, esa misma mañana fue cuando Cristina se entero de que iba a pasar todo el fin de semana en la casa de su tía, algo que no le hacia demasiada gracia. Aunque lo que menos le hacia gracia es que no había ningún ordenador, bueno... ningún ordenador para ella.
No es que no le guste ver a su familia, es sólo que allí no había nada que hacer y encima para colmo hoy era aquella fiesta a la que tanto ansiaba asistir. 
Maldita sea al parecer todo iba en su contra.
Ahora lo único que le quedaba eran aquellas 48 horas para pasarlas con la perra de su tía. Pobrecita. No ella si no Nala, la perrita.

- Pero venga, daros prisa- Les daba golpecitos en sus espaldas Margarain.
Después todos se saludamos y ella rápidamente cojió a Nala, antes que pasar otro rato más escuchando aquella conversación sobre aquellas jóvenes irresponsables que se embarazaban a los 16. Vale que ella no estaba de acuerdo, pero cada uno tiene su vida y unas consecuencias a las que hacer frente, así que, que las dejasen en paz, ellas eran libres para embarazarse a la edad que querían ¿Por que entremeterse en la vida de los demás?
Se tumbo en el sofá con ella, esperando que pronto le atacará el sueño y todo fuera más deprisa.

Ese mismo día, a la misma hora pero en otra ciudad...

- Ya me estoy arrepintiendo de haber venido- le contó Pedro a Alonso.
- ¿Por?
- Imagínate que viene, sólo imaginate lo- Supuso.
- Pues entonces no pasa nada, tú a tú rollo y ella al suyo, yo no se donde le ves la complicación.
- Si claro- Puso cara de dolor- Es fácil decirlo cuando uno no esta enamorado.
- ¿Enamorado?- Se quedo perplejo ante aquella estupidez- Tio de enamorado nada, fuiste tu quien corto con ella.
- Lo se vale, pero lo hice por su bien.
- Y una mierda, lo hiciste por que ahora te siente culpable.
- joder... para que tener enemigos teniéndote a ti- Dio una palmada a la espalda de su amigo.
- Tio es que es verdad, no haberte enrollado con la Jenny si tenías novia.
- Mira que no creo que seas el más indicado para hablarme de cuernos- Le indico con el dedo índice.
- Lo se, pero yo al menos no la querría.
- ¿A quien?
- A ninguna- Y echo a reírse, asta que la vio. Los ojos de ella se posaron en los de el durante un segundo, sólo un segundo, y fue sin duda el segundo más largo de su vida. Ella, vaya, ella era realmente guapa, con su pelo avellana con reflejos rubios y sus ojos verde pardo. Definitivamente ella era la caza de hoy día. Y entonces torció la mirada un poco a la derecha y allí la vio, a la ex de Pedro- mmm.. Pedro.
- ¿Qué?- Le pregunto molesto.
- Creo tu ex esta aquí.
- ¡¿Como?! Joder, mierda, me largo ¿Vale? ya mañana nos vemos.



- Tia, como va a estar aquí Pedro- Dijo Elsa a San.
- Cómo lo oyes, le he visto irse hacia esa dirección- Señalo a la puerta.
- Pues debes estar equivocada. Anda vayamos a divertirnos que por eso hemos venido aquí.
- Ey hola- las saludo el cumpleañero.
- Hola- Dijeron las dos al unísono con una sonrisa en la cara, la verdad es que Rub era bastante guapo.
- ¿Qué tal os lo estáis pasando?
- Pues acabamos de llegar- Indicó Elsa.
- Anda venir, que os llevo donde las bebidas- Agarró de la mano a San y San a Elsa.
- Pues aquí es- Dijo sofocado con los dos primeros botones de su camisa desabrochados.
- Bonita cocina- Apunto San.
- Que va- Se apoyo Rub en la encimera- Para bonita tu- Esbozó una sonrisa.

O era Elsa que estaba loca, o estaba entremedias de un ligue
- Bueno yo... me voy a llenarme el vaso- Dijo Elsa, una vez que lo lleno y se giro ellos ya no estaban ahí. Arrastro una silla hacia atrás y se sentó. En verdad ella no era mucho de fiestas, no solía ser la que salía a la pista y lo daba todo, de eso ya se encargaban sus dos amigas San y Cris, ellas eran las que la animaban. Era raro tener que ser ella la que animase.
Se sentía insegura bailando por que ni siquiera se calificaba como una chica sexy, o simplemente bonita.
- ¿Divertida no?- Dijo una voz masculina al lado suya sacándola de sus pensamientos. Al parecer un joven bastante guapo se había sentado en frente suya sin darse cuenta. Le miró de nuevo - sí, bastante guapo,pensó- pero no le daba buena pinta, sin duda era demasiado... demasiado egocéntrico y se notaba en los gestos de su cara que también caprichoso con las mujeres. -Tanta guapura desperdiciada, vaya,- pensó ella.
- El que- Dijo mirando la mesa.
- La fiesta- Y Elsa giró un poco su silla para mirarle cara a cara.
- Si- Mostró una sonrisa falsa.
- Alonso- Le estrecho la mano- Encantado- e hizo una reverencia.
- Elsa, encantada- Y se rió con naturalidad.

Pasó algunos minutos y aquellos dos seguían sentados, pero sin hablar, ella recorría con sus ojos la cocina, cada centímetro, cada objeto, mientras tanto el la miraba embobado y nervioso.
- ¿ Qué tal?- La preguntó por decir algo.
- Bien ¿tú?- Le miró, algo que bloqueó a Alonso, su mirada era tan intensa.
- Si, bastante bien también.
- Me alegro- Dijo ella volviendo sus ojos a la cocina.
- Yo también- Murmuro él.

El silencio se hacia cada vez más permanente, la verdad es que Elsa tenía ganas de cojer a su amiga y salir de aquella fiesta de raritos.

- ¿Que tal?- La preguntó de nuevo aquel Alonso con una sonrisa estúpida plasmada en la cara.
- Bien- Se rió- ¿Tú?
- Bien también- Logró decir sintiéndose estúpido.
- Okey- Contestó esta vez más borde, esperando que se fuera.

Pero no se fue, siguió allí, con aquella sonrisa de estúpido que había plantado en su cara desde el minuto uno que pudo estar con ella a solas.

- ¿Que tal?- La volvió a preguntar después de diez minutos en silencio. A lo que ella suspiró, si, la verdad es que había mucho rarito en esa fiesta.
- Pues bien fíjate- y le miró cansada, aunque no supo bien por que soltó una sonrisa, igual o incluso más estúpida que la que tenía él en su rostro.- Oye... ¿Me estas vacilando?- Preguntó sin más.
- No, sólo quería seguir oyendo tu voz- Egocéntrico pero dulce.
- ¡Oh!- Fue lo único que se le ocurrió contestar mientras se sonrojaba.

Entonces una chica demasiado borracha se puso entre medias de los dos, miró a uno luego al otro y comenzó a reírse.
- ¿Por que no os liáis ya?- y siguió riéndose  mientras salía de la cocina.
- ¿Quieres que salgamos fuera?- Preguntó Alonso a Elsa. Y entonces, todo se fue a la mierda ¿Dulce? Ese sabía muy bien su estrategia.
- Me voy ¿Vale?- Sonó un poco más brusco de lo que quiso. Agarro su bolso y se dispuso a salir de la fiesta justo cuando vio como su amiga, San, estaba gritando a Pedro muchas cosas y a una velocidad impresionante, a veces se le escapaba un grito ahogado y le pegaba en el pecho con su palma abierta. Al principio la mirada de Pedro transmitía rabia por cada veta, pero más tarde agacho la cabeza arrepentido de algo.
Elsa subió las escaleras, queriendo cortar aquel espectáculo que todos los invitados estaban presenciando en silencio y se hizo pasar entre el gentío.
Cuando llegó allí arriba, en la segunda planta todo se veía más claro. Ahora podía entender ella por que San chillaba con tanta rabia a su querido ex.
- Ven, vayámonos- Tiró de su brazo intentando llevársela, aún conociendo lo terca que era su amiga.



Capítulo 2: Te echado de menos




-No- Se zafo ella de su agarre y se dirigio hacia Rub, el cumpleañero. Se agacho y murmuro algo como "vaya bruto" mientras acariciaba el rostro de Rub y observaba su sangre.
- Vale entonces, veniros los dos- Dijo casi sin pensar.
- No- Giro San su cara para mirar la ahora a ella- Ves tú, yo me quedo a ayudarle.
En ese preciso momento Pedro agarró su camisa e intetó salir de allí a empujones. 
Elsa le miró, asegurandose de que se marchaba y podría dejar a su amiga allí.
- De acuerdo- Asintió-Mañana nos vemos- Bajo las escaleras deprisa provocando que la masa de gente que estaba allí parada siguiesen bailando al ritmo de la música. 
Elsa como Pedro intentó hacerse camino, asta que literalmente alguien se interpuso en él con una sonrisa de oreja a oreja.
- Entonces... ¿Vamos fuera?- La preguntó de nuevo aquel chico de cabello moreno y ojos negros, pero no un negro cualquiera, era un negro atractivo, uno que te pedía a gritos tirarte a sus labios rojos rojos.
- No- Dijo esta vez incluso más borde que la anterior.
- Venga ven- La sujeto de la mano y la atrajo hacia él.
- He dicho que no- Retiró su mano, escapándose de él y su mirada.
- Ya, lo se- Dijo, extendiendo su sonrisa aún más- Pero es que no admito un no por respuesta.
- Pues siento decirte que esta vez, te va tocar aceptarlo- Y se separó de él para intentar salir de aquella casa, ni siquiera ella se quería alejar de sus ojos. 
Se sentía como una loca pensando en besar a aquel extraño. Pero esa era la realidad, aunque fuera un poco rarito aquel tipo, tenía algo... algo que le gustaba demasiado.
- ¿Y donde pretendes ir?-  Casi chilló mientras la seguía por detrás.
- A mi casa.
- ¿A tú casa?- Dijo una vez fuera de la casa, pudiendo hablar sin chillar.
- Si a mi casa- Se paró Elsa, intentando encontrar su móvil en su bolso para llamar a alguien que la pudiera recoger.
- Todavía es muy pronto- Susurró él.
- Lo se, pero me aburro- Abrió la tapa del móvil.
- Espera- Cerró la tapa del móvil- Si lo que quieres es irte yo te puedo llevar- Sus manos siguieron encima de la tapa del móvil.
- No hace falta, no tienes por que hacerlo.
- Pero es que quiero hacerlo- Dijo cogiendo definitivamente el móvil y dejándolo en su lugar de origen.
- Bueno... vale- Dijo no muy convencida. Él con aquella sonrisa estúpida empezó a andar hacia su moto, y ella le seguía por detrás - Oye espera- Se paro e hizo parar a Alonso.
- ¿Qué?- Se le borró cualquier rastro de sonrisa.
- No serás un violador ni nada por el estilo ¿No?- Dijo dando un paso atrás. 
Al principio se pudo notar la sorpresa del chico en las facciones de su rostro, pero más tarde sonrió maliciosamente y dio un paso hacia la joven.
Elsa temerosa se quedo parada, ¿De verdad aquel hombre era lo que ella dijo ser? 
Sí, vale tenía cara de ser un capullo sin escrúpulos, pero... ¿De violador?
Mientras los pensamientos fluían por su cabeza, Alonso siguió acercándose lentamente aa ella sin borrar de su rostro aquella sonrisa.
Se acerco tanto, que incluso pudo notar como chocaba la respiración agitada de Elsa en sus labios, produciendo le un frenesí incontrolable.
Pero se tenía que controlar, es más, antes de acercarse a ella se prometió no dejarse llevar por el deseo.
El mismo deseo que poco a poco se intensificaba en su interior por tener a aquella chica hermosa en su cama.
La miró a los ojos, y con los dedos de su mano acarició su rostro.
Recogió a algunos mechones rebeldes que se encontraban posados en sus pestañas, y lentamente se acercó a ella.
Elsa cerró sus ojos, esperando un beso que no llegaba y se hacia cada vez más sufrible la espera, asta que unas palabras comenzaron a oírse cerca de su oreja y ella abrió los ojos rápidamente.
- Sólo soy un chico que quiere enamorar a una chica- Susurró sensualmente- No pienso obligarte a nada- Continuo susurrando cerca de su oído, después de lo dicho se separó para mirarla cara a cara- Por que serás tú- Poso un dedo encima de sus labios- la que me pida que te bese.
Después se alejo, con una mejor sonrisa, incluso mejor que las otras tantas.
Ella impresionada se quedó parada, viendo su caminar y la forma tan extremadamente atractiva que tuvo para girarse y mirarla fijamente a los ojos. 
Supo que en cualquier momento y si seguía mirándola de aquella forma, llegaría el punto en que se le olvidase respirar.
- ¿Vienes?- La indico con su mano en vilo.
Ella asintió con la cabeza y tomo su mano.

Mientras tanto minutos después en aquella fiesta...

- Lo siento- Repitió por cuarta vez San mientras curaba la herida de Rub.
- No pasa nada, tranquila- Tomó la mano libre de San.
- Si, si pasa- Se sintió más culpable- Es tu cumple y te he destrozado la noche- Agacho su cabeza.
- Eh, no digas eso vale- La tomó de la barbilla -Todavía puedes hacer una cosa para arreglarlo- Dijo acercándose a ella, o más bien a sus labios. 
Pero justo en el momento en el que por una milésima de segundo se tocaron ella instantáneamente se separó.
- Yo...- Comenzó a decir nerviosa mientras se levantaba de la silla patosamente y dejaba el algodón en la encimera- Yo... no puedo Rub.
- ¿Es por el tipo ese?- Dijo cabreado, y no por su rechazo, si no por el dolor que aquel hombre provocó en ella.
- Si- se giró para mirarse cara a cara.
- ¿Quien es? -Preguntó curioso.
- Mi ex- Soltó una sonrisa de suficiencia.
- Pues que sepas que es una mierda de ex- La tomó de la mano haciéndola sentar en la silla.
- No creo- Le sonrió- Así son los ex.
- No que va- Esbozó una sonrisa- Si yo fuese tú ex te compraría ramos de flores enormes todos los días, te mandaría mensajes a la una de la madruga para desearte dulces sueños. Si yo fuese tu ex te diría todos los días lo mucho que me vuelves loco y cortaría el césped de tu jardín de forma que quedará un claro "te quiero".
- Te equivocas- Le cortó ella- Eso es tarea de los novios.
- Ya, pero es que si fuese tú ex, haría cualquier locura para recuperarte.

Se miraron, devorándose con la mirada. Por que a veces no hacen falta besos para sellar las palabras. A veces no hace falta los besos para demostrar el deseo.
Por que una mirada vale más que mil palabras.
Y ellos, se comían con la mirada.

En otro lugar de la ciudad...

- Pues ya esta- Apagó el motor de su moto. Mientras tanto ella seguía con los ojos cerrados y agarrada fuertemente a Alonso, y no por que tuviera miedo a las motos ¡Que va! en eso ya tenía experiencia pero... quería tener cualquier escusa para seguir agarrada a él. Acaparando su olor.- Ey, ¿Te has quedado dormida?- Movió su mano.
- No- Puso sus pies en la tierra- Sólo estaba mareada, conduces a mucha velocidad- A lo que él se rió irónicamente. - ¿De que te ríes?
- De ti- Se sincero.
- Eres un idiota- Y antes de dar un paso hacia su casa, él la sujeto de la cintura atrayendo la hacia el.
- ¿No vas a pedirme el beso de buenas noches?- Pusó sus morros.
- ¡Ni muerta!- Se deshizo de su agarre y camino hacia la puerta de su casa.
- ¡Mañana nos vemos!- Grito el mientras daba arranque a la moto.
Cuando Elsa se giro para contradecirle él andaba ya bastante lejos.


A la mañana siguiente en casa de San...

- Tienes muchas cosas que contarme- Dijo Elsa a penas al entrar.
- y tú también- Se sentó en la silla y siguió comiendo su desayuno.
- ¡Oh si vaya! un montón- y se rió irónicamente.
- A que te suena una moto.
- A nada- Mintió.
- Venga anda cuéntame- Pegó un mordisco a la galleta.
- Primero tú y después yo.
- Bueno, no hay muchos más que contar de lo que viste- Dijo triste- Estaba pasándomelo realmente bien con Rub y me invitó a subir a su habitación- Se encogió de hombros.
- ¿A su habitación? Estas loca o que- Se exalto- Ni siquiera le conocías de un día y... ¿tan pronto aceptaste?
- No íbamos ha hacer nada de lo que piensas, sólo quería enseñarme yo que se que cosa...
- Ingenua- Murmuró cortándola.
- Para ya- Desvió su mirada de su tazón de leche a los ojos de Elsa- ¿Continuo o vas a seguir en ese plan?
- Sigue.
- Bueno y entonces al abrir la puerta... Bueno ya sabes. Estaba allí Pedro- Sus ojos comenzaron a humedecerse.
- Ya, pero él estaba...
- Si lo sé- La interrumpió- estaba con otra en la cama ¿Y que? Total el ya es libre para hacer lo que quiera, así que...
- Ya pero es que...
- Nada- La volvió a interrumpir.
- ¿Y entonces? Por que Rub salió perjudicado.
- Simple, el con la mente igual de sucia que tú se pensaba que íbamos a su habitación para hacerlo, y se lió a golpes con Rub, menos mal que los paré pronto.
- No lo entiendo- Contestó Elsa después de haberlo analizado.
- ¿El que?- La miró.
- ¿Por que se tendría que cabrear si ya no estáis juntos?
- Nose, ya sabes el refrán: No come ni deja comer.
- Que raro es todo eso.
- Ya- Y de pronto saco una sonrisa de algún lado y pregunto- Bueno ¿Y tú qué?- Se levantó de la silla y recogió todo el desorden que había formado.
- Conocí a un chico, un poco rarito pero es bastante guapo, dijo que nos veríamos hoy pero... No da señales de vida.
- Bua- Puso cara de decepción- Y no paso ¿Nada?
- ¿Que quieres que pase?- Preguntó mientras la seguía por el pasillo.
- No se- Dijo irónicamente- ¿Quizás un beso?- levanto la mano con desdén.
- Ni loca- Negó rotundamente con la cabeza, obviando el posible beso que pudo haber.
- Pobre chico- Y empezó a reírse escandalosamente.

A la tarde del siguiente día en otra ciudad...


Después de asegurarse de que todos se encontraban dormidos en sus camas, subió las escaleras de cuclillas sin querer hacer mucho ruido. Encendió el ordenador y después de conectarse al Tuenti hay estaba él. Antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa hay estaba la conversación que tuvieron hace dos días en la pantalla del portátil de nuevo, y como no, también en su pensamiento.
Lo pensó seriamente.
Pensó las ventajas y las desventajas.
Lo que le podría ocurrir, tanto lo bueno como lo malo. Y después y como siempre, decidió no arriesgarse, no conocer a otro amor que pudiera destruirle el corazón. Decidió evitar que la hicieran daño.
Y cuando miró de nuevo a la pantalla se veía una clara contestación.
Cristina: No.

Lo que ella no sabía es que el destino tenía otros planes para ella.

Mientras tanto en otra ciudad...

Estaba sentada, y además cabreada, realmente cabreada. Era un fastidio todo aquello.

Ella y San habían quedado en el mismo lugar de siempre y a la misma hora y como siempre con su habitual manía de llegar tarde a todos los lados y hacer esperar a la gente. Quizás si hubiese sido otro día ahora seguiría contenta, pero hoy, no, ¿Porque? Sencillo, No podía quitarse de su mente a aquellos ojos negro tan atractivos que vio hace dos noches, aunque por no quitarse, no se quitaba ni su sonrisa, ni su cabello, ni siquiera era capaz de olvidar su forma de acercarla a el.
Desde que se despertó esta era más de la quinta vez que estaba pensando en aquel chico, y no lo entendía, no lo entendía por que sólo había pasado un día con el. ¡Bueno que digo! ni un día, sólo con unas cuantas horitas la basto para no dejar de pensar en él.
Pero eso no era lo peor, lo peor era que no soportaba pensar en él, que no quería, ni podía, ni debía.
Aquellas cosas nunca le salieron bien, solía ser más de la que amaba en silencio, de que las era correspondida,  y no culpaba a nadie por ello, ella estaba acostumbrada. Y de repente ¡BAM! aparece un chico que la quita el aliento con tan solo un mirada, que cuando la habla no piensa en otro cosa que sus labios, y entonces... bueno entonces todo se vuelve un lío.
Literalmente un caos. Por lo menos a lo que respecta con su vida.
Por que aquello no era buena idea, es más para nada que era buena idea.
Mientras tanto los minutos transcurrían y San seguía sin aparecer.
No sabía bien que hacer si cojer su bolso e irse de allí o esperarla un poco más.
Lo meditó, y así misma se dijo Sólo cinco minutos, sino viene me voy...

Entonces el destino, la suerte, o cualquier otra fuerza sobrehumana decidió entrometerse en su vida, y justamente antes de que su paciencia se colmará alguien le tapo los ojos.


- Te echado de menos- Susurró en su oído, provocando que un escalofrió recorriese toda la nuca y que asta el último poro de su piel cobrase vida propia.

Capítulo 3: mentiras, sorpresas y amor


Se puso nerviosa ¿Qué se supone que se tiene que responder en estos casos?
No lo sabía y tampoco tenía cabeza para pensar en nada. Asta ahora no se había dado cuenta de ese aroma que la envolvía ¿Podía haber algo de él que no le gustará?
Era realmente fastidioso que alguien te hable y no puedas pensar en nada más que en su belleza.

- ¿Que haces aquí?- Soltó lo primero que se le paso por la cabeza, mientras el rodeaba el banco para mirarse cara a cara.
- Buscarte, que otra cosa más puedo hacer- Esbozó una sonrisa torcida, la mejor.
- Y ahora que me has encontrado... ¿Qué quieres?- Se hizo la dura.
En respuesta él le tendió la mano y ella la aceptó levantándose del banco.
- Podríamos dar una vuelta juntos ¿Que te parece?- Propuso.
- No- desquitó su mano de la suya.
- Y que te parece tomar algo juntos.
- Tampoco- Se agacho para recoger el bolso.
- Que me dices de sentarnos y hablar.
- No- Respondió impasible como las demás veces, sólo que a diferencia en esta ya estaba preparada para irse.
- Espera- La sujeto del codo con un rostro bastante doloroso. Ella se giró y entonces sin quererlo ni pensarlo le miró a los ojos. Y todo volvió a suceder. El tiempo se paró y todo lo que estaba a su alrededor dejo de tomar importancia. Dejo de tener importancia que no le hubiera visto ayer, dejo de tener importancia aquella promesa que se hizo así misma de no volver a entrar en el juego del amor.

En esos momentos en el que una mirada te deja sin aliento, todo, absolutamente todo deja de tener importancia.

- Conoce me- Prosiguió, observando la sorpresa en el rostro de Elsa- Si ya sabes, conoce me, no pierdes nada- Suplicó.
- ¿Y si lo que conozco no me gusta?- pensó y dijo en voz alta. Y es que en verdad su mirada y sus labios habían captado tanto su atención que no se le ocurrió pensar en nada más, asta ahora.
- Entonces, no pasa nada. Pero no me descartes tan rápido- Siguió suplicando.
- De acuerdo, demos una vuelta- Ofreció dando un paso al frente. Y el simplemente asintió.
Dieron juntos varios pasos, ninguno de los dos hablaba, Elsa ya era bastante tímida de por si, y Alonso se volvía bastante nervioso a su lado. Cada uno miraba a un lado diferente, con un sonrisa pegada en sus labios, con el brillo en los ojos.
Todo aquello era tan... tan extraño.
Ninguno de los dos sabía ni que decir ni de que hablar.
Y si no puedes decir tus sentimientos ¿Por que no cantarlos? Alonso se carraspeo la garganta e hizo parar a Elsa de golpe. Sacó su móvil del bolsillo y puso la canción que estaba revoloteando en su mente.
-  Uuuu uu uuuu uu uuuu uu uuuu- Se le notaba algo nervioso, la tomo de la mano, sin saber que haría cuando ella aceptará. Lo que si sabía es que la música siempre le había echo cometer locuras, bellas locuras.

-Si pudiera bajarte una estrella del cielo
 lo haría sin pensarlo dos veces
 por que te quiero, ay
 y asta un lucero-
 La miró a los ojos, estaba totalmente sonrojada, realmente todo aquello no se lo esperaba. La atrajo hacia el y de alguna que otra manera obligo a que moviera sus pies de forma que pareciese que bailaba al compás de la música con él.
- Y si tuviera el naufragio de un sentimiento
sería un velero en la isla
de tus deseos, de tus deseos-
Se le apagó la voz, no sabía si quiera si había rozado el límite de la locura de tal forma que todo aquello le parecía estúpido a ella. No le gustaba sentirse estúpido. Y justo antes de apartarse de ella apagar el móvil y pedirla perdón, ella prosiguió con la canción.
-Pero por dentro entiende que no puedo
 y a veces me pierdo- Intentó cantar con su mejor voz.
- Cuando me enamoro a veces desespero- Cantaban al unisono el estribillo.
- Cuando me enamoro,
cuando menos me lo espero, me enamoro
se detiene el tiempo, me viene el alma
al cuerpo, sonrío, cuando me enamoro- Se callaron, se miraron y dejaron de bailar, miraron a su alrededor, y la verdad es que era bastante sorprendente lo que el amor era capaz de conseguir, el amor era capaz de conseguir que un montón de gente dejará sus ocupaciones, detener los, detener la vida, detener el reloj, incluso detener el odio.
Un montón de gente se encontraba rodeando les, a ellos dos y a aquella fuente que estaba a su lado mientras bailaban. Todos ellos comenzaron a aplaudir, sonrojando a Elsa. Y cuando todo se pensaba que ya había acabado, alguien, en algún lado de toda esa gente siguió con la letra.
- Si la luna sería tu premio
yo juraría hacer cualquier cosa,
por ser su dueño, ay, por ser tu dueño- Y callo.
Si en tus sueños escuchas el llanto 
de mis lamentos, 
en tus sueños no sigas dormida, 
que es verdadero, ay, 
no es un sueño, no - Canto un muchacho acercándose lentamente a la chica anterior que cantó.


Mientras tanto, entre tanto y tanto, Elsa y Alonso se encontraban parados y agarrados de la mano, sin poder parar de mirarse, hacían tan buena pareja juntos. Eran tan diferentes.
Quizás no sea un capullo, pensó Elsa para sí misma, intentándose convencer.
Quizás a ella si la pueda llegar a querer, pensó Alonso para si mismo, con esperanza.


Pero el encanto del hechizo se deshizo al sonar el móvil de Elsa con su habitual tono de llamada, haciendola volver a la realidad. Pudo respirar, respirar como una no enamorada.
Fastidiosa metió su mano en su pequeño bolso y cuando vio de quien era la llamada maldijo en voz baja. No se había acordado de ella en todo este tiempo
- Me voy a contestar ¿De acuerdo?- Le dijo a Alonso.
- Si ves, no pasa nada- Soltó una sonrisa de suficiencia.
Ando, ando asta dejar todo aquello bastante atrás. Tanto, que ella no parecía ser la protagonista de todo aquello.
- ¿Hola?- Contestó, fingiendo no saber quien era.
- Como que hola, ¡No estas en el sitio que hemos quedado!- Gruño una voz femenina al otro lado de la línea.
- Ya lose, tranquila. Es sólo que he tenido ciertos planes improvisados.
- ¿Planes improvisados? A que te refieres con eso.
- Lo siento- Sonó una voz detrás de Elsa, y ella sabia bastante bien quien era, le dijo que volvería aunque se había estado pensando el volver, por que volver significaba arriesgar, arriesgar su corazón.Tapo el micrófono del móvil contra su pecho.- Lo siento por interrumpir la llamada, también lo siento por lo de hace un momento- Dijo volviendo la mano atrás, para referirse a lo del baile.- Ha sido realmente patético- Froto su mano en la nuca.
- No digas eso- Se acerco y le acarició la mejilla- Ha sido lo más bonito que han echo por mi.
- No hace falta que lo digas por compromiso
- Ey- le dio un codazo- Lo digo muy enserio.
Las palabras se quedaron en el aire, Alonso se acercó a ella, aunque más tarde decidió que aquello no era buena idea. No iba a besar la, no sin antes de que ella se lo pidiese.
- Es para ti- Dijo, mostrando le un rosa.
- Muchas gracias- Esbozó una sonrisa.
- ¿Te gusta?- Preguntó sonriendo el también.
- Si, valla, es... bonita.
- No le mientas al pobre chico- Se escucho una vocecita a la espalda de Elsa.
- No le miento- Dijo sin voltearse, sabiendo que se trataba de Sandri.
- Entonces... no te gusta- Pregunto Alonso indeciso. A miles de mujeres las había regalado rosas y ninguna de ellas puso pegas. Eran sus favoritas.
- Si, si me gusta- Contestó Elsa.
- Pero no es su favorita- Volvió a entrometerse Sandra poniéndose a la altura de Elsa y sonriendo la.
Y entonces... cuando poso los ojos en Alonso se aterrorizó.
- Nos vamos- Agarro del codo a Elsa.
- ¿Por que tanta prisa?- Pregunto Alonso.
- Se quien eres ¿De acuerdo? Y no pienso permitir que tú también hagas daño a mi amiga- le respondió a la pregunta que verdaderamente Alonso quiso hacer.
- ¿Qué pasa aquí? No entiendo nada- Aclaró Elsa.
- Pues pasa- Continuo San- pasa que este chico es amigo de Pedro.
- ¿Eres amigo de Pedro?- Volvió su mirada a él.
- Si- Dijo serio él.
- Entonces no hay más que decir- Dio un paso atrás.
- Dijiste que me conocerías- Susurro lo suficiente alto para que lo oyera. Ella se paro antes de voltearse. Es verdad, lo dijo.
Pero que más daba...
- Tienes razón- Contestó Elsa- Pero... ¿Y si eres como todos?
- Dejame demostrarte que no- Intento convencerla él.
- No le hagas caso Elsa, vamonos antes de que te enrede- Siguió tirando ferozmente del brazo de Elsa.
- Por que no te vas un rato, preciosa- Respondió molesto Alonso.
- Por que no te vas un rato tu, chato- Equilibro la respuesta.
- San, dejanos solos- Pido Elsa
- Pero...- Iba a replicar asta que lo vio, nunca había visto nada tan claro en los ojos de su amiga. Ella era indecisa, era de las que decía "no" y luego se arrepentía de no haber dicho "si". Era imprevisible, por que tan pronto le parece bien algo como al minuto después le parece mal.
¿Antes de que la enrede? ¡Que va! ya se ha dado diez mil vueltas en la cuerda.
Por ello antes de girarse y irse dijo:
- Cuídate.

Mientras tanto en otra ciudad...

Se encontraba aburrida, aburrida y triste. Al parecer Alberto no se lo tomó nada bien y la lleno de preguntas, preguntas que no se atrevió a contestar, preguntas que se quedarón en el aire, o mejor dicho en la red.
Llevaba ya dos días en aquella casa y cada vez le parecía más aburrido aquel sitio.
Estaba hundida.
Tanto que decidió coger su chaqueta caqui favorita y salir de aquel aburrimiento. Ando sin rumbo, donde la llevará el viento. Ando tantísimo que pronto empezó a sofocarse y ha tener calor.
Y después de andar, pensar y dejar su rumbo al viento, se dio cuenta de que no tenía ni la menor idea de donde estaba. No lo sabía.
El viento, el viento, ¿Puedes parar de cometer estupideces Cris?, Se dijo a si misma.
Miró cada nombre de cada calle, por mirar miro hacia donde iban los pájaros, y ¡Claro que los siguió! pero no sabía donde iban los pájaros, nunca quiso hacer caso a las clases de orientación. En esos momento que más le daba donde fuesen los pájaros.
Por seguir, era capaz de seguir asta a una tortuga, y solo, por hacer algo.
La noche se le caía cada vez más encima, poco a poco sin prisas. Ahogándola lentamente con su oscuridad. Temía por su vida, no sabía que hora sería, lo que si sabía era lo tonta que es a veces.
Ni siquiera se acordaba de cual fue la razón de salir de casa, con lo bien que estaba ella con Nala.
No es que fuera la pura diversión pero...
Pero... agudizo sus sentidos, por que dicen que cuando tienes miedo cualquier ruido te parece extraño. Y a ella lo que le parecía extraño era aquel runrun detrás suya, desde hace ya un buen rato.
Lo agudizo, de tal manera, que la única posibilidad era el ruido de un moto.
Pero... ¿El motor de que? Y entonces callo en la cuenta, ¡el motor de un coche!. Aceleró el paso, intentando dirigirse al menos a calles más iluminadas, pero entonces el coche encendió las luces largas, y cuando volteó se quedo tan cegada que tuvo que taparse los ojos.
Alguien misterioso vestido con traje salió de la puerta del piloto, cerró el coche dando a un botón de su llavero y se acercó a ella. Se quedo a unos centímetros, lo que le produjo un escalofrió a Cris.
Y ya después se acercó más lento que la anterior vez.
- ¿Cris?- Dijo a la vez que levanto la cabeza. Aunque ella seguía un poco cegada y no podía reconocerle.
- ¿Quien eres?
- ¿Qué quien soy?¿Tan pronto te has olvidado de mi?



Mientras tanto en otra ciudad minutos antes...

- Cásate conmigo- Dijo de repente, en un acto de locura, es más, ya era su segundo acto de locura al lado de esa chica.
- Estas loco- Respondió Elsa llevándose las manos a la cabeza.
- ¿Por que no? ¡ Casémonos! Vayámonos lejos, donde nadie nos pueda encontrar.
- No podemos
- ¿Por que?
- Por que somos unos adolescentes.
- Y que más da- Se le notaba feliz- Dicen que el verdadero amor es el primero.
- ¿Y?- Respondió ella sin pillar la indirecta
- Que tu eres el mio, y yo.. ¿Soy el tuyo?
- ¿Y el anillo?- Respondió con una pregunta, esbozando la mayor sonrisa de la historia.
- ¿Ese es el problema?- Se levanto, y después de unos minutos volvió a aparecer con algo entre sus manos- Entonces problema resuelto- Abrió su puño, dejando ver un anillo formado por un alambre y hojas enredadas en el.
- Eres dulce- Acarició su mejilla.
- Pero no tanto como tú- Respondió él. - Entonces...- Volvió al tema, sin querer parecer pesado mientras ella se colocaba su anillo- Me darás una oportunidad...
- No lose- Dijo algo indecisa- Yo no soy de dar oportunidades.
- Haz un excepción. Yo se que puedo demostrarte que la gente no esta en lo cierto.
- ¿Tú crees?- Y es que a Elsa le fascinaba la idea de que pudiese hacerle cambiar.
- Si, si no no lo diría.
- ¿Y si...?- Intento terminar.
- Y si nos enamoramos y acabamos juntos para siempre- La corto, cambiando lo que ella fuese a decir.
- Prométeme que no me arrepentiré- Dijo ella.
- Te lo...- Pero esta vez fue ella quien no le dejo terminar la frase.
- Pero no prometas cosas que no puedas cumplir.
- Continuo- Dijo él- Te prometo que nunca te arrepentirás de conocerme. ¿Alguna vez has ido a un garaje?
- No- Dijo sincera.
- ¿Y a una tienda de segunda-mano?
- Si, el padre de una amiga - El de Cris- es jefe de una.
- Pues imagínate a una moto, una pedazo de moto que ha fallado y la llevaron allí, una moto que a veces falla y se cala, otras tantas su freno no funciona y se estrella, tiene roto el retrovisor y una luz trasera por sus caídas .Nunca recibió cariños, si no que a cambio, arañazos de sus enemigos y patadas de otros tantos. Tuvo que soporta que la graffitearan en su cara. Asta que un día dejo de funcionar, no quería, no encontraba nada para encender se y ser la mejor moto de la historia. Ya se que no es un buen ejemplo pero...
- Quieres decir- le interrumpió- que tu eres aquella moto.
- Si, y tú estarías en el mostrador, mirándola, observándola y juzgándola por su aspecto, como muchos otros abran echo. ¿La comprarías? ¿La darías el placer de una segunda oportunidad?
- Es fácil metaforizar cuando tu corazón no esta en juego.
- Yo nunca te haría daño- Susurró acercando su frente a la de ella.
- Me gustaría creerte- Murmuró con la cabeza agachada.
- Iremos al paso que tu quieras- la sujeto de la barbilla para poder mirarla a los ojos- Iremos como mismísimos caracoles si te apetece- Lo enfatizo elevando la voz y volviendo al mismo tono prosiguió- pero solo déjame estar a tu lado, compartir tu vida. Que lo tuyo sea mio y lo mio tuyo. Estar juntos. Ser feliz mirándote.
- Me asustas- Dijo levantándose del banco, para enfatizar lo dicho y por que el reloj siempre marcaría la maldita hora de tener que ir a casa.
- ¿Por?- Se levantó de inmediato y agarro su mano.
- Me asusta saber que soy capaz de ser feliz por el simple echo de verte respirar.- Él se tomó un tiempo para mirarla, y más tarde responder:
- Eso ha sido dulce- Respondió él con una tierna sonrisa, le encantaría no haberlo dicho, le encantaría haberla echo callar con un beso, pero no podía. Su palabra es su palabra.
- Pero no tanto como tú- Dio la misma respuesta que obtuvo hace pocos minutos.- Tengo que marcharme, ya es bastante tarde.
- Te acompaño- Dijo poniéndose en marcha.
- No que va, no hace falta.
- Ya, pero quiero- Sonrió, al recordar la última vez que le contestó lo mismo.
- Bueno y ... ¿Que hiciste ayer?- Le preguntó, y es que ahora era más fácil hablar entre ellos, cada vez las cosas eran más fáciles.
- Nada importante, ¿Por? ¿Me echaste de menos?
- No te eche de menos, era sólo curiosidad.
- Pues yo a ti si- Respondió rápidamente, para que no se entendiera.
- ¿Que has dicho?- Se regodeo.
- Qué si quieres un flash
- Intenta ocultarlo- Siguió riendose.
- No oculto nada.
- Bueno.. ¿Y bien entonces?
- Estuve con Pedro- La cara de Elsa se volvió de piedra.
Se sentía bastante mal, aquella chica era realmente fantástica, quería algo nuevo con ella, quería enamorarse por primera vez, pero ya se sabe que las mentiras rompen relaciones, y esa era una gran mentira.

El día anterior por la tarde...

Suena el timbre por cuarta vez y por fin consigue despegarse de las sábanas, era por la tarde y sin embargo el seguía tumbado en la cama, bastante derrotado.
Y cuando abrió se encontró con una gran sorpresa. Estaba sentada en el último escalón, y la forma en como se aparto el pelo y levanto su cabeza para mirarle pareció de película, en verdad Jenny siempre parecía de película. Pelo moreno,ojos negros. Andaluza...
- ¿Puedo pasar?- Corto sus pensamientos
- Si, claro, pasa, pasa- La abrió camino.
- Yo... lo siento, no sabía donde ir- se avergonzó.
- No pasa nada, ya sabes que siempre estoy aquí- La quitó las lágrimas con una servilleta.
- ¿Estabas durmiendo?- Río entre el llanto.
- Algo así, ayer fue un día bastante duro. Pero no te preocupes por mi y cuéntame que te ha pasado.
- El estúpido de Pedro, que dice ahora que no quiere saber nada de mi.
Ya sabes que el es memo de nacimiento- La hizo reir.
- Un completo retrasado- Esbozó una sonrisa triste.
- ¿Quieres que hagamos algo juntos?- Pregunto Alonso.
- Estaría bien.
- ¿Vemos una película?- La ofreció.
- Vale- Susurró.
- Haber que busco- Se dirigió a la estantería- La guerra de las galaxias- La miró y ella negó con la cabeza- American pie- Volvió a negar- El diario de...
- ¡¡Si!! Esa esa- Dijo entusiasmada.
- ¡Pero si no me has dejado terminar!
- El diario de Noah- Adivinó
- Vale, veamos esta- La introdujo en el DVD y se sentó en el gran sofá con Jenny.
Estuvieron juntos sin moverse del sofá durante toda la película, Jenny lloraba a moco suelto mientras que Alonso intentaba ocultar alguna que otra lágrima. Cuando terminó se miraron y se rieron por el tonto echo de que los dos estaban llorando, y sin saber bien como todo dio un gran giro, tanto que no sabían ni como ni de que manera había pasado que se encontraban en la habitación de Alonso besándose y acariciándose.

En el momento dejado del día después...


- ¿Es tu mejor amigo verdad?
- Si- Dijo a la vez que asentía. 
- No le soporto- Fue sincera- El me prometió que no dañaría a San, y luego... No es un tío legal.
- Dejale, es un poco memo- Repitió lo mismo que contesto el día anterior a Jenny.
- Si- Le miró con la esperanza de que el no fuese así- Bueno, ya me voy- Señaló a su casa- Adiós.
- Espera- Volteó ella.
- ¿Si?- Se ilusionó.
- He pensado que podría venir mañana a recogerte.
- Aah, pues... no se que decir.
- Di sólo que si.
- ¿Si?
- Si- Esbozó una sonrisa- me pasaré a las siete- La beso la mano- ¡¡Estate lista!!- Dijio después de haber dado unos cuantos pasos por la dirección que vino, mientras que Elsa se quedó allí parada, por segunda vez.



Capítulo 4: El señor X esta en todos los lados...


Era algo realmente increíble e improbable.
Bueno.. ¡Que digo! Improbable, hubiese sido que Cristina hubiera aceptado quedar con Alberto, improbable, sería que San no estuviera todavía enamorada de Pedro, y lo que sería verdaderamente improbable, fuese que Alonso no entrase en la vida de Elsa de sopetón.
Por ello, más que improbable rozaba lo imposible...
Por que imposible... es que habiendo siete mil millones de personas en el mundo,  puedas llegar a encontrarte justamente con la persona de tu vida. Con la misma persona que rechazaste ver.
Y es que el destino no es algo que uno pueda manejar ni calcular, el destino te trae lo que quiere, a veces vientos del polo norte y otras tantas veces, hogueras que te queman. Amores que van y vienen y otros que deciden quedarse para siempre.
Decepciones, tristezas, alegrías, odio... Pero lo que el destino le trajo a Critina aquel día caluroso en el que andaba perdida, era ni más ni menos que el amor.
Y aquella, era la segunda vez que el amor llamaba a su puerta, ¿Se atrevería ha recibirle?
- ¿Tienes frió?¿Quieres que encienda la calefacción?- Preguntó Alberto preocupado por el continuo chasquido de dientes de Cristina.
- No hace falta.
- ¿Quieres que te deje la americana?
- No- Sonrió con gratitud.
- ¿Quieres algo?- Preguntó, obviando el deseo interno que tenía de que ella resolviese todas las dudas quedadas en la red.
- No, estoy bien- Se acomodó en el asiento de cuero del coche de Alberto.
Entonces se produjo un gran silencio. Ella temía sobre la causa de su máscara indescifrable que se poso en el rostro de Alberto, y él, dudaba sobre querer saber la verdad.
- ¿Por que?- Preguntó al fin, mirándola fijamente.
- ¿Por qué que?
- ¿Por que no querías conocerme?¿ Por que dijiste que no?¿Por que dejaste de hablarme?
- No lose- agacho ella la cabeza.
- No es hora de evitar, es hora de hacer frente- Susurró él.
- Tenía miedo ¿De acuerdo?
- ¿Y ahora no?
- No, ahora no.
- ¿Y por qué?
- Por que se que no te volveré a ver- Dijo algo totalmente sincero al fin.
- Si ya... no volveremos a vernos, lo he captado- Se indigno.
- ¿Te molesta?
- Pues sí- Hizo una pausa- Claro que me molesta, por que de verdad sentía que congeniábamos.
- Valla, por lo visto no fui la única-Susurró, a lo que él se sorprendió.
- No lo entiendo, entonces ¿Por qué...?
- Por que no me gusta enamorarme- Miró al fin a aquellos ojos verdes- No me gusta pasear por un parque y ver a parejas unidas. No me gusta el amor, ni el día San Valentin. No me gusta conocer a la persona que quiero en un lugar.
- Yo puedo hacer que te guste- Acarició su mano Alberto.
- Lo se, por eso mismo me aleje de ti.
- ¿Por miedo a enamorarte de mi?
- No- Negó con la cabeza- Por miedo a enamorarme y después maldecirme por haberlo echo.
- Entonces- Consiguió volver ha hablar- Nunca más nos veremos.- Intetó afirmar.
- Nunca más- Lo confirmo, causándole daño a él.
- ¿Donde quieres que te lleve?- Cambio radicalmente de tema, sabiendo perfectamente de quien era prima, las noticias en ese pueblo volaban.
- ¿Asta el fin del mundo?- Preguntó con una sonrisa, ni siquiera ella sabía a que venía eso, solamente su boca soltó unas cuantas palabras sin permiso de nadie.
- No- Negó dolido- Mejor, asta el fin de esta calle- Lo que borró la sonrisa de Cristina.

A las cuatro de la tarde del día siguiente...

- Ni se te ocurra besarle ¿Esta bien?- Reñía San a Elsa.
Hace una hora que se encontraban en la habitación de Elsa, teóricamente para arreglarla pero la verdadera intención de San era enumerar una lista sobre los fallos que su amiga no debía de cometer.
- Para ya por favor, pareces una niña pequeña- Se acostó en la cama tirándose.
- No pienso parar asta que no entiendas que ese chico no es bueno para ti- Siguió San con el mismo tono de enfado.
- Pareces mi madre- Se quejó- o aún peor.
- Compréndelo, no quiero verte sufrir- Se sentó por fin San en una silla.
- No, compréndelo tú, no soy una niña pequeña, se decidir por mi misma.
- No- Negó rotundamente- Es que te enamoraras- La aviso.
- No soy fácil- La contesto.
- Te enamoraras- agacho la mirada, por que ella también se había enamorado, ella si fue chica fácil para Pedro. El, fue el único amor de su vida, con él hizo todo lo que nunca hizo- Caeras, y entonces serás débil.
- Basta ya!- Se canso- Soy mayorcita.
- Por favor no vallas- La rogo por cuarta vez.
- Has venido para arreglarme ¿No?, pues eso es lo que vamos a hacer.
- Por favor- Siguió suplicando.
- Haber primero me peinas, después me maquillas y elegimos ropa- La paso el peine y ella la agarro del codo para llamar su atención.
- Por favor- Volvió a rogar.
- Mira San, te lo voy a decir una vez y solo una vez. Nunca me dejaré destruir por un hombre, y ahora cálmate y arregla me, nos quedan dos horas y media.


Ese mismo día por la noche...




- ¡¡¿Me estas escuchando?!!- Dijo en un tono furioso Tom, el padre de Elsa, mientras cerraba la puerta detrás suyas.


- Si y lo siento- Repitió.
- Esther ven aquí ahora mismo- Llamo Tom a su mujer y madre de Elsa.
- Que pasa ahora- Dijo al traspasar la puerta de la cocina.
- Cuéntale- Tom dio un empujoncito a Elsa- Venga cuenta se lo.
- Que te pasa mi amor- Esther se arrodillo a la altura de su hija.
- Na... na... nada- Dijo con la respiración entrecortada por culpa de sus lágrimas.
- Eres muy duro con ella- Se enfado Esther con Tom.
- ¿Duro? Oh vaya eso piensas ahora que todavía no te he contado lo bueno.
- Nadie se merece ser tan infeliz- Defendió Esther a su hija. Esther era como la defensora de las personas que sufrían, aunque no fuesen las víctimas.
- Lo siento- Marmullo Elsa, por que lo que menos ella quería era defraudar a su madre.
- ¿Crees que eso lo arregla todo?- Respondió su padre
- Yo se que no pero...
- Pero nada- Fue interrumpida por su padre- ¡Estas castigada!
- ¿¿Castigada?? ¿¿Otra vez??- Volvió a llorar con más intensidad.
- Si, y tres semanas.
- ¿Tres semanas?
- Ya oíste, no quiero que salgas de casa.
- Pero papa yo...
- Y tampoco quiero que vuelvas a ver a ese piltrafa- Sentenció.
- Pero papa él es mi amigo.
- Pues te buscas mejores amigos y punto.
- Pero pa...
- He dicho que ya esta- A lo que Elsa agacho la cabeza- Y le va a venir una buena al muchacho.
- ¿Que vas ha hacer?- Se preocupo Elsa por Alonso, aunque no debía de hacerlo.
- Nada, sólo un toque de atención para que no se te vuelva a acercar.
- No papa, por favor, no hagas eso, él es mi amigo.- Empezó a suplicarle mientras se ponía de rodillas.
- Vete a tu cuarto que no quiero seguir hablando del asunto y ya esta- Cerró aquella conversación- ¡vamos!- La empujo de nuevo.

Elsa corrió escaleras arriba, nunca entendía por que le tuvo que tocar unos padres tan extraños. Se metio en la cama y limpio sus lágrimas con las sábanas nuevas que compro hoy día su madre.
Quizás no eran raros, quizás si se paso bastante, pero ahora a ella eso le daba igual.
Todo iba tan bien.
Por fin que era feliz y se tuvo que estropear.
Nunca podría entender por que la mala suerte la acompañaba a cada lado...

Horas antes...

- Ya hemos llegado- Apagó el motor de la moto Alonso.
- ¿Por fin?- Se alegro Elsa- ¿Eso quiere decir que puedo quitarme el pañuelo de los ojos?
- Para nada- La ayudo a bajarse de la moto.- Eso quiere decir que tienes que confiar en mi.
- ¿Confiar en ti?- Dijo sin pillar la broma aún.
- Si, lo que pasa es que no se me permite seguir con la moto, así que tendremos que dar un paseo asta llegar.
- ¿Y quieres que valla en todo el camino con los ojos tapados?- Pregunto incrédula, y es que nunca se le había dado bien confiar en la gente.
- Exacto- Dijo entusiasmado.
- Ni loca- Hizo el amago de quitarse el pañuelo, pero la mano de Alonso la paro.
- Por favor, hazlo por mi, imaginemos que es una prueba para ver cuanto confias en mi.
- Valla tontería- Levanto las manos- Si ya confio en ti-Mintió
- Pues demuéstralo- Y empezó a andar tirando de ella.
- Esto no me gusta- Susurró mientras se dejaba arrastrar por Alonso.

Después de un bastante rato llegaron al sitio que Alonso quería enseñarla, el lugar en sí no estaba lejos, pero el temor de Elsa con darse con algo y caerse era demasiado grande, y les atrasaba.


- Pues... ya esta- Se paro Alonso lo que provocó un suspiro de Elsa.
- Si ya...- Dijo por lo bajo- Pensaba que esta tortura nunca acabaría.
- No puedes quitarte todavía el pañuelo- Contestó cortante y a la vez aguantándose la risa.
- ¿¿Qué?? ¡¡Tú me estas tomando el pelo!!
- No- Se rió- Pero si te alegra saberlo has superado la prueba.
- ¿¿Ah si??- Preguntó contenta.
- Si, un suficiente.
- Tú estas loco- Se cabreo de inmediato- ¿Tú sabes lo que ha sido eso para mi? ¡Una tortura !Para una mierda de cinco.
- Eyeyei- la paro, riéndose, y es que era demasiado gracioso la exasperación que mostraba en su rostro- Pensaba que las pijas no decían palabrotas.
- ¿¡Tú tienes una idea del esfuerzo que he utilizado para venir asta aquí!?- Elsa estaba totalmente seria, mientras que él seguía riéndose- No te rías- Intento darle suavemente, pero no consiguió llegar asta el, y esto incremento la risa de Alonso.- Eres un idiota- Se cruzo de brazos- Un completo idiota.
- Si soy un idiota, pero un idiota que te gusta.
- No me gustas- Dijo mientras negaba con la cabeza
- Si te gusto- Asintió él.
- Lo que sea pero yo me quito ahora mismo el pañuelo.
- No , no no- Paró la mano de Elsa rápidamente, sin poder despegarla- No lo hagas.- Y ahora se cambiaron los turnos, él era el serio mientras que ella se encontraba riéndose- ¿De que te ríes?- Pregunto molesto.
- ¿De que ya no hace tanta gracia verdad?
- Si quieres volvemos a la prueba de confianza- Dijo con el intento de hacerla parar de reir, algo que consiguió.
- ¿Que me espera ahora?- Dijo una vez sentada en la hierba, asumiendo la sentendia.
- Prueba de olores.
- ¿Otra prueba?
- Si- Esbozó una sonrisa- Sólo consiste en oler y al final debes de decirme tu olor favorito.
- De acuerdo, creo que esto no será peor que la anterior prueba.

Después se tiraron toda la tarde entre olores y más olores. Alonso no quiso decirle el propósito de la prueba, pero lo único que intentaba era averiguar su flor favorita.
Para el era demasiado sorprendente encontrarse a una mujer bella que no le volviera loca las rosas.
¡Es más! No sabía muy bien como tratarla, por que con ella las cosas no funcionaban como siempre, con ella tenía que aumentar su cortesía e imaginación, y a él nunca le salió bien ser caballeroso, o mejor dicho, nunca lo necesito para llevarse a una mujer a su cama.
Ni siquiera le había pedido aún un beso... y al final sería el quien lo cojiera sin permiso
Es más, cogerá todo sin permiso
Era algo totalmente nuevo, incluso y esperemos que no, sólo un juguete más en su lista...

Les dio tiempo a conocerse mejor, a reírse de tonterías de las que solo uno dispuestos a enamorarse lo harían.
Con ella era todo más fácil.
Y con el todo era más fácil... Si, ya sabéis, esa sensación que sientes que te hace sonreír por que te apetece,  y te hace bien por que es cansado fingir cuando no quieres. Todo es más llevadero, y es casi como sentirte en uno de esos días, sentada en tu sofá favorito con un boll de palomitas y viendo cualquier tontería... como estar en casa.
Era... como ser féliz y últimamente la felicidad llamaba pocas veces en sus puertas.

Eso que sólo sienten los que están con la persona que les gusta.
Eso que quizás... y sólo quizás puede llegarse a llamar amor.
Pero el amor siempre estuvo a las espaldas de Alonso, él... nunca quiso saber nada de ese tema.
Por ello, Por que llamarlo amor, mejor llamésmolo  Señor X.
¿Y por que señor?
Simplemente por que el amor hace lo que quiere y cuando quiere.
El amor hace feliz, hace daño, se va, vuelve cuando quiere, el amor junta corazón, o les separa, el amor crea odio, el amor da envidia y también traiciona.
Por que el amor toma sus propias decisiones...

- Oh si, espera espera- Sujeto Elsa la muñeca de Alonso. - Es este.
- ¿Este?- Pregunto decepcionado.
- Si, cada vez me convenzo más.
- Entonces te gusta el jazmín, esta bien saberlo.
- ¿Espera, me estas diciendo que estabas intentando adivinar mi flor favorita?- Esbozó una gran sonrisa.
- Si, es que el otro día, me quede bastante impresionado.
- ¡Oh si valla!- Dijo con sarcasmo- Es bastante raro que no les guste a todas las mujeres la misma flor- Y termino la frase con aún más sarcasmo.
- Pues aunque sorprenda es así, todas las mujeres que he conocido adoran las rosas.
- Ya pero ni yo soy todas ni me conoces aún.
- Por eso estamos aquí- Concluyo acariciando su mejilla, y provocando que ella se muerda sensualmente el labio
- ¿Ya puedo...? Se me hace incómodo no poder verte.
- No, espera- Dijo rápido- Sólo falta una prueba más.
- Oh vaya,¿otra?
- Consiste en saborear.

Dicho lo dicho se acercó lentamente a ella, robarle un beso se podría decir que tiene que ser rápidamente por lo que él le robará tantos en unos segundos que necesita tiempo.
Él tiempo de una eternidad, el de los enamorados que se paran en medio de la acera para besarse lentamente, o el de los que prefieren besarse en el autobús, él de los del baño, el de los de "la primera vez", incluso los de "la última vez"
Por ello se acercó poco a poco, saboreando cada detalle, viendo el batir de la mariposa, el viento que sopla a su favor, el sol escondiéndose en el horizonte, y su rostro bello, tapado por un pañuelo.
Su boca entreabierta dejando escapar una silenciosa respiración y también su propio deseo de probar los labios de ella. Esos labios tiernos y rosados como su rubor.
Y entonces como si de un siglo hubiera pasado, sus labios se unen como imanes, o más bien, como rompecabezas que esperaron para juntarse. Se mueven al compás, como una sinfonía. Se notan que fueron echos para estar juntos, y no ellos, que ellos también, si no sus labios. Incluso sus cuerpos...
Se saborearon asta intentar saciarse y cuando quisieron saciarse se dieron cuenta de que eran unos ambiciosos llevados por el deseo. Por ello Alonso se acercó a ella, tanto como pudo profundizar aquel beso.
Y una vez que pudo recorrer cada centímetro de su lengua, ella se estremeció y velozmente se quito el pañuelo de la cabeza para agarrar de su cabello y traerle aun más cerca.
Alonso se tumbo encima de ella, acariciando su rostro, su cuello, sus brazos, su vientre y ... por alguna razón que después vio incoherente se saco su camisa.
- ¿Que haces?- Dijo ella confundida.
- Quitarme la camisa- Contestó el aturdido.
- Eso ya lo veo, pero ... ¿Por que te la quitas?
- Para hacer el amor contigo- Dijo como si fuese lo más obvio del mundo.
- Pero serás depravado- Le empujó de su lado- ¡Eres un bestia!- Se levanto, cojió el pañuelo, se lo ato en la muñeca y comenzó a andar lo más rápido que podía.
- ¡Espera!- Grito el aún sentado.
- ¡Estúpido!- Chilló ella tirando le un zapato en la cara, aunque el lo paró.
- ¡Espera te!- Chilló mientras corría a su alcance.
- Cretino traicionero... -Murmuro.
- ¡Te quieres esperar!- Dijo una vez más cerca, lo que provoco que ella echará a correr también.
- Eres...- Se paro en seco, aunque aún así le llevaba una gran ventaja- Eres...- Se agacho y se quitó el otro zapato- ¡¡Eres un idiota!!- Volvió a intentar darle en la cara y volvió a fallar, el se paro a recogerlo.
- Si lo que quieres es quitarte la ropa, espera que te ayudo- Bromeo riéndose burlonamente
- Pero serás ... Dios eres como un animal en celo- Dijo mientras caminaba rápido.- ¡Y me das asco!- Chilló fuertemente.
- Pues no parecía eso hace unos segundos- La sujeto del codo haciéndola girar
- Bueno hace unos segundos...- Se quedó sin escusas- ¿Podemos olvidar lo de hace unos segundos?
- No- Se desvaneció lentamente su sonrisa para ponerse serio.
- ¡Tú me robaste un beso!- Chilló.- Y tu decías que...- Empezó confundida
- Vale si- Afirmó- Tienes razón.
- Chulo asqueroso- Dijo en su cara.
- Vale, tienes razón, no estuvo bien- Se toco la nuca- ¿Lo siento?
- ¿Lo siento? ¿Lo siento? - Volvió a repetir- Métete tu lo siento por donde te quepa cabrón- Y volvió a caminar, y el volvió a sujetarle del codo y hacerla parar.
Y entonces otra vez de nuevo y otro beso robado.
- ¿Pero de que vas?- Dijo ella alejándose de él una vez haberle separado.
- De enamorado.
- ¿Enamorado? Anda y vete a la mierda- Dijo, estaba cabreada, bastante cabreada. - Y yo que pensaba que tú eras diferente- Dijo intentando que fuera para si misma, pero Alonso estaba a dos centímetros suya, detrás de ella siguiéndola y escuchando todo.- Como pude ser tan tonta- Pateo al suelo- ¡Au!- Chilló al momento, provocando la risa de Alonso.- ¿Y tu de que ríes?- Le arranco un zapato y se lo puso- Será memo- Murmuro volviendo a su camino.
-Creo que te estas equivocando- Contuvo la risa, por que habría que especificar que es demasiado gracioso ver a una persona enfadada caminando con un zapato con tacon y le otro pie sin nada. Aquella situación no tenía gracia, pero ella. Dios mio ella y su cara era para un ataque de risa.
- ¿¡Qué?!- Chilló histérica girándose.
- La moto esta por allí- Señalo al lado contrario.
- ¿Y ami que? Puedo volver sin tu estúpida motocito- Y siguió por su camino.
- No espera- La paró- Ahora enserio- dejo su risa- La moto esta por el otro lado- Intentó razonar
- Me da igual ¿No me oíste?
- Bueno... entonces no me dejas de otra- Se acercó a ella la sujeto de la mano y la llevo como un saco de patatas, encima de su hombro. Ella empezó a patalear y patalear pero después de cinco minutos se cansó y dejo de gruñir.
- ¿Me perdonas?- Preguntaba el mientras iban de camino a la moto
- No- Dijo, aunque esta vez no tan rotunda.
- Por favor, lo siento- Dijo serio.
- Pensé que no eras como todos, era sólo eso- Contesto triste dejando a un lado el cachondeo y el enfado. Alonso la bajo de su hombro delicadamente y la puso delante suya.
- Yo... Yo no quise hacer eso y estoy arrepentido.
- ¿No quisiste?
- Bueno quiero decir- Empezó- Si quiero pero... entiendo que iba demasiado rápido- Se tocó la nuca.
- ya...-Susurró.
- ¿Como que ya?- Pregunto sin entender.
- Esta bien todo lo que has dicho es sólo que... bueno las cosas no son tan fáciles.
- Lo siento- Volvió a decirla sujetando su rostro con sus manos.
- Probablemente si volviésemos a la prueba de la confianza me daría la vuelta a casa- Golpe bajo. En verdad dejando a un lado el enfado, eso la entristeció bastante, quizás su amiga San si tenía razón.
- Dame una nueva oportunidad
- No se...
- Venga todo iba bien, olvidemos lo.
- De acuerdo- Dijo intentando sonreír.

Después la alzo y la llevo en brazos asta la moto. Cuando llegaron se montaron y se sonrieron uno al otro dando a entender que todo volvía a la normalidad. Ella le agarro de la cintura lo más fuerte que pudo, temiendo que esa fuera la última vez que se viesen después de aquel escándalo que monto por nada...
-¿por nada?- Se preguntó a ella misma- No, por nada no, aquel tío lo había intentado en la primera cita...
Pero en algún sitio de su cabecita se sentía bastante tonta por armarle tal jaleo por una bobada. Y fue ahí entonces cuando se dio cuenta de que no quería perderle.

- Ostias, mierda- Grito Alonso delante de ella, sacándola de sus pensamientos.
- ¿Que pasa?- Pregunto Elsa.
- Hay un control justamente en nuestra dirección.
- ¿y?
- Que nos va a caer una.
- ¿Por?
- Mira- Dijo intentando girar la cabeza para mirarla, pero no debía quitar los ojos de la carretera así que prefirió mirarse las manos.- Esta moto no es mía, y tampoco tengo carnet de conducir, eso sin hablar de que no llevamos cascos.
-¡¡¿QUÉ?!!- pregunto alterada, con la intención de separarse de él.
- Lo siento- Dijo mientras bajaba la velocidad.
- Buenas tardes- Dijo el policía con sus gafas, mientras tanto Elsa ya se veía entre los barrotes de su casa encerrada...
- Buenas- Contesto Alonso.
- ¿ Sabéis que estas infringiendo el reglamento?- Dijo mientras agachaba su cabeza para poder mirarlos por encima de las gafas- Esta penalizado no llevar casco.
- Ya bueno es que...- Intentó excusarse.
- No lo intente- Corto el policía- Obtendrá una multa por ello.¿Carnet?
- Pues- Dijo metiendo la mano en el pantalón- ¿Donde esta?- Empezó a hacerse el loco y darle la vuelta a los bolsillos- Yo...
- ¿No lleva carnet?- pregunto el policía asombrado.
- Pues...
- Vale, tampoco lleva carnet, ahora me va ha decir que también ha desaparecido los papeles de la moto.
- No- Levanto la tapa de atras- Tómelos.
- ¿Usted se llama Andres Fernandez?- Le echo una mirada furtiva.
- Si- Pareció seguro.
- Deben de venir con nosotros para asegurarlo.
- Mire...- Se toco la nuca- No, me llamo Alonso García.
- ¿Entonces la moto tampoco es de usted?
- No- Respondió nervioso.
- Entonces deben acompañarnos a la comisaría de policía.
- Es culpa mía no de ella- Se culpabilizo Alonso.
- ¿Así? Ahora me va decir que ella no sabe que llevar casco no esta permitido.
- No, eso sí, pero no sabía lo demás.- En ese momento el policía echo una mirada a la joven, apenado por ella.
- Lo siento, pero igualmente deben de acompañarnos los dos, ahora si demen sus nombres.- En ese momento Elsa se puso nerviosa, ¿Estaría bien decir su nombre verdadero?, Ni siquiera ella quería aquel estúpido apellido.
- Alonso García.
- Los dos apellidos, por favor.
- Fernandez.
- ¿Y usted señorita?
- Pues..- Se mordió el labio, y finalmente cerro los ojos y dijo- Elsa Martínez Navarro.- El policía se paro al escribir medio nombre.
- ¿Me puede volver a repetir?.
- Por supuesto- Y abrió los ojos sin querer ver la reacción de nuevo, simplemente le basto con los ojos cerrados para saber que sabía perfectamente quien era- Elsa Martínez Navarro.- Le miró, mientras que sus ojos mostraban el asombro. En ese momento tuvo ganas de llorar, pero después se contuvo e hizo de chica fuerte.
- Esperen se aquí.- Fue hacia el coche, y después de comunicarse varias veces con varias personas volvió y dijo.- Montaros en el coche.

Una vez dentro la música sonaba, y a Alonso le parecía bastante extraña la reacción de aquel policía al descubrir el nombre de Elsa.
Una vez llegaron les mantuvieron sentados en una sala a los dos.
- ¿Qué esta pasando?- Pregunto Alonso.
- No lo se- Dijo rehuyendo de su mirada Elsa.
- Ehh- la sujeto de la barbilla dulcemente, por un momento se olvidaba de lo extremadamente estúpido que era aquel chico- Cariño- Y sólo esa palabra la colapso, la enfrió o visto de otra manera la hizo entrar en calor, otra vez esa sensación que la invadía por el cuerpo y la provocaba querer bailar. -Cuéntamelo, se que algo pasa, lo supe en la manera en que ese policía reacciono al reconocerte.
- Mira- Intento ser borde- Lo que pase o no no te incumbe ¿De acuerdo?. Simplemente ahorra llamaran a mis padres y me caerá una buena, si querías arruinarme la vida lo has conseguido, ya esta. Sólo somos dos desconocidos, estábamos en el mismo grupo y como tenía prisa para llegar a casa tu te ofreciste, me monte y no hay más que hablar, esa es la historia de todo- Dijo intentando sonar convincente.
- Si es lo que quieres, así sucedió todo- Dijo, sin saber muy bien por que seguirla la corriente. Entonces entro el mismo policía de antes y con una voz grave dijo.
- Elsa, tienes que venir conmigo.- A lo que ella asintió.
- Quiero que sepas- La susurró en el oído muy bajito Alonso- Que eres especial para mi.

Después de eso les separaron y la llevaron por pasillos y más pasillos, y ella sabía perfectamente donde iba. El policía toco la puerta y después de oír una voz bastante ruda diciendo "adelante" la abrió la puerta. Elsa entro y se quedo justamente pegada a la puerta.
- Hola- Dijo Elsa con la cabeza agachada
- Siéntate- La ordenó Tom.- ¡Como se te ocurre hacer tal locura!- La grito fuertemente una vez tomo asiento.
- Yo papa, no lo sabía y...
- Ya- La corto- eso me dijo aquel policía- Se calmo y de repente al volverla a mirar la furia volvió en el reflejo de sus ojos- Sabes que tengo un puesto que honrar, no puedo permitir que una chiquilla estúpida, que encima sea mi hija, vaya por ahí haciendo gamberradas, ¿Entiendes?- La gritó- No se como se te ocurre montarte en aquella moto, pero. ¡Dios mio! ¿Como has sido capaz?, sabes la cara de tonto que se me a quedado cuando me lo han contado y he tenido que venir corriendo- Siguió gritando.
- Yo, papa no quería llegar tarde a casa, nada más. No le conozco de nada.
- Si ya, seré viejo pero no estúpido, ahora mismo nos vamos a casa- Dijo levantándose de la silla, mientras que ella miraba fijamente a aquel cartelito encima de su mesa en donde ponía "Jefe de policía Matínez".
Sin duda, odiaba aquel cartel.
- ¡Vamos!- La riñó Tom- ¡Levántate!

Capítulo 5: Es mi hermana ¿Es mi hermana?

Elsa se despertó con frío, con calor, con ganas de comerse el mundo, y sin ganas de comer hipocresía. No sabía muy bien lo que quería, pero lo que si sabía era que en esos momentos ella, no quería ser ella.
Era uno de esos momentos en los que te hubiese gustado tener otra vida, otros padres, incluso otros amores...
Había pasado una semana desde aquella cita que salió terriblemente horrorosa, y  cada vez que lo pensaba se le hacia más bella, ni siquiera después de tanto tiempo se limito a borrarse aquellas marcas de tinta que se quedaron en su cara avisando a cualquiera que la viese de que había estado llorando gran parte de los días.
Sus amigas ni siquiera había sido capaces de telefonearla, pero ella ya estaba acostumbrada a ese tipo de trato. Esta acostumbra a que se hagan las desentendidas en cada circunstancia de ese calibre.
Ni quiera sabía donde se encontraba. Evitando la evidencia de que aquella mesa morada, era suya. De que aquellas paredes pintadas de circulitos, eran de su habitación. Evidenciando todo lo evidente.
Ya hasta incluso del tiempo que llevaba sumergida entre el calor de su cama podría hacerse pasar por sábana.

Aquel mismo día por la tarde en otro lugar...


- Bueno y que tal fue tu cita- Pregunto Pedro mirandole fijamente.

- Mal.
- ¿Mal?- Se sorprendió.
- Si, es más, bastante mal.
- ¿Que paso?
- Nada- Intento quitarle importancia al asunto.
- Venga anda- Le dio un codazo amistoso- Llevamos sin vernos....
- Una semana- Le corto- Una semana hace de la cita.
- ¿Realmente te gustaba?- Pregunto Pedro incrédulo, y aun más incrédulo al haberle formulado la única pregunta que pensaba que nunca le haría a Alonso.
- No lo se- Puso una mueca rara- da igual, seguramente que al final se hubiera convertido en un pasatiempo más- Intento convencerse más a si mismo que responder una pregunta.
- ¿Y si no?- Pregunto Pedro empeorando las cosas. Esa era la pregunta que le rondaba a Alonso por la cabeza desde hacía bastante tiempo, quizás aquella dulce chica se hubiera convertido en el amor de su vida si no llega a ser por sus imprudencias.
- Mira creo que aquella es Jenny- Desvió el tema.
- ¿Jenny?- Pregunto alarmado- Mejor cambiemos de dirección.
- No Pedro, yo la he citado aquí- Dijo conforme avanzaban hacia ella y ella les recibía con una cálida sonrisa.- Creo que sois mayores para dejar de hacer el tonto, además es tu amiga desde preescolar.
- Si, bueno, ya no me queda de otra...-Dijo al ver que no tenía sitio por el cual escabullir.
- Hola- Dijo contenta Jenny saludando a los dos.- ¿Hoy que vamos a hacer?
- Pues Pedro quiere ir a tatuarse- Respondió intentando parecer despreocupado.
- ¿Enserio?- Pregunto de inmediato Jenny- ¿No decías que no te gustaban los tatuajes?¿Además en que sitio has decidido ir? Por que hace poco vi documentales en los que tienes que tener cuidado con la limpieza y ese tipo de cosas, además- Dijo tomando una bocanada de respiro después de soltar todo aquello a tanta velocidad- ¿Que has decidido hacerte?- Preguntó pensativa, y con la ilusión en los ojos, siempre quiso ella también un tatuaje. A todo esto Alonso se encontraba petrificado y con miedo, sabía lo impulsiva que a veces era jenny pero seguía temiendo aquellos ataques que la entraban de repente.
- Yo contesto- Respondió de inmediato Alonso, el que se había inventado toda esta farsa- Se va a tatuar tu nombre en el pecho- Y comenzó a reírse de inmediato al ver el rubor de Jenny y su querido amigo mirándolo de mala forma.
- Tú eres tonto- Mascullo Pedro lleno de ira.
- ¿Es verdad?- Preguntó Jenny para asegurarse.
- No le creas nunca ni la mitad de lo que dice- Algo que hizo aflojar la tensión que tenía Jenny en el cuerpo, aunque por un momento si le hizo bastante ilusión.
- Bueno- Comentó de repente Alonso cortando la poca conversación que había conseguido que tuviesen esos dos- Yo me voy, he quedado con unos amigos.
- Pero que dices- Estalló Pedro- Llevo días sin verte y ahora te vas- Pronuncio mientras miraba a Jenny de reojo para advertirle que si se iba se la devolvería.
- Si, creo que aquí no pinto nada, además debeís arreglar vuestros problemas. Asta mi hermana es mas madura que vosotros dos juntos.
- ¿Tienes una hermana?¿Desde cuando?- Preguntó ilusionada Jenny.
- No- Contestó Pedro viendo como su amigo se alejaba de ellos dos con una malévola sonrisa.- Ya te dije que no te creas nada de lo que te dice.
- Ahh.
Caminaron en silencio asta que uno de los dos se canso y se sento en un banco, llevaban bastante tiempo callados, y eso que de pequeños nunca se imaginaron un rato incómodo entre ellos.
- Mira- Comenzó Jenny al agotarse su paciencia- Estoy cansada de todo esto, así que cuanto antes lo hablemos creo que será más rápido. Tú podrás volver a tu casa o ir al encuentro de tu amor, y yo podré ver mi serie favorita- Le miró fijamente y seria.
- Si tienes razón...
- Y sabes que es lo peor, que ante todo pensaba que eramos amigos y podíamos hablar sin tonterías, pero me doy cuenta de que nada de eso es cierto.
- Tienes aún más razón- Admitió pedro al considerar su actitud todos los anteriores días.
- Así que he decidido que no quiero que seamos más amigos.
- Si tienes...- Fue a contestar automáticamente- ¡¿QUE?! tú estas loca, si somo amigos desde que tu parecías pipi calzaslargas con esas trenzas que te hacían.
- Lo se- Agacho la cabeza y dejo pasar un rato- Hace poco se murió mi abuelo, ya es el tercer ser querido que se muere en menos de un mes- Y dejo caer una lágrima que empapo su pantalón.
- Lo, lo siento.
- La última vez fue diferente ¿Sabes?- Dijo levantando la cabeza- Por que la última vez estabas tú para apoyarme, aunque te hubiera robado un bollo o un beso, tú estabas ahí y prometiste estarlo siempre.
- La verdad es que creo que se nos a escapado de las manos un poco...
- Si, se te ha escapado- Cambio de plural a singular la persona- Por que yo sin embargo te estaba esperando.
- De verdad que lo siento.
- Más lo siento yo- Dijo levantándose del banco.

Ese mismo día por la noche...


- ¡Bueno y que has estado haciendo todos estos días!- Dijo su amigo apoyado en la barra del bar.

- Pues nada, de viaje- Mintió Alonso
- Eh eh- Asomó la cabeza su otro amigo.- ¿Habeís visto a esa rubia?- Lo que provocó que Alonso girase su cabeza automáticamente hacia donde Sergio le señalaba. Por que si había alguna rubia guapa sólo podría ser ella: Elsa.
- Va- Le quitó importancia- Tampoco es para tanto.
- ¿QUE?- Grito Sergio- Es la chica más guapa que he visto en mi vida.
- Yo vi a una mejor- Soltó por lo bajo, esperando que nadie se enterará.
- Pues presentamela- Propuso sacando pecho.
- No puedo- Resopndió.
- ¿Acaso te esta gustando más de lo normal?- Dijo, sabiendo cual era su punto débil.
- No- Reacciono veloz- Simplemente ella es... es... mi hermana- Soltó de repente.
- ¿Tú hermana? No sabía que tenías- Preguntó el otro amigo, Oscar.
- Si mi hermana. Es que estuvo en Inglaterra aprendiendo el idioma, pero ha vuelto hace poco.- Comentó orgulloso.
- No te creo- Dijo Sergio moviendo la mano con desdén.
- Pues creetelo.
- Enséñame una foto.
- Pues... es que ahora mismo, no tengo. Bueno espera- Saco su un papel de su bolsillo- Aquí esta- Dijo triunfador y enseñándosela a Segio. Menos mal que hace pocos días le dio por imprimir una foto del tuenti de Elsa.
- Vaya- Se quedaron impresionados- Tienes razón- Y como hipnotizados, se olvidaron de aquella rubia que no les quitaba el ojo y de otras tantas mujeres.
Después de aquello solo tenía ganas de volver a casa y ver a Elsa en su habitación. Se había tirado todo el día hablando de ella, y no por gusto, que también lo haría, sino por que aquellos mujeriegos preguntaban más y cada vez más sobre ella.
Ahora por culpa de ellos se había sentido orgulloso de aquella cita con ella, y no sólo eso si no que ahora quería aún más verla, como si aquello fuese posible.

Al día siguiente por la mañana...


No se hubiera despegado de la cama si no llega a ser por aquel molesto ruido que no paraba, fue hacia su escritorio y busco entre toda la ropa acumulada de hace bastante tiempo , y después de un larguísimo tiempo tomo el móvil entre sus manos donde ponía literalmente:


Enciende la radio. ATT: A.


Capítulo 6: Efectos contrarios


 Queridos oyentes- Dijo una voz femenina entusiasta- ¡Gracias por sintonizar nos otro día más! Y en un día tan bonito como hoy empezamos por una declaración de amor. El joven se negó a dar información acerca de él, por que de lo que esta seguro es que con solo un seudónimo ella le reconocerá. Así que aquí os dejamos la canción del chico misterioso haciéndose llamar A.


Sin bandera- Entra en mi vida.

Sin embargo cada muchacha que se encontraba como Elsa, tirada en su cama y sin ganas de vivir saco una sonrisa imaginándose lo romántico que hubiera sido, que justamente ese chico que las vuelve locas se la hubiese dedicado. Sin embargo aquello no era así, aquella canción estaba destinada solamente a Elsa, la cual se sorprendió bastante y su día se alegro, por que alguien si se acordaba de ella.
Subió las persianas dejando entrar la luz del día, y más después se echo una larga ducha para relajarse y poder tomarse el castigo de otra manera.

- ¿Por que estas tan contenta hoy?- Preguntó su Padre mientras se metía una gran cuchara en la boca.
- No lose- Sonrió la joven- No es nada malo ¿No?
- No- frunció el ceño- Pero si extraño- Pensó-  Dime que te traes entre manos.
- ¡Nada!- Gritó exasperada, ahora no podía ni siquiera ser feliz.
- Dime-Pero la colleja que recibió de Esther en la nuca le hizo pararse- Auh- se quejo mientras se acariciaba la nuca.
- Deja a la niña en paz, si es feliz es feliz, y ya esta. Ahora a comer, que si no se os va a quedar la comida fría. Y por cierto- Miró a su hija- A llamado Sandra, le dije que más tarde la llamarías.
- ¿Por que se lo has dicho?- Intentó Tom susurrarle a su esposa.
- Por que merece saberlo- Dijo Esther a la vez que su hija se levantaba de la mesa dejando medio plato vació.
- ¿Si?- Respondió Sandra al otro lado de la línea.
- Hola San, mi madre me acaba de informar que llamaste- Dijo entusiasmada mientras se enrollaba el cable entre sus dedos.
- Si. Quería saber que tal estas.
- Bueno ahora un poco mejor, hace poco tuve un problema con aquel chico que te dije y mi padre...
- ¿A que no sabes que?- Dijo sandra cortándola ferozmente y con descaro- Hoy he visto al maldito de Pedro ¿Te puedes creer que se encontraba con aquella chica? Si!, la misma del otro día ¿Crees que quizás están saliendo?.
- ... No lo se- Dijo susurrando. Que estúpida era ella, pensaba que de verdad Sandra se estaba preocupando por ella, que estaba cambiando, pero en ningún momento fue así, sólo la llamo para contarla lo muy estúpido que era su ex, y mil cosas más que giraban entorno al mismo muchacho.
Desde ahí Elsa sólo se limitaba a responder con monosílabos.
- Oye Sandra- La corto- Mi padre quiere que cuelgue ya- Dijo a la vez que Tom giro su cara desviando su atención a su hija- Así que otro día hablamos, adiós.- Fue a subir escaleras arriba cuando su padre la paro.
- ¿Que ha pasado? Podías seguir hablando con ella si querías- Dijo Tom confuso.
- Lo se, pero ya estaba harta de ella- Respondió mientras una lágrima se asomo por sus pestañas.
- ¿Qué le has echo ya a la niña?- Chillo Esther deslumbrando aquellas gotitas que su pequeña soltaba por sus ojos.
- ¡Nada!- Levanto Tom la voz aún más que su mujer; como si aquello se tratase de una competición.
- ¡Como que nada estaba llorando!- Dijo a la vez que Tom cojía su abrigo.
- Sabes que, ya estoy harto de discutir, me voy al bar, más tarde volveré.
- ¡Si vete!- Gritó fuertemente- ¡ Es lo mejor que sabes hacer!- Después subió las escaleras y toco suavemente la puerta de su hija- Toc toc, ¿Se puede?- Dijo asomando su rostro por la puerta.
- No- Dijo Elsa, con la cabeza debajo de la almohada.
- Cariño que ha pasado- Preguntaba su madre mientras se acercaba a la cama de su hija- Acaso habeís peleado Sandra y tú- Dijo una vez sentada y tocando la bella cabellera de su hija.
- No, no es nada de eso, es más complejo.
- Entonces explícamelo
- ¿Y por donde empiezo?
- Creo que por sacar la cabeza de la almohada- Respondió.


En otro lugar de la ciudad a la misma hora...

No lo entendía. Estaba en su cuarto, tumbado en su cama y mirando el techo, y todo por culpa de aquellos dos estúpidos amigos que se habían declarado la guerra, o algo aún peor, romper su amistad. Cuando les junto pensó que se reconciliarían y sin embargo había conseguido todo lo contrario. Y todo por culpa de aquel estúpido sentimiento llamado amor. Odiaba al amor, tan pronto puede salir bien como mal...

Y en él, el amor había entrado en su vida, tanto que lo odiaba.
"No, en tu vida entro el señor X" - Se dijo así mismo.
Era bastante absurdo engañarse por cambiar el nombre a las cosas, por que su significado siempre será el mismo, aunque le pongas mil nombres, siempre estará ese sentimiento.

A la mañana siguiente por la tarde...

- ¿Y que te vas a poner?- Preguntó Esther sentada en la cama de su hija.

- No lose- Respondió Elsa  sacando asta la última prenda que quedaba en su armario.
- ¿Has llamado a Sandra para quedar?
- Si mama- Dijo cansada, caminando de un lado a otro.
- Oye cariño al final no me contaste que te pasaba ayer.
- Ah- Dijo parándose de golpe- Es sólo que- Se acerco a su madre- Siento que mis amigas... ya no son tan amigas.
- Y eso cariño- Preguntó con dulzura Esther, acariciando con ternura el rostro de su pequeña.
- Son egoístas- Dijo mientras se levantaba- Muy egocéntricas- Empezó a explotar- y no las soporto, siempre son ellas, ellas, ellas y después y mas tarde ellas. Estoy harta sabes, siempre que intento contarles algo importante me cortan con sus estupendas historias, estoy harta.
- Entonces no les cuentes nada- Dijo sin más
- Claro- Contestó Elsa sin parar de moverse por toda la habitación- Tú no lo entiendes por que no eres joven.
- Claro que lo entiendo. No les cuentes nada y ya esta, y cuando lo quieran saber tampoco.
- Nose..- Respondió mientras hacia dos conjuntos encima de su cama y los montaba.- ¿Cual te gusta más, el de la derecha o izquierda?
- izquierda- Respondió su madre echándoles un mirada furtiva- No enserio cielo, inténtalo, seguro que así las sacarás de quicio.
- Si- Respondió Elsa con su cabecita en otro lugar- Bueno mama se me hace tarde y me tengo que ir- Dijo andando por el pasillo para bajar a la planta de abajo mientras su madre la pisaba los talones- Por cierto ¿Podrías apagar la plancha más tarde?- Dijo abriendo la puerta que da al jardín.
- Si claro.
- Y otra cosa más- Se paró antes de cerrar- Gracias por dejarme salir y no decirle nada a papa, eres la mejor madre.
- De nada- Esbozó una sonrisa Esther- ¡Pásate lo bien, y no llegues tarde!- Chillo mientras su hija abría la puerta del jardín de la entrada para salir a la calle.


- ¿Bueno y que hiciste todo este tiempo?- Preguntó Sandra para cortar el hielo mientras bajaban la cuesta para ingresar en el parque.
- Pocas cosas- Dijo, haciéndose la desentendida Elsa.
- Venga no me puedo creer que no te hubiese pasado nada- La acusó Cristina.
- Pues así fue- Contestó sonriente Elsa.
- ¿Y por que no saliste?
- Por que no quería.
- Hoy estas muy rara- Dijo Sandra con el entrecejo fruncido.
- Lose- Respondió- Bueno ¿Y que tal vosotras?- Preguntó, algo que pocas veces tenía que hacer.
- yo ya te conté.
- y yo nada nuevo por el pueblucho ese, igual de aburrido- Mintió Cristina. Le daba demasiado vergüenza aceptar que conoció a alguien de internet.
- Oye ese no es...- Dijo Cris, mientras agudizaba su mirada.
- ¿Quién?- Respondió de inmediato Elsa.
- ¿Pedro?
- ¿Pedro?- Pregunto San exaltada- ¿Donde?
- Allí mirad- Señalo hacia un banco. Todas mirando a la vez y Elsa, queriendo y no queriendo que se encontrase allí Alonso, que por suerte o defecto allí estaba.
- Es verdad... y esta acompañado de Alonso- Dijo San mirando a Elsa fijamente.


-Oye Alonso- Dijo sergio- Aquella no es tú hermana.
- ¿Quién?- Dijo, intentándose hacer el desentendido.
- Aquella que se ha sentado en aquel banco.
- No ,tio.
- ¿De que habláis?- Pregunto Oscar apareciendo de repente en la conversación con Pedro al lado.
- De nada- Respondió ágilmente.
- No mientas- Le dio un codazo amistoso Sergio- le estaba diciendo que aquella chica - Señalo a Elsa- es su hermana, pero el lo niega ¿Tu que crees?
Pedro estaba a punto de hablar de lo mentiroso que llegaba a ser su amigos, a punto asta que Alonso le fulminó con la mirada para que logrará mantener la boca cerrada.
- ¿Que que creo?- Dijo mirándola fijamente.- Creo que es la chica más guapa que he visto, y como tu decías el otro día- Dio un manotazo en el pecho de Alonso- No hay nada más guapa que ella.
- En serio, dejaros de bobadas, esa no es mi hermana.
- ¿Cuanto te ha puestas a que es tu hermana?- Le reto Sergio.
- Nada, de acuerdo, dejemos lo.
- ¿Qué pasa, acaso crees que vas a perder?
- No me pienso apostar nada, si quieres vamos y lo compruebas por ti mismo, pero te advierto de que harás el ridículo- Dijo esperando que aquello le convenciera a Sergio, pero lo que ni mucho menos se esperaba es que soltase un alto y claro:
- Pues vamos.



Llevaban bastante rato mirandola, sin embargo no quería comerse la cabeza con preguntas y ni mucho menos mirar a aquellos parar de babosos que no la quitaban el ojo y la señalaba. Ella simplemente miraba aquellos gélidos ojos que parecían querer acuchillarla. Su mirada ahora tan distinta, era tan... poco familiar. Parecía no haberle conocido nunca.
Y eso que por un momento llego a pensar que aquel anónimo podría ser él, pero de vuelta se equivoco, por que seguramente él ya se hubiera enterado de por que salieron de la comisaría de policía de rositas. Y por ello seguramente no quiera saber nunca más de ella. Si los suegros ya dan miedo, imagínate que fuese policía, y peor aún, que te hayan pillado sin casco, sin licencia, sin carnet y encima con su hija.


- ¿Eres Elsa García?- Preguntó aquel chico que a la lejanía la señalaba.
¿ Cómo podría haberse metido tanto en sus pensamientos hasta no ver como venían?
- Si- Respondió de inmediato Alonso. Algo que le extraño bastante a Elsa- Tenéis razón es ella. Ahora nos vamos- Dijo por lo bajo.
- ¿Que acaso no la saludas?- Pregunto el otro chico rubio.
- No- Dijo duramente Alonso, tanto que parecía una piedra en el corazón de Elsa.
- Vamos- Le empujaron sus amigos- Así de paso nos la presentas.
- Hola- Dijo secamente Alonso mientras miraba a los alrededores.
- Hola- Se levanto Elsa del banco, y le dio dos besos.
- Te presento a Sergio y Oscar.
- Encantada- Respondió Elsa a la vez que les saludaba.
- ¿Nos vamos?- Pregunto Alonso irritado.
- No seas aburrido- Comentó Sergio haciéndole callar.- No sabíamos que Alonso tenía hermanas
- ¿Qué?- Casi llego a gritar Elsa.
- Si querida hermanita- Intento actuar Alonso pasando su brazo por el hombro de Elsa- Ayer les comenté algo de ti y están que babean.
- Ah- Solo logro decir.
- La verdad es que no esperábamos que fueras tan guapa como el decía- Dijo el rubio(Sergio) lo que ruborizo a Elsa. ¿El pensaba que ella era guapa?¿La más?
- Muchas gracias hermanito- Dijo Elsa estirándole los mofletes, si el quería jugar, ella también iba a pasárselo bien.
- No me estires los mofletes- Se quejo Alonso retirando las manos de Elsa. Noto su frío, no se había dado cuenta asta ahora pero estaba en pleno otoño y ella no llevaba ni siquiera una chaqueta decente, ahora si que estaba realmente preocupado, quizás podría cojer un catarro grave, de esos que antiguamente lograban matar a la gente, o podría estar varios días en cama, como le paso una vez a él. Quizás incluso llega a perderse algún examen y no puede estudiar, quizás...- Se toco la frente extasiado- quizás esta siendo un poco exagerado, simplemente cojería un poco de frío y le dolería un poco la garganta al día siguiente, pero no se moriría.
- Entonces ¿Que?- Dijo Elsa, al parecer se había perdido una gran parte de la conversación.
- Si, estaría bien, realmente suena divertido- Respondió Sergio- A ti que te parece- Le pregunto a Alonso.
- Si a ti te parece bien a mi también- Dijo confiando en la decisión de su amigo, sin saber ni siquiera de que se trataba.
- Bueno, pues adiós bellas damas- Dijo poéticamente Oscar. Y todos se despidieron.

- ¿Quienes eran todos ellos?- Preguntó curiosa Sandra.
- No lose, ni me importa- Respondió Elsa. Ella sabía que lo que había echo no estaba bien, no estaba para nada bien si tomamos en cuenta el trato que tomo con su padre, pero de un momento a otro se vio obligada, o mejor dicho queriendo una segunda cita, aunque sólo fuese como amigos.




Capítulo 7: De mal a peor


No se lo podía creer ¿Confiar en Sergio? porque puñetas decidió confiar en él, Alonso lo único que quería era alejarse de la dulce Elsa,y lo que consigue es tener  otro día más acompañado de sus amigos, Ella, la ex de pedro y la otra chica de la cual no recordaba el nombre, si el padre de ella se enterase todo acabaría bastante mal.
El lobo volvía a acercarse a la tierna caperucita. ¿Acaso creáis que una relación entre un lobo y una caperucita acabaría bien? Estaba claro que no, caperucita era inocente y el lobo sabía bastante sobre la vida.
-Pásamela- Le chilló Elsa con la mano levantada, pero la volvió a ignorar y se puso delante de la cancha, pego una salto, tiro la pelota y por quinta vez volvía a fallar. Estaba claro que no estaba atento a lo que tenía que estar.
- Mierda- Murmuro.
- ¡ Sabéis que! yo paso, me voy- Contesto Elsa bastante cabreada saliendo del recinto. Llevaban una hora jugando al baloncesto todos juntos, menos Sandra y Cristina que decidieron sentarse en un banco a conversar sobre sus cosas, y todavía el marcador iba 2-20; y esas dos fueron gracias a ella por aquel mamaracho no tenía la valentía de pasarla la pelota.
- Ei espera princesa- Dijo Sergio  mientras corriendo a su alcance agarro su brazo.
- No, estoy harta de ese de ahí- Señalo a Alonso, el cual se encontraba en una pose de chulería con el balón girando sobre su dedo índice.- Mírale, si es estúpido- Dijo antes de que a Alonso se le cayese el balón por aquello que dijo.
- No le des importancia, como si no conocieses a tu hermano- Dijo haciéndola entrar en sorpresa ya que se le había asta olvidado.
- Ya... y se cree todo un machito- Dijo mirando a Alonso.
- ¡Por que habláis tan lejos de mi!¡ Mejor ven aquí y me entero!- La desafió gritando, y Elsa como niña pequeña mordió el anzuelo y agarro fuertemente del brazo a Sergio asta que llegó a ponerse a cara a cara con Alonso.
- ¿Y ahora que?- Pregunto con desdén.
- Ahora creo que ya podemos seguir jugando- Determino Alonso botando de nuevo el balón  y dejando a Sergio allí de pegatina.
- No, en todo caso me cambio de bando. Por que se que por lo menos a otros hombres no les da la vergüenza de que sea capaz de hacer más puntos que ellos.
- No digas tonterías seguro que si te la hubiese pasado hubieses fallado- La planto cara.
- ¿Igual que tu?-Levantó una ceja- Si los dos puntos son gracias a mi.
- Y a mi por haberte la pasado
- Mentira, la tuve que robar.
- Con lo torpe que eres pensaba que no sabías robar balones del contrario.
- No soy torpe
- Vaya que no
-  ¡ En todo caso, ese no era el tema!- Le recriminó.
- Ya- Dijo sonriente.
- Encima no hables de torpe que tu te olvidaste del casco, del carnet y la licencia de moto- Soltó poniendo una pose divertida, una de triunfadora.
- Sólo soy descuidado pero eso no quiere decir que sea torpe.
- ¡Vaya que no! Y que me dices de cuando me llevabas a ciegas por el sendero y casi me caigo por tu culpa.
- Eso fue culpa tuya, por andar arrastrando los pies.
- Claro, estaba cansada- Dijo irritada.
- Pues tampoco habíamos andado tanto- Resopló.
- Bueno es que pensaba que a las damas las trataban con elegancia.
- Ya- Dijo, continuando con lo primero que le vino a la mente- Pero es que tú no eres una dama.

Elsa se quedo en blanco y petrificada como una estatua, ni siquiera se acordaba en que momento comenzaron ha hablar dándose la espalda y sin mirarse, y ni mucho menos desde cuando empezaron a hablar de la cita. Espera... de la ¡¿DE LA CITA?!
Los dos a la vez se giraron y después de verse mutuamente miraron a sus alrededores con nervios, pero se habían quedados tan absortos en quien llevaba razón en aquella discusión que sus amigos aburridos se fueron a charlar al banco donde estaban sus amigas y les habían dejado totalmente solos.
Aún así y después de todo Elsa en el fondo se encontraba triste no le había gustado nada aquella contestación pero sin tener demasiadas reacciones para elegir, simplemente bufó y se encamino al banco dejando que Alonso la pisará los pies.
- Hola- Dijo Elsa intentando parecer alegre y cortando el filtreo entre Sandra y Sergio.
- Hola-Dijo sin ganas Sandra.
- ¿Ya habeís terminado de discutir?-Pregunto Oscar.
- La verdad que no, es como si el fuese mi hermano pequeño.
- Pero soy el grande- Dijo revolviendo el cabello de su "hermana"
- ¿Eres tonto o que?- Le dio en la mano de él, de verdad estaba cabreada por lo de antes- Sabes que te la tengo jurada así que ten cuidado.
- Uhhh que miedo me das, que se te va a ocurrir ¿Mancharme con ketchup?- Y rió a carcajada limpia.
- Soy vengativa y rencorosa- Dijo matándole con la mirada.
- Y yo ya soy grande para tanta tontería.
- Oye dejarlo ya- Cortó Sergio llamando la atención de Elsa al notarle irritado- Parecéis un par de ancianos casados.
- Además se me ha ocurrido una gran idea- Dijo Sandra entusiasmada- Podríamos mañana pasar la tarde en el cine ¿Que os parece?
- A mi gusta esa idea- Coincidieron todos menos el de siempre.
- Yo paso- Dijo Alonso.
- ¿Por qué?- Pregunto Sergio, algo que todos querían saber.
- No tengo money, y sin money no hay cine- Levantó los hombros con pose despreocupada.
- Bueno podríamos verlo en mi casa- Propuso Sandra.
- Si esa es buena idea, por que tiene un gran proyector en el ático que...
- Cállate, nadie pidió tú opinión- La cortó Alonso.
- No empecéis por favor- Suplico Sergio.
- ¿Entonces?- Recordó Sandra.
- Vale, en ese caso si- Contestó Alonso.
- Pues ya esta dicho mañana nos llamamos en cadena e informamos de la hora, adiós chicos- Y se despidió de todos.
- Yo también me voy- Dijo Cristina a la vez que Oscar.
- Si quieres te acompaño- Propuso scar ya que iban a la misma dirección.
- Si claro- Contesto tímida.
- ¿Y quieres que yo te acompañe?- Pregunto entusiasmado Sergio a Elsa.
- No- Respondió por ella Alonso.- Ya la acompaño yo- Le miro con rencor.
- Vale- Se desilusionó- Os veo mañana.

- ¿Por que te has propuesto acompañarme?- Pregunto Elsa después de estar un rato acompañándola.
- Por que se supone que eres mi hermana ¿No?
- Si, ya claro- Contestó con desdén.
- Además que yo me voy ya, para ir a mi casa tengo que cojer el otro camino- Dijo en una rotonda.
- A vale, gracias. Si eso podías haber dejado que Sergio me hiciese compañia.
- No hermanita- Volvío a revolverla el cabello- Ese chico no me gusta para ti.

Y así se fue andando con una sonrisa divertida.

Giro con miedo el pomo de la puerta, asta que al abrir escucho los gritos de adentro y su padre abriendo la puerta furiosamente.
-¡Otra vez en las mismas!¡Estabas castigada!- La regaño.
- Lo siento papa, yo... sólo fui a informarme de los deberes.
- Si ya claro, tu te crees que tu padre es tonto ¿Verdad? ¡Ala! dos semanas más castigada.
- ¿Como? ¡Encima que acedí a tu chantaje!- Dijo y al rato se tapo la boca al ver a su madre presente. Una de las condiciones del tratado era que Esther no se enterase.
- ¿De que chantaje habla?- Pregunto Esther mirando a Tom.
- Ninguno- ametralló su padre a Elsa con la mirada.
- Ahora mismo-Agarro tanto a la hija como al padre de la oreja- Me vais a contar todo- Y les sentó bruscamente en el sofá.
- Fue su culpa- Señalo Elsa a su padre- El me obligo aceptar el trato, si no Alonso se quedaría en la comisaría de policía un largo tiempo.
- No perdona- Miró Tom a Elsa- Fue la tuya por andar con chicos tan irresponsables.
- De todos modos, no tienes que meterte en mi vida como si fuese una niña pequeña.
- Entonces para de comportarte como tal- La riño.
- Y tu como un padre sobreprotector.
- De todos modos fue su culpa- Se dirigía esta vez Tom a Esther .
- Bueno yo me voy- Dijo enfadada Elsa.
-Tu no te vas a ningún sitio- La sentó su madre de nuevo- Y ahora mismo me contais todo desde el principio, que solo tengo algunas ideas deambulando.
Estuvieron tendido rato asta que una versión y otra coincidieron, y después de escuchar todo Esther dijo:
- Tampoco es para tanto, tu hija no es una cría  A lo que Elsa acepto con la cabeza, haciendo un cierto ruido de ritintin para Tom.
- ¿Como que no es para tanto? ¡Tú me has escuchado! tu hija podría haberse matado.
- Pero no fue así.
- Sabes que, que sabes que tu hija es culpable y por eso la defiendes, siempre defiendes los casos perdidos.
- No, lo que no me parece normal es que chantajes a tu hija.
- Se lo merecía y... además, así se alejaba del muchacho.
- Que educación crees que la das, al chantajearla diciendo la que si deja de ver a ese muchacho tu la bajas los días de castigo y además le dejas irse a su casa al joven.
- Una muy buena, y no hay nada más que hablar, castiga asta último aviso- Dijo levantándose del sofá y dando la conversación por concluida.

La única conclusión es que ahora empeoraba, además de tener presente que no podía ver a Alonso tampoco podía salir. Todo iba de mal en peor.



Capítulo 8: Importunidades


En cualquier vida dos semanas no dan tiempo para muchos cambios, pero en la vida de Elsa sí. Su habitación había sido totalmente cambiada por colores de esperanza y viveza. Poco a poco le gustaba cada vez más Sergio, pero no podían llegar a nada serio asta que ella no pusiera en funcionamiento el plan de venganza contra Alonso, en cuanto a él, no sabía nada de su vida y tampoco lo necesitaba.
Un sonido bastante irritante la saco de su concentración en los deberes, aunque no la importo por que seguramente su querido anónimo estaba allí como todos los días, sin embargo cuando vio en la pantalla Cristina su emoción desapareció por pequeños momentos.

Que bien tía por fin acaba hoy tu infierno. Pd: Cris
Si aunque no cantes victoria tan pronto, todavía no he hablado con mi padre. Pd: Elsa
Si quieres esta tarde me paso por tu casa, por si acaso. Pd: Cris.
¡Estaría bien! Bueno me voy que me esta llamando mi padre :$ Pd: Elsa

Y ahora le tocaba hacer frente a su padre sin sentirse por una vez una traicionera, ya que desde aquel día en que Esther descubrió el trato, la casa sólo ha estado llena de gritos, reproches y enfados, ya incluso a veces cuando Elsa se despertaba a media madrugada por culpa de algún maldita pesadilla y bajaba a la cocina a tomarse un vaso de leche, se encontraba a su padre durmiendo en el sofá, y todo aquello la rompía en dos, temía demasiado una separación entre ellos. 
Ella sabía perfectamente que sus padres solían discutir muy a menudo, es más, la estadística que realizo un día con su padre para tomarse unas risas, determinaban que no se libraban de dos discusiones por día, y a veces era asta gracioso verles discutir, y empecinados por quien tenía razón y quien no. Sin embargo todo aquello se había salido de sus manos y sobre todo de su alegría,  por que ahora sólo la provocaba enfado y culpabilidad.
Y entonces antes de tocar la puerta del despacho su móvil vibro dentro de su bolsillo.


Me alegro de que por fin tu castigo se terminé, pásate lo bien Att: A

Y entonces aquello le dio más fuerzas para hacer frente a su padre.

- Hola- Dijo Elsa entrando al despacho de su padre- ¿Qué querías?
- Hablar sobre tu castigo. Pedirte perdón y... ¡¿De verdad tengo que hacer esto?!- Grito en alto.
- ¿Hacer que, papa?- Preguntó Elsa pesando que su padre ya había enloquecido.
- ¡Ella tuvo la culpa no yo!- Volvió a gritar ignorando a su hija, cuando de pronto la puerta del despacho se abre dejando ver a su madre con los brazos cruzados y realmente enfadada.
- Quedábamos en que te disculparías con todas sus consecuencias- Dijo Esther.
- No quedamos- Respondió Tom- Quedaste
- Sabes que? ya me da lo mismo, quiero que te vayas de casa- Dijo encolerizada su madre, algo que dejo de piedra tanto a Elsa como a Tom, sin embargo ¿Qué hombre pierde su orgullo?
- ¿Y por que yo? Por que no te vas tú- Dijo volviendo a tomar la compostura de hombre sin sentimientos.
- Por que no me da la gana- Dijo Esther.
- Pues a mi no me da la gana irme tampoco- La contestó Tom y entonces se escucha un llanto, como un murmuró casi silencioso. Tanto Esther como Tom miraron a su hija la que se encontraba tapando su cara con las dos manos.
- Encima ya la has echo llorar- Dijo Esther corriendo a abrazarla.
- ¡No!- Respondió cortante Elsa con que noto el contacto de su piel con la de su madre- Estoy harta de todo esto ya. Mama- Dijo girándose para verla y dando la espalda a su padre- él no tuvo la culpa, el no es el que tiene que pedir disculpas, ya se que no te gusta verme llorar, pero papa sólo intenta enseñarme y entiendo que no estuvo bien montarme en la moto con aquel chico, y ahora- Se giró dando la espalda a su madre- Tú no tienes que ser tan duro con mama, y dejar tu orgullo de machito por que eso no te va a llevar a nada, no hace falta que me recuerdes con tu mirada todos los días que hice mal y tampoco quiero que discutáis por mi, por que si os divorciáis yo me sentiré culpable- y entonces todos en aquella habitación menos ella encontraron gracia a eso, y echaron a reírse- ¿Y ahora que?
- Cariño- Comenzó su madre- Es muy tierno lo que has dicho pero aunque tu padre y yo nos enfademos, nunca nos vamos a separar- Dijo esto mirando hacia Tom, el cual se levantaron de su silla para poder abrazarlas.
- Te quiero- Dijo Tom abrazando esta vez sólo a Esther- y no me gusta que nos enfademos.
- Yo también te quiero
- Además ese sofá me mata la espalda- Dijo intentando que Esther no tomase muy en cuenta sus palabras anteriores- Creo que deberíamos comprar uno nue...- Pero fue interrumpido por un beso tierno por parte de Esther.
- Eh! que todavía estoy aquí- Dijo Elsa contenta, pero aún así aquellos dos no alejaron sus labios simplemente la empujaron para salir del despacho, a saber que ocurriría allí.

Después de aquello todos en aquella casa eran felices, Esther y Tom por que por fin habían arreglado ese maldito enfrentamiento que se mantuvo durante días como si fueran niños de parvulario, y Elsa por que su anónimo había vuelto a escribirla, como cada mañana hacia, a veces la mandaba canciones mediante la radio y otras tantas la escribía textos, poemas o simples comentarios mediante el móvil.

- ¡Dime que te dejan salir!- Dijo Cris nada más entrar por la puerta.
- ¡Si!- Contestó Elsa abrazando a su amiga y pegando saltos juntas.
- ¿Por que tanta alegría? - Preguntó Tom apoyado en el marco de la puerta, con su descafeinado casi hirviendo en su mano.
- Por nada que te importe papa- Dijo Elsa mientras seguía saltando con su amiga.
- Viste a si debes de mantener a tu hija de feliz- Dijo Esther tomando de la corbata a Tom y llevándolo escaleras arriba.
- ¿Y estos?- Pregunto Cristina.
- Reconciliaciones- Rodó los ojos- No se como les prefiero si enfadados o tirándose miradas provocativas todo el tiempo- Suspiró.
- Por lo menos ya no están enfadados, algo es algo- Elevo los hombros Cristina- Y por cierto a lo de hoy- Dijo entrando al salón para sentarse en el sofá- Hemos pensado en ir a una fiesta
- ¡FIESTA!- Dijo Elsa mientras que los ojos se la iluminaban- Pero... no creo que me dejen mis padres.
- ¡Escapate !
- ¿Para que luego me vuelvan a castigar?
- Bueno... si quieres nos quedamos aquí en tu casa y vemos una película aburrida poniéndonos gordas mientras comemos pizza y Sandra esta en la fiesta.
- Visto de esa forma- Dijo alegre de nuevo y yendo a la habitación para elegir ropa.


-Y...¿Donde es la fiesta?¿Que me pongo?¿Quién va?- Dijo nada más cerrar la puerta de la habitación.
- Pues es en una casa de ricachones, así que como ves- Dijo abriéndose el abrigo largo que dejaba ver otra cazadora y un vestido bastante bonito, era negro con piedrecitas verdes y marrones que hacían juego con sus ojos, y atractivo a la vez- Yo tengo truco debajo de este abrigito de niña buena, y bueno va ese chico loco que dice ser tú hermano.
- Todo eso lo complicas más, tú vas preciosa, ¿Como voy a competir contra esto? Sabes que, mejor vete tú,   nunca encontrare un vestido en condiciones.
- Yo tengo uno- Dijo de repente Esther apoyada en el marco.
- ¡Mama! cuanto tiempo llevas ahí- Pregunto nerviosa.
- Lo suficiente para saber que necesitas un vestido elegante y que te quieres escapar por la noche.
- No se lo dirás a papa ¿Verdad?
- Cariño esta a mi lado mordiendo una manzana-Dijo a la vez que aparecía Tom a su lado.
- Te dejo ir, pero sólo por que llevas días sin salir- Y después se fue.
- Anda venir, hace mucho tiempo cuando tuve el baile de fin de curso con tu padre, llevaba un vestido precioso y lo guarde por si algún día te hiciese falta.


- Vallaaaaa- Dijo Cristina nada más verlo.
- Es precioso mama. Nunca pensé que tuvieses un vestido así- Dijo mientras acariciaba con cuidado la tela, miedo de crear algún imperfección, era un color bastante parecido al rosa palo, y aunque por delante pareciera un vestido normal y sencillo lo hacia más perfecto al descubrir después la espalda descubierta en donde el vestido la entrelazaba por pequeñas tiras de color plata brillantes.
Después en la habitación su madre, Esther, la maquillo asta que quedará como una princesa, y Cristina experta en cabello, le rizo suavemente cada mechón sin querer dejarlo alborotado, casi se parecían a unas ondas al agua.

Mientras en aquella fiesta...


- ¿Hoy va a venir tú hermana?

- No lo se Sergio- Respondió Alonso- Y tampoco me importa.
- De acuerdo, que gruñón estas hoy hijo, bueno me voy a saludar a Sandra.
- No tan rápido- Le paró Pedro- Dime ¿Qué intentas con ella?
- Nada.
- Se como la miras y que sepas que ella es mía.
- Bueno eso ya lo veremos.
- Espera- Le paro esta vez Alonso- ¿No estabas colado por mi hermana?
- Si la verdad es que es bonita, y casi la tengo en el bote, pero casi nunca sale y mi querido amigo necesita un poco de sexo.
- Ni se te ocurra utilizar a Sandra por eso ¿me oíste?- Se enfureció Pedro.
- Que yo sepa tu hiciste lo mismo.
- Chicos...- Intentó decir Alonso.
- Yo no la utilice, simplemente las cosas no se dieron.
- Si claro, a ella puedes decirle eso, pero a mi no me engañas.
- ¿Y tu que sabes?
- Se que estas en nuestro grupo y que siempre serás como nosotros.
- ¿Y como sois vosotros?
- Ya lo sabes, Alonso hace poco le puso los cuernos a su novia y ni si quiera le importo.
- Chicos...- Dijo esta vez Alonso más contundente.
- si ya, pues yo no soy así.
- ¿Ah no? Acaso no fue por que la culpa de haberla engañado te pudo- Intento indagar.
- No- Le reto con la mirada.
- Qué raro y mira que oí que la engañaste con Jenny.
- Queréis callaros ya- Les grito Alonso. Entonces ese era el día de las importunidades,  el día en el que te tendrías que callar la boca , por que hay estaba Sandra, escuchando todo desde hace un buen tiempo y con lágrimas recorriéndole el rostro.
- ¿Es eso cierto?- Preguntó Sandra como pudo.
- Claro que no- Respondió veloz Pedro- Todo es mentira.
- Por que hiciste eso, te veía capaz de muchas cosas, pero de esa no- Dijo mientras su corazón se hacia añicos.- Y tú- Miró con odio a Sergio- No quiero que me vuelvas ha hablar en la vida.
Sergio echo a correr detrás suya para pedirla perdón y excusarse de no haberselo comentado antes, y mientras tanto Pedro estaba impotente de no poder ir detrás suya por la llegada de su nueva novia.
- Hola cariño- Apareció una chica con el cabello pelirrojo, ni muy guapa ni muy fea.
- Hola-Dijo el.
- ¿Qué te pasa?
- Nada- Respondió seco-  ¿Nos vamos?- Preguntó con una sonrisa.
- De acuerdo
- Bien- Susurró Alonso- ahora encima me quedo solo, genial- Y se dirigió a la barra.



vestido de Cristina pero sin los guantes.

Vestido de Elsa.









Capítulo 9: La fiesta



Cuando Elsa y Cristina entraron por la puerta llamaron la atención de todos los ricachones de la sala, algunos las ofrecieron algo para beber, otros las llevaron el abrigo al guardaropa, pero ese día ellas dos querían pasarlo juntas, y divertirse.
-¿Quieres algo de beber?- Pregunto Cristina a Elsa.
- Si, pídeme cualquier cosa.
- Eso esta echo- Dijo desapareciendo entre la gente.
Elsa ando por todo el pasillo, mirando cada detalle de aquella lujosa mansión, saludando a gente que conocía, sorprendiéndose por otra tanta gente que se besaban. Recorrió toda la planta baja, pero él no estaba allí. Y por que demonios le estaba buscando ¿Ya no era que no significaba nada para ella? No era que dejo de tomar importancia, además no estaba comenzando a sentir ¿Maripositas? por Sergio... Todo era tan confuso.
Después de un rato, deshizo su camino al recordar a su amiga cristina, y una vez llegado al hol al no verla se aproximó a la barra, donde al no ver a Cris si vio a Alonso.
- Hola- Se atrevió a decir él.
- Ah, hola- Dijo ocultando su ilusión, y con un tono desentendido.
- ¿Que tal la fiesta?
- Bien- Dijo sin más
- ¿Que te ha pasado estos días?
- Nada, he estado castigada- Dijo mirando a la gente que entraba y salía por la puerta.
- ¿Por que estabas castigada?- Dijo, con la intención de poder entablar una conversación con ella más equitativa.
- Por llegar tarde.
- ¿Oye te pasa algo?
- Eh,- Dijo mirándole a los ojos por primera vez- No ¿Por?
- Te noto ausente.
- Será que estoy buscando a Cristina, bueno me voy. Adiós

Y todo esto por que Elsa se dio cuenta por fin que no quería una venganza, simplemente no quería nada con él. Siguió buscando a Cristina aunque sin éxito, cuando de repente le comenzó a sonar el móvil.

Te queda muy bien ese vestido. Att: A

No podía creérselo, su anónimo se encontraba en aquella fiesta y mirándola,  además de que aquel mensaje era el segundo en el día de hoy, y eso rompía las reglas. Miró a su alrededor buscando a alguien que se encontrase mirándola, pero no descubrió a nadie infraganti.

¿Me buscas?. Att: A

Volvió a vibrar su móvil, y leyó el mensaje, más entusiasmada aún en su búsqueda, se subió al primer escalón de aquella reluciente escalera, sin seguir viendo a algo más que borrachos, pero... ¿Y si su anónimo se encontraba borracho?¿De ser así también quería conocerlo en aquellas circunstancias?. Ella asintió la cabeza, dando una afirmación a aquella pregunta, por que estuviese donde estuviese, y estando como estará, sabía que la estaba mirando.

Primera planta, segunda habitación a la derecha. Att: A

Y entonces la curiosidad le llenó por dentro ¿Se encontrará en aquella habitación? Y... ¿Por que la citaba en una habitación? Aquello no le gustaba nada, ni se fiaba. Aunque era comprensible que con la música tan alta en el piso de abajo y en los pasillos que daban a las habitación tampoco podrían hablar, aún así podía haberla citado a fuera. Pero... ¿y si no era como ella le había idealizado?. Dejando atrás sus dudas, comenzó a subir escalón por escalón, y una vez en la primera planta tuvo que hacerse paso entre la gente que hacia cola para el baño y para las habitaciones, pero no había ninguna segunda habitación a la derecha. Quizás se había confundido al leer el mensaje. Lo volvió a releer mostrando más atención, pero si, aquel mensaje decía claramente segunda habitación a la derecha, ¿Y si quizás se equivoco y quiso decir segunda habitación a la izquierda? Avanzó asta la puerta, escuchando las quejas de las personas al colarse, y cuando abrió la puerta, se encontró con una pareja en la cama, rápidamente la cerro y se echo atrás  ¿Quizás primera habitación a la derecha? Fue, la puerta estaba cerrada, y para su asombro cuando la abrió no se encontraba nadie allí, ni cama, ni muebles, al no escuchar las quejas de las parejas decidió entrar y cerrar la puerta tras ella. Miró atentamente la habitación en búsqueda de alguna señal, pero no había nada, y entonces fue ahí cuando la puerta que la daba la espalda se abrió y se cerró tras si, y con ello apareció él.

Cuando Cristina se iba a dirigir a por las bebidas....

-¿Quieres algo de beber?- Pregunto Cristina a Elsa.
- Si, pídeme cualquier cosa.
- Eso esta echo- Dijo desapareciendo entre la gente.

Cristina se fijo en toda la gente que había, que ha decir verdad era más de la que esperaba, y sin quererlo se chocó contra algo. Cunado miró al suelo y vio la bebida de aquella persona desparramada en el suelo, se sintió bastante torpe.
- Lo siento, no te vi- Dijo mientras alzo su mirada, y entonces, lo vio. Un castaño, un castaño como otro cualquiera, de no haber sido que ese castaño lo conocía ella bastante. Se fue a escabullir pero aquel hombre la agarro de la muñeca.
- No pasa nada- Dijo contento mientras alzaba la mirada asta encontrarse con la de ella. Y todo signo de felicidad se fue.- Hola
- Hola. Yo... lo siento Alberto.
- No no pasa nada
- Bueno me voy-Dijo Cris mostrando una sonrisa falsa.
- Va.
- De acuerdo- Dijo esto ultimo haciendo como si supiera donde se tenía que dirigir, pero en verdad ni se acordaba de las bebidas ni tenía ganas de beber ya, ni de bailar junto con su amiga, que por cierto ... ¿Donde se encontraba Elsa?
El destino fue cruel- Penso Cris- Hay probabilidades crueles, de que conozcas a una persona vía Internet y no aceptes conocerla en persona y por cosas de la vida acabes encontrandotela, pero encontrartela por segunda vez, aquello, era un destino cruel
- Ven tengo que hablar contigo- La cogió alguien de la muñeca, y la arrastro asta la calle.
- Estoy rallada- Dijo al fin Sandra.
- San, me esta esperando Elsa.
- Hazme caso, me encuentro mal.
- ¿Has bebido demasiado?
- No, no es eso, es que... me enterado de que Pedro me puso los cuernos.
- ¿Qué que?- Preguntó Cris esperando haber oído mal.
- Pues eso... y yo estoy mal, además Sergio lo sabía y no me dijo nada.
- Si bueno... Segio no parece buena persona.
- ¿Por? Vale que no me lo dijese, pero de ahí a ser mala persona.
- Ya... bueno, mientras filtrea contigo, hace planes de novios con Elsa- Dijo seria cansada de toda esa tontería.
- ¿Qué que?- Ahora era San la que esperaba haber oído mal.
- Lo que oyes, solamente te esta utilizando para no aburrirse.
- Yo no soy pasatiempo de nadie.
- Yo lose- Dijo levantando las manos- El que no lo sabe es él.
- Pero seré ingenua, el comenzaba a gustarme y me estaba haciendo olvidar a Pedro.
- Si ya, pero tendrías que tener más cuidado.
- ¿Acaso crees que no tengo cuidado?- Pregunto a la defensiva- Acaso crees que mando en mis sentimientos.
- No, pero deberías hacerlo un poco.
- Bueno perdoname señora cuidadosa que no quiere enamorarse de nadie.
- Mira San, no quiero problemas vale.
- Si, tienes razón, me estoy poniendo un poco a la defensiva. Pero es que estoy harta, siempre que me gusta un chico anda tras Elsa, y mientras tanto yo soy el segundo plato.
- "La amante"- Dijo Cris riéndose, pensando que el mal rollo se había ido.
- A mi no me hace gracia- Dijo cabreada- Sabes que, me voy, no quiero saber nada de nadie, adiós.

Y así se fue, dejando sola a su amiga.

Capítulo 10: ¡Él! No, él, no.


De acuerdo que siempre en su mente estuvo la posibilidad de que A se refiriese a Alvaro, pero nunca tuvo claro que pudiera ser él. Además aquello pensó que solo podía ser una probabilidad pequeña.

- ¿Hola?- Preguntó Elsa confundida.

- Hola- Dijo el sonriente.

- ¿Qué... haces... tú... aquí?

- Creo que es mejor que te pregunte yo que haces tú aquí

- Esperar a una persona, aunque pensaba que ya estaría aquí dentro.

- y...¿Por que no puedo ser yo esa persona que buscas?

- No lo se- Dijo incómoda, girando la cabeza- Por que tú eres diferente a la que busco.

- ¿La conoces?

- No- Contestó poniendo una mueca rara

- ¿Entonces?

- Es sólo, que él es diferente a ti, no en lo físico por que no se como es... pero si en la personalidad.

- Ah, bueno, entonces... ¿me voy?

- ¡No!- Respondió veloz, acercándose lentamente a él - Quizás tienes razón y puede que seas él.- Dijo asta encontrarse a cinco centímetros de él. Acarició con delicadeza su rostro, mientras que Alonso se dejaba hacer, esta poso sus manos al fin en sus mejillas y mirándole a los ojos le atrajo hacia ella. Junta sus labios por segunda vez, moviendo los a compás .. Aquel era su segundo beso, y no había tenido más experiencias que aquellos dos, pero estaba segura de que sus besos son los mejores. Se separo de él después de un rato en el cual ninguno de los dos quería moverse. - Entonces ...- Comenzó a decir ilusionada, por que al fin había vuelto aquel Alonso que hacia cualquier cosa por conquistarla- Eres tú- Esbozó una gran sonrisa.

El comenzó a reírse, al principio sutilmente, pero cada ves esa risa aumentaba y aumentaba dejando en ridículo a Elsa.

- La verdad- Dijo mientras reía- No.

Y entonces Elsa se llenó de furia por dentro, le odiaba, ahora si que se había ganado a pulso su odio.

- Serás estúpido- Dijo después de darle una bofetada quitando le la risa y dirigirse hacia la puerta.

- Donde te crees que vas- Dijo Alonso agarrando su muñeca- Me gustaría disfrutar de este momento un poco más- Dijo acariciándose el lugar donde Elsa le había dejado rojo.

- ¿Disfrutar de que?- Preguntó enfadada.

- Dime, ¿Con quien te ibas a encontrar aquí?

- No te lo pienso decir, ¿Vale?

- Pues yo creo que si fíjate- Dijo retándola.

- Y como lo harás

- No se- Dijo girándose-  pero creo que a nadie le parezca algo serio que conozcas a una persona en una habitación y que no le conocías. ¿Os conocisteis por Internet?- Preguntó girándose de nuevo con una risa burlona.

- Mira, mi vida no te importa.

- Bueno entonces podré contárselo a quien quiera ¿No es así?- La retó

- Dime que quieres saber

- ¿Con quien te ibas a encontrar?

- Es una persona que todos los días me manda mensajes anónimos.

- ¿tan desesperada estas?

- Eres un completo idiota

- ¿Esto lo saben tus amigas?

- Eso si que no te importa.

- Dímelo, o se enteraran todos.

- No, ¿Vale? No lo saben. ¿Ya?¿ hemos acabado?

- No dulce, esto no se acaba

- No creas que me vas a poder chantajear cuando quieras.

- Eso ya lo veremos.- Dijo esto último mientras Elsa salía de la habitación, odiando le.



Y entonces al salir se encontró con Cristina.

- ¡Por fin te encuentro!- Dijo Cristina.

- Ah, hola, ¿Donde te has metido?

- No donde te has metido tú ¿De donde has salido?

- Eh, del baño

- Que raro, yo estuve con Sandra que creo que esta cabreada con las dos.

- Ah

- ¿Te pasa algo?- Preguntó al verla nerviosa.

- Eh no, pero podríamos ir a bailar.

-Vale



Bajaron todos los escalones asta volver a llegar a la planta baja y poder entrar al salón que era donde se encontraba el origen del sonido de la música. Desfasaron en el centro, se rieron, bailaron, cantaron... asta pegaron pisotones a la gente de atrás y después se disculpaban.



- Lo siento- Dijo por cuarta vez Cris, otra vez había pisado a un chico.

- No, no pasa nada- Dijo Alberto mirándola.

- Valla- Sonrió naturalmente- Parece que me sigues.

- Me concedes un baile- Dijo de repente.- Me lo debes- Se señalo al pie.



Ella aceptó y como en las películas románticas justamente sonó una música lenta típica de enamorados. Demasiado nerviosa y patosa se agarro a su cuello, prefiriendo no haber aceptado aquel baile.



- Estas preciosa esta noche- Susurró de repente Alberto en su oído, estremeciéndola.

- Gracias, tú también.

- Lo siento

- ¿Por que?

- Por lo que te dije la última vez que nos vimos, y no a la de hace unas horas. Fui un poco descortés.

- No importa, lo comprendo, después de lo cortante que fui.

- Dame una oportunidad- Volvió ha decir sorprendiéndola

- Yo... Pensé que lo deje claro.

- Y tan claro, pero... te extraño, y se que puede parecer estúpido, cursi o incluso una farsa, pero desde que te ví no he dejado de pensar en ti y de como sería mi vida si tú te quedases en ella- Dijo rápido, por que cuando Alberto se ponía nervioso, lo decía todo de tirón.

- Ya pero yo... no estoy segura.

- ¿No me has echado de menos?

- Si, bueno, claro que si- Se rió- Sobre todo nuestras charlas y decirte lo cursi que eres.

- ¿Entonces?

- Mira yo antes no creía en el destino, me parecía una estupidez cuando las parejas decían que estaban unidas por el destino, sin embargo desde que te conocí, me voy convenciendo cada vez más que el destino esta planeado y aunque una persona se sienta insegura o se oponga, el destino acaba poniéndole en cara su rumbo.

- ¿Que quieres decir?

- Quiero decir que ahora me tengo que ir, dejando esto en el aire, y que si nosotros tenemos que estar juntos, entonces tarde o temprano ocurrirá- Se alejo de él por que ya había acabado la canción, pero cuando se giró su amiga ya no se encontraba ahí, toda la noche había salido del revés a como pensaba.



Cuando Cristina se fue a bailar con Alberto...





Sintió un tirón en su muñeca y momentos después se encontraba enredada en los brazos de Alonso.



- Tú que pasa ¿Tienes doble personalidad?

- No- Dijo sonriendo burlonamente.

- Suéltame ¿Si?- Dijo al notar más fuerte sus manos en su cadera

- ¿Recuerdas que no te conviene dar ordenes?

- Miserable- Dijo apoyando su barbilla en el hombro de este.

- Necesito que me hagas un favor.

- Yo no tengo que hacerte favores.

- Pensaba que podría tratar esto por las buenas- Dijo separándose de ella y quitando su sonrisa- Te quiero ver mañana a las doce en el polideportivo.

- ¡Pero yo tengo otras cosas que hacer!- Se quejo

- Tú sabrás lo que decides hacer, pero recuerda que se tu "secretito".- Se hizó un silencio mutuo- ¿Te llevo?- Dijo al verla cansada.

- Yo... estoy esperando a Cristina.

- ¿Donde esta ella?

- Con un chico- Dijo, sin saber por que había dejado de mirarle con odio.

- Entonces déjala, vente y no estropees su noche- Dijo tirando con un poco de bruteza de su muñeca.

- Eh dicho que no- Sentenció ella.

- Y yo que si, vamos. Lo que menos necesitó es que te refríes y tengas una escusa para no venir mañana.- Y esta le siguió a tropicones. Cuando llegaron al coche el la abrió la puerta amablemente, y después una vez dentro encendió el aire caliente. Gracias a dios el móvil de Elsa sonó rompiendo esa tensión.



- ¿Si?

- Hola, soy Cris ¿Donde te has metido? Llevo ya un rato esperándote.

- Lo siento, es que me encontré con Alonso.

- ah.

- No es que me olvidase de ti, pero me ofreció a llevarme.

- Tia... ¿No te gustaba Sergio?- Dijo Cristina al otro lado, mientras que Elsa sabía que Alonso estaría escuchando toda la conversación.

 - Pues claro, ya sabes que me encanta Sergio, ¿Acaso crees que entre ese imbécil y yo podría pasar algo?- Preguntó, mientras miraba a Alonso con una satisfacción, que se sentía victoriosa de algo.

- No se, ¿entonces? ¿que haces con él?

- Bueno ya sabes lo pesados que se pueden volver algunos tíos por intentar tener una noche de sexo.

- Como eres- Se rió- Aunque pensaba en que pudiéramos dormir juntas- Se oyó desilusionada a Cristina por la otra línea.

- Vienes conmigo- Murmuró Alonso enfadado.

- ¿Ese era Alonso?- pregunto Cris divertida.

- Si, decía que si quería quedarme con él hoy . ¡Qué iluso!- Se rió burlona.- Y en cuanto a aquello,  podría llevarte aquel chico tan guapo a mi casa y allí nos encontramos.

- Es que el y yo...

- ¡Venga saca armas de mujer!. Bueno te dejo, adiós.



Después el viaje se tornó silencioso, Alonso agarraba fuertemente el volante mirando al frente, recordando las palabras de Elsa. Se vengaría, lo tenía claro, retiraría cada una de sus palabras, la volvería tan loca que... ¡Espera!¡ Qué estas pensando!- Se preguntó a si mismo. El hizo un trato, y debía mantenerlo pero... antes dedicaría un poquito de su tiempo en desquiciar a aquella joven que le robó el corazón desde la primera vez. Una vez paró y Elsa fue a salir la agarro más delicadamente que la vez anterior.

- No te olvides, a las doce.

- si, si...- Dijo abriendo la puerta, quitando importancia a las palabras de él.

- Espera- La volvió a parar- ¿Y el beso de despedida?

- Mejor que te lo de otra.

- No espera- La volvió a parar. Se acerco a ella, mientras que Elsa se ponía nerviosa a momentos, él espacio entre ellos era tan corto que... que le dio tiempo a cerrar la puerta y ponerle pestillo sin que ella casi se inmutase.- No saldrás de aquí asta que no me des mi besito- Dijo de forma totalmente burlona y triunfador.

- ¿Lo dices enserio?¿O te has vuelto loco?- Pensó, teniendo un poco de miedo.

- Totalmente.

- No te pienso besar

- Bueno entonces, podríamos tirarnos aquí todo el día.

- Vale.

- De acuerdo- Dijo acomodándose en su asiento.

- Guay.- Paso el tiempo, y al notar que no tenía escapatoria y que aquello iba totalmente enserio habló- Ábreme- Le ordeno.

- Entonces besame- Dijo poniéndose firme.

- ¿Por que haces esto?

- ¿él que?- Preguntó desconcertado.

- No nada... ¿Por que no me besa él?- Se preguntó a si misma y a la vez y sin querer en alto.

- Por que entonces no podré regodearme de haber podido romper tu orgullo- La respondió.

- Mira o me abres o te juro que te arrepentirás.

- !Oh que miedo!- Y comenzó a reírse.

Sin tener ninguna escapatoria Elsa decidió besarle rápidamente y salir de ese coche lo antes posible, por lo menos lo antes posible de que llegue su amiga y lo antes posible de que su padre se de cuenta de que hay un coche aparcado en el vado de su garaje. Mientras se acercaba a él, podía ver su tonta sonrisa burlona. Ese maldito hombre estaba tratándola como se le antojase, y eso nunca nadie lo hizo. Sin darse cuenta ya se encontraba sus labios atrapados en los de él, acariciándose con las lengua. Y otra vez volvió a sentirlo, aquel estúpido tenía algo más que sus labios en aquellos momentos, aquel estúpido tenía la leve de las siete cerraduras de su corazón.

Y entonces en ese momento inesperadamente surgió el mismo ruido de cuando una persona golpea con sus nudillos suavemente contra la ventanilla. Pero claro, como no era su día de suerte, ese sonido significaba justamente lo que ella pensaba.

- Elsa- Dijo la voz de Cristina a través del cristal, lo que provocó que Elsa rápidamente se separase de Alonso. 

Tomo el manillar de la puerta y antes de salir le miró con odio.

- Que no se te olvide lo de mañana- Dijo demasiado alto para que Cristina le oyera.



- ¿Qué estabais haciendo?- Preguntó Cristina una vez que entraron em la casa de Elsa.

- Nada, y baja la voz puedes despertar a mis padres.

- ¿Sabes que tienes que contármelo verdad?- Dijo sujetándola del codo.

- Si. Simplemente estábamos haciendo planes para ir mañana a un sitio que quiere enseñarme.

- No me refería a eso, me refería al beso.



Capítulo 11: Sentimientos enfrentados.


Elsa se levantó a las doce de la mañana como acordó con Alonso, o mejor dicho, como él le exigió.
-¿Donde vas a estas horas?- Pregunto Cristina viendo como se maquillaba su amiga.
- Ya te dije que Alonso quiere enseñarme algo.
- Oye... ¿Seguro que no te gusta?
- Mmm...- Dijo mientras paraba de echarse el rimel y miraba a su amiga- ¿A que se debe esa pregunta?
- Nose- Dijo tumbándose de nuevo en la cama- Es demasiado extraño todo esto. ¿Estas segura de que no te gusta?-Volvió a preguntar
- mm... No- Dijo como si fuera algo obvio. Pero entonces por culpa de la tonta de su amiga esa pregunta se le atravesó por la cabeza, ¿Y si le gustaba? Es más... ¿Le gustaba? ¿Quería tener respuesta alguna?¿Le gustaba?- Claramente que no me gusta.
- mm-Ronroneo mientras se tumababa de lado.
- ¿Tienes algo que decir?- Dijo dirigiéndose al armario y elegir unos leggins negros con una camisa larga roja. Le encantaba el rojo.
- ¿Pretendes convencerte a ti o ami?
- Bueno me tengo que ir- Dijo agarrando un abrigo- Puedes irte cuando quieras- Cerró la puerta de su habitación despacio y entonces pudo oír la voz de su padre y su madre en su habitación riéndose  aquello la hacia feliz, aunque ahora se tuviera que encontrar con aquel estúpido. Bajo las escaleras a toda pastilla, y de ese mismo modo ando asta llegar al punto de encuentro.


- Te has retrasado- Dijo Alonso enseñándole la muñeca y señalando el reloj, pero cuando iba a seguir reprendiéndola esta totalmente natural se acerco y le dio un corto beso en los labios- ¿Qué haces?- Pregunto desconcertado.
- Saludarte- Dijo como si fuera de lo más normal. Sólo quería verle echando humos por la cabeza por haber echo lo que ella quisiera, sin embargo la que acabo enfadada fue ella.
- Pues no quiero que vuelvas ha hacerlo. Por cierto- Dijo mientras andaba y Elsa le seguía enfadada- hoy vas a pasar todo el día conmigo
- Pero yoo...
- Déjame acabar- La interrumpió molesto- Hoy vas a pasar todo el día conmigo, y vas ha hacer todo, absolutamente todo lo que yo te pida, si te ordenó que comas, comes, si ordenó que te sientes, te sientas, si ordenó que me beses, me besas. Pero ni mucho menas hagas algo sin que yo te lo diga. ¿De acuerdo? - Dijo, y al terminar la miro a los ojos. Se veía tan guapa cabreada.- He dicho que si de acuerdo- Dijo regodeándose.
-Si- Le miró con odio- ¿Qué vamos ha hacer?
- ¿Te he dicho que preguntes?- Dijo con una sonrisa arrogante, mientras se dirigía a su coche.
- Ah no, no- Respondió ella
- ¿No que?
- No me pienso montar contigo en este coche, no tienes carnet ni la licencia y si mi padre me pilla de nuevo me va ha castigar de verdad- A lo que él asintió mientras calentaba el motor del coche.
- Tienes toda la razón, puedes ir caminando si quieres, tu sólo pregunta por el Bar de Moe- Y dicho lo dicho cogió con toda su arrogancia y se dispuso a salir.
Mientras tanto Elsa no podía creérselo,  otra vez la dejaba allí plantada y mirándole,  pero a diferencia de las demás veces, hoy le odiaba con todas sus fuerzas.
Así que después de preguntar y preguntar a varias personas por fin encontró a aquel dichoso bar, que desde afuera tenía toda la pinta de estar lleno de borrachos y chicos jóvenes con manos largas. Además si tenemos en cuenta que su localización no es que fuera en algún sitio a plena vista, si no más bien en los peores suburbios de ese pueblucho.
- Llegas media hora tarde- Dijo Alonso tirando le un uniforme con delantal- Que sepas que te lo descontaré- Dijo haciendo reír a la chica, la cual la broma no la pillo bien.- ¿Qué te hace gracia?- Pregunto mientras Elsa entraba a la habitación de vestuario para ponerse el uniforme
- Que no tengo sueldo para que me descuentes nada- Dijo a un lado de la puerta.
- Ah de eso no te preocupes, me refería que te tocará pasar media hora más conmigo- Dijo el al otro lado de la puerta, lo que quitó definitivamente la sonrisa de la chica.

Posteriormente durante todas las demás horas que se tiraron trabajando de todo había pasado, de todo menos dejar de odiarle. Ella se encargaba de atender a las mesas pares, en las cuales casualmente se encontraban todo hombres, mientras que él se encargaba de las impares y como no, todas mujeres. Sin embargo había una notable diferencia, él se quedaba ligoteando con ellas mientras que Elsa no tenía con quien ligotear para ponerle celoso, debido a que todos estaban perdidos perdidos, vamos, que no estaban en este mundo. Incluso, uno de los borrachos de la mesa veinte intento coquetear la y rozó suavemente su mano con su culo, algo que le llevo a la cólera, pero lo que le llevo a una mayor ira, era ver al querido de Alonso apoyado en la barra de bar, mirándola con una sonrisa más que divertida, y sin querer entrar en discusiones ni protegerla.

- Hola ¿Qué les pongo de bebida?- Preguntó Elsa mirando su agenda de notas.
- ¿Elsa?- Preguntó uno del grupo.
- ¿Mario?- Dijo más entusiasmada de lo que estaría si le hubiera encontrado en la calle.
- Cuanto tiempo
- Ya ves, como hace casi un año que no nos vemos.
- Si, exactamente un año.
- Valla- Dijo mientras repasaba las demás caras, asta que al verle se le hizo un nudo en la garganta, ahí estaba el , su ex-mejor amigo. Ese típico amigo que tienes en la infancia del cual te enamoras de él, pero que después de pasar a otros grados más altos, en su caso bachiller, se olvidaba totalmente de que existes, pues justamente ese era Raul.
- Si, es que me fui a estudiar al extranjero y volví a retomar mi carrera aquí en España. ¿Pero bueno dime que haces trabajando en este lugar?- Preguntó curioso.
- ah- Dijo mirando a la mesa diecinueve, que fue en la última mesa que encontró a Alonso ligoteando, el cual ahora se encontraba mirándola serio.- Haciendo un favor a un amigo
- Como no, tú siempre tan amable.
- ¿Qué haces?- Dijo de repente Alonso haciéndola girar.
- Nada.
- Si, estas coqueteando
- No- Dijo Elsa.
- Si, y no me lo niegues.
- Te lo niego.
- Mira, será mejor que te vallas a atender a otras mesas.
- ¿Por qué? sólo estaba tomándome un descanso.
- Si quieres me encargo yo de esta mesa ¿Vale?¡Bueno que digo! Yo me encargo de esta mesa.
- Ah no,no.
- Y e dicho que si- La repuso con una mirada, haciéndola comprender quien daba ordenes y quien las cumplía.
- Pues podrías haber echo lo mismo con la mesa veinte ¿No? que bien se lo pasaban intentando toquetear me.
- Sólo quería ver como te las arreglas- Dijo quitando le importancia.
- Me estoy cansado- Dijo ella.
- Y yo también, y si no quieres que...- Se paró al ver tantos ojos mirándole-  si no quieres que cuente algo, será mejor que te vayas- Dijo en bajo.
- ¿Te esta molestando?- Dijo aquella voz, por lo que Elsa se volteó. No podía creérselo, después de tanto tiempo sin oír su voz, por fin se dignaba ha hablar la, y esta vez ha defender la incluso.
- No- Dijo sin querer quitar aquella guerra de miradas con Alonso- Gracias-  Le sonrió a Raul- Algunos deberíamos controlar nuestros celos- Dijo sonriendo mientras bailoteaba hacia la barra dando saltitos.


Después de unas horas...

- ¿Donde estas?Te estamos esperando para comer.- Se oyó por la otra línea.
- Ahí, lo siento mama, es que se me olvidó avisarte de que hoy no me pasaría por casa asta por la tarde-noche.- Dijo dejando el uniforme doblado encima de una mesita.
- ¿Y eso?
- Bueno me he encontrado con Mario y...
- Bueno si es eso no pasa nada, me alegra de que ese chico tan bueno y tú os sigáis tratando. Adiós mi niña.

- Bueno Elsa nosotros ya nos vamos- Dijo Mario después de que ella guardase su móvil.
- De acuerdo- Dijo feliz- Por cierto, por favor, si alguien te pregunta comimos juntos y pasamos la tarde.
- Vale. Adiós, y espero no tener que volver a esperar un año para volver a verte.
- Adiós- Dijo despidiéndose con la mano

- Ven vamos a comer- Dijo Alonso, agarrándola de la muñeca con la que se estaba despidiendo.
- ¿Donde vamos?
- A la mesa del fondo, allí no corre el aire.
- Ah, que comemos aquí
- Si, es algo claro ¿No?- Dijo tratándola como una retrasada.- ¿Quién eran esos?- Pregunto una vez que se sentaron.
- Unos amigos. ¿Por?
- No pienses que estoy celoso- Dijo mientras quitaba la cebolla de la hamburguesa.
- No lo pienso- Dijo mientras sonreía.
- Si lo piensas- La acusó.
- No.
- Si
- Bueno vale, si lo pienso.
- Ah ¿Así? y sabes que pienso yo, que ha esa camisa roja que te hace tan atractiva necesita un poco de color- Dijo estrujando la bolsita de mostaza.
- ¡Pero que has echo! Era una de mis camisas favoritas. Ahora verás- Dijo cogiendo el Ketchup.

Y entonces entre tanto Ketchup, Mostaza, Barbacoa y lo que no era esto era de otras mil especies, se llenaron las camisas, los pantalones, e incluso los rostros y el cabello de todo un poco, adoptando colores inimaginables, y absortos en aquel juego de niños lentamente se encontraban más juntos uno del otro. Divirtiéndose sonriendo, y olvidado un poco la arrogancia de Alonso. Y entonces vuelve a surgir, otra vez encontronazos de labios y lenguas que se sientes cómodas acariciando la del otro. Pero esta vez era diferente, esta vez no se trataba ni de ordenes ni exigencias...
- Yo...- Dijo una vez que Elsa recobró el sentido y se aparto.- Lo siento.
- Yo no- Dijo de forma presuntuosa Alonso.
- Mira, sabes que, ya me he hartado- Dijo agarrando su abrigo- tú quizás puedes jugar, pero yo no quiero jugar este juego, por que soy tonta y acabo enamorándome demasiado pronto de la persona más equivocada, además de que te odio por no haberme defendido y por tratarme con tanta insolencia.- Y andando hacia la puerta unas palabras suyas la hicieron parar.
- Se algo de ti.
- Ya no puedo más- Dijo abriendo la puerta del bar con una lágrima en sus ojos.

¿Acaso no le odiaba?¿Acaso aquel tonto no había dejado de tener importancia para ella? Seguramente todo esto es culpa de Cristina y de haberla echo reflexionar, y ahora se encontraba con dos sentimientos enfrentados entre sí.
Nunca le importó Sergio.
Alonso, quizás demasiado.

Ayer en la fiesta...

- ¡Otro chupido más!- Pidió Snadra al camarero, el cual se encontraba dudoso en cuanto si servirlo o no, aquella joven ya iba por su décimo chupito.
- Hey hola- La saludó Rub
- Hola- Contesto exagerando su sonrisa debido a su borrachera.- Pensaba que te vería más pronto.
- Ya, es que he tenido problemas.
- Si ya, entiendo- Dijo sin entender nada- no hace falta que aparentes que te gusto.
- Hey ¿Cuantos levas ya?- preguntó al verla tambalear y otro chupito más delante de ella.
- Unos, además que te importa.
- Espera, espera- Dijo agarrando aquel chupito que estaba a punto de beber- No puedes beber más.
- Aguafiestas- Dijo mientras miraba al suelo.
- Y si me gustas.
- Mentira, si no me hubieras llamado.
- Ya te dije que tuve problemas.
- Ya.
- Anda ven - Dijo atrayendo le la cara con sus manos, pero antes de rozar sus labios apareció Pedro.
- ¿Qué haces?- Dijo apartándola de ella.
- Estar con ella.
- Vete- le fulminó con la mirada- Ya me encargo yo.
- Ya pero yo estaba...
- Si ya, vete- Y este sin querer buscarse problemas se fue.
- ¿Te encuentras bien?- Dijo Pedro agarrando su mano.
- No me toques ¿De acuerdo? Todavía no me encuentro lo suficientemente borracha para olvidar el daño que me has echo.
- Lo siento, pero ahora no te encuentras bien, y no es cuestión de lo que he echo o dejado de hacer, es cuestión de que te sientas bien. Así que debemos ir a un sitio donde puedas tumbarte y que se te pase la borrachera.
 -Si estoy borracha es por tu culpa- Dijo haciendo el ademán de irse.
- No ven- La sujeto la mano- Te llevaría a casa pero no creo que a tu madre la gustase verte así, así que iremos a la mía.
- No, me prometí no volver a entrar en tu casa- Dijo antes de salir de la fiesta.
- Entonces no me dejas de otra- Dijo cargándola y esta oponiéndose  Una vez en el coche Sandra se cruzo de brazos mientras la miraba.- No te preocupes, no va a pasar nada- Dijo conduciendo.
- No estoy así por eso, si no por que para mi si significaron algo esas veces en las que hacíamos el amor. ¡AUCH! otra promesa suya incumplida, se prometió no volver a pensar en eso.


- Para mi también- Dijo una vez que el recorrido ya se había realizado y estaban parados en frente de su casa.
- No quiero entrar- Dijo temerosa, aunque aquello no lo llego a oír Pedro ya que se encontraba dando la vuelta al coche para volver a cargarla.
- Te encuentras mal- Dijo llevándola en brazos.- Y aunque me odies no voy a dejar que acabes en manos de algún aprovechado.
- Pues déjame decirte que ahora el aprovechado pareces tú- Dijo mientras que Pedro la dejaba de pie en el suelo y entraba a aquel pasillo que tantas veces odio. Después sabiendo el recorrido más de lo que hubiera querido entro en su habitación, se quito las botas y se tumbo.
- ¿Quieres que te deje un pijama?
- No déjalo- Dijo al recordar como sus pijamas olían a el, y el recuerdo que aquello le traería.
- Si anda, toma, con esto te sentirás más cómoda- Dijo tendiéndole el pijama.
- Gracias- Le agradeció mientras Pedro retrocedía hacia atrás- No te vayas- Dijo con la cabeza agachada, ahora mismo todo daba igual, por que ahora podía dejar de pensar en su infidelidad, podía dejar de pensar en que ya no eran aquello que tanto le gustaba, podía dejar de pensar que le odiaba, por que ahora sólo quería que el no se alejase de  ella.
- No creo que quieras que me quede.
- Si- Dijo mirándole a los ojos- Y quizás me tomas por tonta, pero si quiero, ¿por que no dormimos juntos?
- Por que mañana cuando te encuentres plenamente bien, te arrepentirás.
- Nunca me arrepentiré de nada que este relacionado contigo- Dijo sentada en la cama y con un pie fuera, en el suelo, atrayendo su rostro.
Le beso, le beso como si fuera el último beso antes de que el universo se extinguiese. Le beso y le beso y le siguio besando mientras que él emitía algún gruñido interior que no pudiese salir de su garganta, tenía que alejarse, se lo debía a ella, pero el sólo pensaba en él y en esos mismo momentos quería que fuera suya y dejarse llevar.
- Te echado de menos- Le dijo Sandra. Que para gusto de él no le aterrorizo aquellas palabras, a cambio le dio más excitación.
- Y yo, y no sabes cuanto- La respondió.
- Te quiero.
- Te amo- Dijo, pero aquello si le sorprendió más de lo que pensaba, nunca en su vida había vuelto ha decir aquella palabra desde que conoció a Alonso, el fue como su profesor, y una de las normas era no enamorarse nunca de una mujeres, si no querer a muchas. Pero sin querer su corazón ya la pertenecía.
- No... no quiero alejarme nunca más de ti.
- Yo tampoco.
- Quiero que sigamos juntos toda la vida y tengamos nuestra casa con hijos- Dijo mientras el bajaba a besadla lentamente el cuello. Se sentían como en una burbuja en la que evadían la realidad.
- ¿Que prefieres niña o niño? -La preguntó mientras la ayudaba a quitarse aquel vestido ceñido.
- Niña- Dijo mientras este la hacia un recorrido de besos.
- ¿Que nombre le pondríamos?- Dijo parándose en su ombligo para mirarla.
- No lose. ¿Matilde?- Preguntó riéndose.
- ¿Matilde?- Dijo mientras la ayudaba a quitarse el sujetado- Suena muy empllon.
- Si tienes razón. Mejor ... Jenny- Y entonces en ese momento la pompita hizo plop, como si una aguja malintencionada hubiera ido solo a molestarles. Pedro se echo a un lado, no podían estar planeando una vida mientras que el la había engañada, se sentía ya demasiado miserable para seguir desnudando la  por lo que simplemente dijo.
- Será mejor que durmamos-Dijo dándola la espalda
- ¿Eh echo algo mal?
- No, tu no, pero yo si- Dijo cambiando de lado y mirándola a los ojos.

Capítulo 12: Te necesito, te quiero. Pero aléjate de mi...

Cuando Sandra se desperezo miro alrededor ¿Donde estaba?.
- ¿Donde estoy?
- En mi casa- Contestó Pedro que estaba tumbado a su lado.
- ¿Qué haces aquí?¿O que hago aquí ?- Levanto las sábanas suplicando que no fuera lo que pensaba- ¡¿Qué?! ¿Lo hemos echo? mierda mierda- Dijo cogiendo sus cosas.
- ¿Donde vas a ir así?
- No lose. Pero... como que estas tan tranquilo, aprovechado- Le tiró una zapatilla.
- Para, para- Contestó Pedro- No hicimos nada.
- Seguro- Dijo Sandra con una bota en la mano.
- Si.

Después Pedro se quedo mirando cada movimiento de Sandra, y también como se volvía tan rápido como vino.

A la mañana siguiente en otro lugar de la ciudad...

El sonido del móvil la despertó  No quería moverse, todo sus músculos estaban totalmente cansados y pedían un poco más de paz, sin embargo la luz del sol que se filtraba por su persiana anunciaba que ya era hora de levantarse. Se levantó asta el escrito y buscó el móvil entre todas aquellas prendas que estaban desordenadas. Ya incluso podía notar la histeria al ver su cuarto de esa forma. No le gustaba la gente desordenadas ni irresponsables y para colmo no encontraba el móvil.
- Donde estas- Pregunto sabiendo que el móvil no tiene vida propia y no iba a hablar- Por fin te he encontrado- Dijo cogiéndolo fuertemente.

                                                                         Necesito que bajes, Alonso.

Miro el mensaje todavía desconcertada, pensaba que ya había dejado bastante claro que no pensaba volver a aquel bar de mala muerte, y menos y si el se lo exigía por su maldito secreto. Si sus amigas se enteraban de todo lo que les había ocultado lo más seguro es que se cabreasen bastante, y no quería provocar enfados, así que abrió su armario y después de ponerse lo primero que cogió bajo las escaleras silenciosamente para que sus padres no se despertarán. Bajaría pero estaba segura de que esta vez no aceptaría sus ordenes.
Cuando abrío la puerta de casa y le vio delante suya, estuvo a punto de darle un infarto. Corrió asta la puerta que daba a la calle y dijo.
- ¿Que haces aquí?- Dijo mirando hacia ambos lados, y metiendo sus manos en los bolsillos del abrigo de forma nerviosa.
- Buscarte, tenemos que hablar.
- Vale pero... aquí no- Dijo andando calle arriba y dejando a Alonso atrás.- ¿Que quieres?- Dijo una vez que doblaron la esquina.
- Pedirte perdón, creo que no estuvo bien exigirte que me besarás, y no pienso jugar a nada.
- Valla- Dijo realmente sorprendida- gracias entonces.
- Y también tenía que pedirte un favor.
- ¿un favor? Pensaba que yo era tu esclava- Dijo quitándose un poco el cabreo.
- Si, porque se que pedirte un favor es casi, casi como exigirlo, eres tan amable que no te atreverías ha negarme lo.
- Entonces, dime, ¿Qué quieres que haga?- Dijo más contenta.
- Necesito tu ayuda en una materia.
- ¿Acaso es que además de trabajar estudias?
- Eso no te lo voy a decir- Dijo rudo- pero te lo agradecería e incluso podría dejar de chantajearte con lo que me contaste. En verdad sólo espero que me odies y punto- Dijo sorprendiéndose por aquello ultimo que se le escapo decir.
- ¿Por qué quieres que te odie?- Pregunto Elsa olvidando todo lo demás.
- Eso ahora mismo da igual, ¿Me ayudarás o no?
- Si, claro. P-pero -Dijo si poder olvidar el otro asunto ni importante para él- ¿En cuál?
- En matemáticas.
- Entonces es esta echo.
- Pues vamos- Dijo Alonso comenzando a andar.
- Espera- Le paró Elsa- ¿A donde vamos?
- Al bar.
- Ah no, no pienso volver allí.
- Por favor- Dijo Alonso.
- Mira si quieres... vamos a una biblioteca y allí te ayudo.
- Ya- Dijo tocándose la nuca- Pero es que también necesito que me ayudes con lo del bar.
- ¿Qué? ni loca.
- Por favor Elsa. Si lo haces... nose, si lo haces te dejaré en paz para siempre ¿Vale? no volveré a molestarte ni a pedirte favores- Sin embargo y sin saber porque Elsa sintió menos ganas de ayudarle- Seré amable contigo- Añadió.- Y tú tendrás las mesas impares y yo pares- Pero Elsa sólo acepto al ver un pequeño brillo asomarse por lo ojos de Alonso.
- Vale, vamos.

Después todo sucedió sin más imprevisto ni enfados, cada uno atendió a la mesa que tenía que atender  cada uno hacia lo que tenía que hacer. Sin embargo Elsa se tomó un pequeño descanso al ver que todas sus mesas ya habían sido atendidas y apoyo su barbilla en su mano donde su codo se encontraba encima de la barra del bar. Sus ojos deambulaban de un lugar a otro asta encontrar a la persona que quería encontrar. Iba con la bandeja llena de cervezas hacia una de las mesas.
Había sido amable y no se acordaba de la última vez que lo fue con ella. Sólo tenía que ayudarle unos cuantos días más y después desaparecerá de su vida. Pero aquello la asusto bastante ¿Desaparecer? No sabía bien por que pero quería que toda su vida fuera así, con él, ayudando le con el bar y con sus estudios, estar cerca de él.
- Pero que estas pensando- Susurró Elsa para si misma golpeándose con la mano en la cabeza.
- ¿Por que te golpeas?- Pregunto de forma burlona Alonso, mientras recogía mas cervezas.
- No lo se- Respondió esbozando una sonrisa.
- No lo vuelvas ha hacer, no quiero que mi chica preferida lo haga- Dijo intentando añadir un tono bromista. Por el contrario no lo consiguió y ahora era el, el que se dio un manotazo en la frente pensando por que cojones dijo eso.


Luego cerraron la puerta del bar y le ayudo con las matemáticas, todo aquello le resultaba tan fácil, que cuando el no entendía algo la estresaba.
- ¿Como no vas a entenderlo?- Pregunto Elsa.
- Pues no, no lo entiendo, perdóname señorito lo entiendo todo- Dijo el también al borde de la furia.
- Es bastante fácil, son logaritmos por dios.
- Sabes que, mejor déjalo- Dijo Alonso mientras recogía los libros- Déjalo.
- No espera- Le paro, poniendo una mano en la hoja donde se encontraban para no perder la intentemos lo de nuevo, me exaspere demasiado pronto.
- No- Le dijo duramente- De acuerdo, se acabó todo. Soy un imbécil y no entiendo nada. Unos sirven para estudiar y otros solo servimos para servir cervezas a los borrachos- Dijo haciendo que la culpabilidad de Elsa aumentase.
- No, espera, por favor- Dijo Elsa casi colgándose del brazo de Alonso mientras este volvía a la barra.
- Suéltame Elsa, he dicho que se acabo. No podré ayudarlo por que soy un inútil  Dijo cabreado depositando los libros encima de la barra, aunque no se dio cuenta de que esta estaba mojada.
- Oh mierda- Dijo Elsa reaccionando pronto y salvando los libros.
- Ves- Dijo Alonso al ver los libros mojados por algunas partes.- Si es que soy un estúpido.- Dijo golpeando su mano contra una de las mesas.
- Alonso tranquilízate- Dijo depositando su mano en su espalda, asta que de pronto oyó como un sollozo- ¿No estarás llorando por esta tontería verdad?- Dijo sentándole en una de las sillas y arrodillándose asta llegar a su nivel. Con su pulgar le quito aquellas lágrimitas que tenía en su rostro.
- Déjame Elsa- Dijo Agarrando la muñecas de esta y colocándoselas a la altura de su cadera.
- Fue mi culpa no la tuya, perdóname.
- No tengo que perdonarte nada, ya te dije que soy tonto.  Soy tonto por que nunca entiendo las cosas, soy tonto por que hago cosas tontas.
- No haces cosas tontas.
- ¡Como que no!- Dijo quitándose la última lagrima- Mírate.
- Que -Dijo Elsa- Yo estoy bien
- Ahora, pero tenías que haberte visto ayer. Nunca puedo hacer feliz a las personas que amo.
- ¿Me amas?- Se sorprendió Elsa dando un paso hacia atrás.
- No- Respondió serio Alonso.
- Pero si acabas de decir.
- Eh dicho que no y no le des vueltas.
- Pero es que...
- Ya déjalo-Dijo levantándose de la silla.
- No pienso dejarlo- Dijo yendo detrás suya.
- No quiero hablar de esto- Intento concluir Alonso.
- Ya, pero yo si.
- Mira- Dijo poniéndose duro- me acerque a ti sólo por sexo, así que ya esta.
- ¿Qué?- Dijo Elsa dando unos pasos hacia atrás, atemorizada por aquellas palabras.
- Lo que oíste, querías saberlo pues ya esta.
- No te creo- Dijo Elsa retomando el paso que deshizo.
- Pues creerlo.
- Por que me dices eso- Dijo dolorida- Por que quieres que te odie, por que quieres que trabaje contigo, quiero decir, sólo estamos trabajando nosotros y no entiendo nada, ¿Y el jefe? quiero hablar con él.
- El jefe soy yo.
- Como una persona de dieciocho años va tener su propio bar. ¿ A que vienen estas clases? Dijiste que no podrás ayudar a alguien ¿A quien Alonso?
- sólo sexo- Dijo Alonso, sin contestar a ninguna de sus dudas.
- ¿Si? -Preguntó sin querer creerle. Se acerco a él y agarro su rostro con sus pequeñas y delicadas manos se acerco a él, mirándole a los labios  atisbándole de que lo pensaba hacer. Sin embargo para ser sólo sexo, el se que estático esperándola.
Volvió a sentir esa sensación de paz, de estar en casa. entrelazo su lengua con la de él, sin querer acabar ese beso. Pudieron pasar minutos asta que se separaron.
- ¿Eso también te pareció solo un beso?- Preguntó Elsa.
Y entonces se produjo un silencio, Elsa solamente esperaba que dijera que no o que si, que dijera algo, pero no justamente lo que el hablo.
- Mañana por la mañana no podrás venir por tus estudios pero ¿Podrás venir por la tarde?- A lo que ella fríamente asintió.- Entonces hasta mañana.


Al día siguiente Elsa se pasó por el bar por la tarde, no sabía porque lo hacia, pero había algo que la pedía ir allí. Fotocopio algunos apuntes suyos de tercero de la eso sobre logarítmos y mil cosas más con ejercicios, y después de estar lista se fue al bar.
- Te queda bien el uniforme-Dijo Alonso nada más ver a Elsa, no esperaba que viniera después de lo que paso ayer.
- Oh, valla se me olvido por completo cambiarme. He estado pensando en unas cosas mira- Dijo agarrando una tabureta para sentarse. Se quito la mochila, abrió la cremallera y puso en la mesa, con cuidado de que no aya ningún líquido, miles de papeles
- ¿Qué es todo esto?
- Apuntes de mis años pasados, esto, te ayudará mejor a entender las cosas.
- Te dije que no- Dijo serio.
- Ya y yo digo que si. Mira no te preguntaré más cosas, ¿De acuerdo? Entiendo que haya cosas que no me puedas contar igual que yo también tengo secretos que tu no sabes. En cuando a lo de desesperarme, mi amiga Cristina me enseño que cuando estuviese al borde de gritarte cuente diez y me relaje.
- ¿Y después de lo que te dije?
- ¿El qué?- Dijo haciéndose la loca.
- Lo del sexo.
- Bueno en cuanto eso... se que el beso significo algo más para ti, igualmente cumpliré mi favor y me quedaré asta el próximo domingo y después no tendré que volver a verte.
- Vale.
- ¿Entonces trato echo?- Dijo Elsa.
- Trato echo- Dijo el tendiéndole la mano, sin embargo Elsa asomó su cabecita por la barra asta llegar a dale un pico en los labios.
- ¿Y eso?- Pregunto Alonso con una sonrisa, mientras ella congía el uniforme del bar para cambiarse.
- Yo cierro así los tratos.- Respondió queriendo parecer convincente
- Entonces no quiero que hagas tratos con nadie más- Dijo al pasar por el vestuario para entregar el pedido a una de las mesas.
No sabían por que,  pero así eran ellos, a veces se querían matar y otras tantas no paraban de decir cursiladas.

Y así pasaron los días, se cabreaban, se odiaban con todas sus fuerzas, pero luego volvían a la normalidad. A veces parecían las típicas parejas que te encuentras acaramelados en el banco de un parque, pero otras, parecían un matrimonio a punto de divorciarse.
Encima esto aumentaba debido a que Alonso tenía demasiados secretos que Elsa quería adivinar. Aunque prometió no preguntar eso no le quito el no curiosear.
Lo peor era cuando alguno de los dos se dejaba llevar por los nervios, sobre todo Elsa, que poco a poco de ir contando asta diez para calmarse acabo sin contar y gritándole,  y entonces el por orgullo gritaba más alto, parecía la típica discusión en la cual el que gritaba más tenía más razón. Pero después uno de los dos callaba la boca del otro con un beso que transmitía furia y pasión, asta llegar a ser tierno y dulce.
Ni siquiera ya sabían si se odiaban o se amaban, aunque Alonso tenía claro que no podía amarla. Incluso se lo decía y esta con lo cotilla que era preguntaba por que, y otra vez les llevaba a una discusión con reconciliación al final.
Cuando Elsa venía feliz del colegio, era la mas tierna y le saludaba con algún beso que otro, sin embargo cuando no, le ponía malas caras y otra vez acaban enfadados.
Ya ni siquiera tampoco sabían por que se besaban. Al principio ponían la escusa de para callarse, después acabaron besándose por puro placer de querer hacerlo, pero al final... al final era algo como una necesidad.
No eran nada, bueno si, amigos. Amigos raros, porque ellos nunca fueron normales.
Alonso le pidió que se quedará otra semana más en el bar y como no Elsa acepto encantada, prometió no arrepentirse, pero luego se retracto al cabrearse minutos después. No apareció durante dos días, pero al tercero al sacar un diez en matemáticas volvió a aparecer como un huracán revolviendo le los sentimientos de nuevo a Alonso, aquella niña era pura bipolaridad. Aunque el no se quedaba atrás.
un día antes del domingo que tanto Elsa odio, un borracho al que atendía Alonso se atrevió a darle con su mano en su respongon culo, y Alonso llevado por la furia del momento y la posesión, le echo fuera del bar con todos sus amigos. Entonces fue ahí cuando Elsa se enamoró perdidamente de él.

- ¿Qué tal va por aquí esto?- Dijo un hombre mayor, de unos cuarenta años. Tenía el pie derecho con esayola y no tenía la mejor cara del mundo.
- ¿Qué haces aquí? Te dije que no te movieras- Dijo Alonso levantandose rápidamente para que aquel hombre pudiera apoyarse en él.
- Y esta muchacha tan guapa- Dijo. Y Elsa temió de que fuera un borracho, aunque no tenía pinta.
- Una amiga papa- Se le escapo decir.
- ¿Qué tal va el bar?
- Bien, y te vuelvo ha decir que no tenías por que haber venido, mama y tú os necesitáis.
- Para de tratarme como si fuera un trasto- Dijo sentándose enfrente de Elsa.- Dime preciosidad, ¿como te llamas?
- Elsa- Dijo esta, esta vez más calmada.
- ¿Eres la novio de mi hijo?- Preguntó mientras Alonso se sentaba en su sitio de nuevo.
- Papa- Reprimió Alonso.
- ¿Entonces?- Pregunto este a Elsa.
- Nose- Dijo.
- ¿Qué?- Respondió de inmediato Alonso- No ella no es mi novia.
- ¿Ah no?- pregunto Elsa ofendida.
- No, nunca quedamos en nada.
- Uff me da ami que será mejor que valla a ver todo el bar, esto va pa rato hijo- Dijo escabullándose.
- ¿Entonces por que me besas?-Preguntó Elsa
- Por que tu me besas
- ¿Y por que te beso yo?- Se preguntó a si misma.
- Por que te gusto- Dijo de forma arrogante.
- No, te beso por que tu me besas- Dijo.
- Y yo también.
- Pues entonces voy a dejar de besarte.
- Vale asi yo podre también dejar de besarte.
- Oye- Le golpeo- Como si fuera una obligación.
- Nunca rechazo a ninguna mujer, por que debería rechazarte a ti.
- Por que yo no soy ninguna.
- Entonces menos para rechazarte.
- Pues entonces te rechazo yo a ti.
- Pues vale.
- Pues ya esta-.
- Pues ok.
-  Me voy.
- ¿Qué?- Respondio Alonso.
- Qué me voy- Dijo en alto.-Sordo.
- Y tu tonta.
- ¿Por qué?
- Por que si.
- Mira menos mal que hoy es Domingo y no tengo que volver a ver tu cara.
- Ni yo la tuya.
- Adiós- Dijo agarrando todo como pudo.
- Anda ven- Dijo Alonso, agarrándola de la mano, provocando que Elsa tirase todas las cosas al suelo y se agarrará al cuello de Alonso, el cual este la agarro de cadera y esta enredo la cintura de el con los muslos. Se besaron con... desesperación, esta vez, era desesperación. Como si supieran que estoy iba a llegar en cualquier momento y llegará tan tarde, que... lo necesitaban. Con pasión desmesurada.
Elsa agarro los finos mechones de Alonso por la nuca atrayendo le más a su boca, para profundizando el beso. Después Alonso se separó con la respiración entrecortada.
- No decías que me ibas a rechazar- Dijo con una sonrisa arrogante.
- Siempre eres igual, creído-  Se acerco de nuevo a sus labios y al rato se separo- Y tú no dijiste que no me ibas a besar más.- A lo que Alonso se rió.
- Luego rectifique. ¿Crees que una vez provocando el pecado me dejare ir al infierno sin disfrutar más de él?- Dijo dándola un beso corto

- Valla valla- Dijo alguien en alto, lo que provoco que Alonso sin querer dejase de sujetar a Elsa de su culo y se cayera de espaldas.
- Oh lo siento- Dijo Alonso poniéndola de pie.
- pues hijo para no ser tu novia...- Dijo su padre- Anda recoger todo eso que esta apunto de venir tu hermano.
- Que vergüenza- Mascullo Elsa mientras ordenaba todos los papeles.
- Te quiero- Dijo Alonso besando su mejilla.
- Que has dicho- Dijo Elsa dejando de recoger los papeles y mirandote.
- N-Nada, recoge.
- Venga te oido, me has dicho te quiero.
- Que no Elsa, lo nuestro es sólo físico, creo que quedo claro ya una vez.

- Tato- Grito un niño pequeño entrando por la puerta.
- Ey machote- Dijo mientras le abrazaba y miraba la cara de cabreada que tenía Elsa.
- Hola- Dijo un muchacho de unos quince años.
- Hola- Dijo Elsa.
- Esta es la amiga que te ayuda- pregunto el mismo muchacho mientras Alonso depositaba al pequeño en el suelo.
- Si, es bastante lista.
- ¿Podrías ayudarme ahora?
- Con que- Pregunto Elsa desconcertada.
- Con las Matemáticas. No es que mi es que mi hermano no me explique bien lo que le explicas pero, bueno ya que estoy aquí.
- Oh- Dijo Elsa, formando una gran o con su boca, mirando a Alonso.
- Si yo... estaré en la barra- Dijo Alonso.
- No, ¿por que no te quedas?- Preguntó Elsa al entender todo.

El no era el jefe de este bar, por alguna razón sus padres no pueden atenderlo y la pidió ayuda. Y en cuanto a las clases no eran para él, era para que el pudiera explicárselo a su hermano, que tierno.
Después entre el hermano y Elsa surgió buena química, Alonso decidió irse a la barra del bar, se llevaban bastante bien y al parecer aquel chico lo entendía todo a la primera, eso le gusto no como la torpeza de Alonso, pero se sintió culpable al pensar eso.
- Valla, estoy impresionada de lo rápido que eres para entender las cosas- Dijo Elsa cuando aquel muchacho se tenía que ir.
- No te creas. Bueno pues adiós y gracias.
Después Elsa recogió todo y se cambio, cuando salió del vestuario vió a Alonso en la misma postura desde que se alejo de ella.
- Ey cariño, muy tierno lo que has echo- Dijo esta acariciando su rostro.
- Déjame
- Que te pica ahora, no podemos llevarnos bien durante más de dos horas- Dijo al sentirse ofendida por el rechazo.
- Vete con mi hermano, seguro que el con lo listo que es te llevará más antes a la cama.
- ¿Qué? Estas celoso o que- Dijo con la lágrima al borde.
- No, ya he visto como le mirabas y coqueteabas con él, no pensaba que fueras de ese tipo.
- ¿De que tipo?- Dijo más alto Elsa, a lo que Alonso no correspondió- ¡Eh dicho que de que tipo!- Chilló mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas- Sabes que- Dijo metiendo todos los papeles que quedaban en la mochila -  Me alegro de que sea Domingo y desaparezcas de mi vida- Se dió más prisa en meter las cosas- Me alegro de no quererte, por que tu ánimo cambia tan repentinamente que acabarías volviéndome loca, me alegro de no estar contigo. No paramos de hacernos daño- Ando asta la puerta la abrió, pero no podía irse del bar sin decírselo- Te odio, y no quiero que vuelvas a aparecer en mi puta vida.

Capítulo 13: Un trato es un trato.

Los días pasaban y su corazón le iba olvidando lentamente. Desde aquella última vez que le dijo que le odiaba no volvieron ha verse. Ella, porque estaba realmente dolida y por orgullo. Y el ni siquiera sabía por que no se acercaba a disculparse.
Los días pasaban con tranquilidad, sin sorpresas, aunque es cierto que varias veces Elsa fantaseo con que Alonso vendría a buscarla a la salida del colegio, pero aquello, nunca sucedió. Incluso llego arrepentirse de que sus ultima palabras fueron queriendo hacerle daño.
En cuanto a Sandra no volvió a saber tampoco de Pedro. No quería verlo. No quería nada relacionado con él... sin embargo si había quedado bastantes veces con Rub con el que últimamente mantenía una gran amistad.
Y Cristina, bueno, no iba ser menos, tampoco supo de su bello príncipe.

- ¿Qué tal te fue el día?- Preguntó Rub a Sandra mientras se enroscaba uno de sus largos mechones.
- Mal, la profesora me echo por llegar tarde- Dijo triste mientras se sentaban para comerse sus almuerzos.
- Sabes he pensado en hacer otra vez una fiesta en mi casa.
- Ay si- Dijo Sandra olvidando el incidente con la profesora y agarrando las manos de Rub en forma de suplica.
- No hace falta que me pongas ojitos, lo tengo bastante claro.
- ¿De que hablan?- Preguntó Elsa sentándose con aquellos dos que últimamente parecían gemelos.
- En hacer una fiesta- Dijo Rub mientras Sandra soltaba sus manos y desenvolvía el papel de su almuerzo.
- Sí, por favor- Dijo con voz desesperada Elsa- Una fiesta me vendría genial, además últimamente ando bastante estresada por... esperad un momento- Dijo captando la atención de aquellos dos- No podemos- Dijo en un gemido ahogado- no recordáis que dentro de dos semanas tenemos todos los exámenes.
- ¿ Exámenes?- Dijo Cristina sentándose al lado de Elsa- Mira no me habléis de exámenes, la maldita profesora de matemáticas me ha suspendido el examen. ¡ Sabéis lo que significa eso!
- Ya- Dijo Sandra mientras pegaba un bocado a su bocadillo- Y a mi hoy me ha echado de su maldita clase. Como si fuera tan importante.
-  Literalmente la odio, la pondré en mi lista negra- Soltó Cris.
- ¿Tú lista negra? - Preguntó Rub.
- Si- Contesto Elsa por Cris- Es una maldita lista que ha creado donde apunta a la gente que deja de existir para ella.
- ¿Qué?- preguntó incrédulo Rub y comenzó a reírse.
- Ya yo también le dije que eso lo hacia yo en infantil- Contestó Sandra.
- Reíros cuanto queráis, pero si seguís así, os apuntaré también a vosotros- Dijo mientras se levantaba enfadada del banco.
- Woooo, que miedo- Grito Rub burlándose de ella.
- Dejarla en paz- La defendió Elsa, la cual ya se había levantado del banco para ir detrás de su ahora mejor amiga- Acaba de suspender un examen, no os burléis - A lo que Sandra y Rub asintieron y sintieron como la culpa les caía encima, sin embargo comenzaron a hablar acaramelados. Y se olvidaron totalmente de la fiesta.

- Cris ábreme la puerta- Dijo Elsa, escuchando el sollozo de su amiga- Ya sabes que esos dos son así de tontos, anda ábreme y deja de llorar.
- No- Contestó Cris en un hilillo de voz.
- Venga anda- A lo que su amiga salió por fin del cuarto de baño y se echo agua en la cara- No te preocupes, en realidad todo el mundo tenemos una lista negra, solo que mentalmente.
- No es eso.
- ¿Ah no?- Pregunto preocupada- Entonces que ha pasado.
- Mi madre se ha vuelto a ir. Hoy mismo por la noche entro en mi habitación cuando pensaba que estaba dormida y se despidió de mi.
- ¿Y por que se a ido?
- Porque todos estos días mi padre ha llegado a casa borracho.
- No te preocupes seguro que volvera- Dijo abrazandola.
- Además hoy vendrá borracho y la asquerosa de Rocio -la profesora de mates- le llamará para informarle de mi suspenso.
- Mira será mejor que vengas hoy a mi casa a dormir ¿te apetece? podríamos hacer palomitas, ver una película  haremos los deberes juntas, y si quieres te ayudo con las matemáticas que las llevo con sobresaliente desde que estuve ayudando con las notas a- Y entonces se tape la boca.
- ¿A quien? -Pregunto dejando de llorar.
- A... a Sandra- Dijo mostrando una sonrisa nerviosa.
- De acuerdo.
- Bien- Dijo queriendo desviar el tema- ¿Qué te parece como voy hoy?

No se lo esperaba, realmente no se lo esperaba. La sorprendió tanto que todavía seguía parada en el cuarto escalón  sin poder despegar sus ojos de él. Aunque por lo menos cuando vio a Sandra a su lado no se sentía tan sola.
Llevaban semanas y semanas sin saber nada uno del otro, sin saber ni siquiera si seguía vivo, desde aquella vez que salio de la puerta del bar, fue como cerrarle la puerta de su vida.
Tenía tantas cosas que decirle, tantas cosas por las que disculparse, tantas cosas que se quedaron en el aire, sin embargo todo aquella fue sustituido por una furia infernal que le quemaba por dentro. Miles y miles de veces había fantaseado con el momento en el que el fuese a buscarla a la salida del colegio para pedirla perdón y comportarse como los caballeros de los libros de amor, sin embargo el venía con bombas, mismísimas bombas explosivas que destruyeron aquellas fantasias con las que había logrado soñar durante bastantes horas; y todo por que una rubia barbie se había colgado literalmente del cuello de Alonso y le había besado con toda la naturalidad del mundo
Como si aquellos labios la pertenecieran ¡Já! se rió para sus adentro. Esos labios la pertenecieron a ella antes, esos labios la seguían perteneciendo. Tenía una gana feroz de ir asta allí y arrancarle unos cuantos mechones a esa estúpida, podría pasar por su lado y disimuladamente empujarla para que se callera al lodo que estaba a pocos centímetros de ella, o podría ir detrás suya asta que estuvieran a solas y amenazarla de muerte, o quizás también ir allí y montar una escena de celos haciéndola enterar a la chica de que la verdadera novia era ella, pero... ¿Y si ella solo fue la otra? Eso la volvió a destruir el corazón y dejo de tener pensamientos malignos en su cabeza. Él nunca quiso nada con Elsa, ¿quizás por eso? Quizás ya tenía a otra, quizás ella fue una más, quizás si sólo quería sexo y se equivoco al mirar en sus ojos y ver el  mismo amor que ella sentía por el, quizás... quizás y solamente quizás.
-Maldito bastardo- Susurró sin querer todavía moverse.
Quería ir y gritarle lo sucio que era y lo mucho que le odiaba, quería volver ha hacerlo de nuevo. Quería incluso abofetearle la cara y cortar sus labios para que nadie más que ella pudiera besarle . Quería secuestrarle y que estuvieran en un sitio solos donde pudieran...
Espera- Pensó  para si misma- ¿Yo le odio, por que voy a querer pasar la tarde con él?
Sin embargo planes maquiavelicos seguían cruzando su mente, asta que los ojos de Alonso se posaron en ella de forma descuidada, como si no hubiera tenido la intención de haber mirado hacia esa dirección, y una vez echo se llevara una sorpresa y no pudiera despegar sus ojos.
Entonces fue ahí cuando se sumergió en su color café, fue ahí cuando su orgullo, o su odio desapareció por un completo dolor que la inundaba sin dejar paso a ningún sentimiento más.
Sus ojos lentamente le jugaban una mala pasada nublando su vista. Ya incluso no podía ver casi  nada, menos a aquella muchacha de cabello rubio que minutos antes le beso.
Miro a su izquierda donde se encontraba a una Sandra con el corazón partido, por que aunque se habían alejado y pensaban que sus vidas ya no tenían el mismo camino, se equivocaban. Porque Sandra también tuvo que ver a Pedro con otra, Sandra también paso en el momento exacto por los mismo sentimientos.
Sandra miro a Elsa. Y Elsa miró a Sandra.
- Ahora- Dijo Sandra con voz pastosa- Si podrás comprender que te gritará aquel día que me dijiste que me entendías cuando aquel cabrón me dejo.- Y después de lo dicho se metió entre la gente y se fue.
Elsa sin embargo camino con paso lento, sin querer analizar lo que acaba de ver, sin querer creérselo . Cuando llego al último escalón no sabía donde sus amigos se habían metido, ni tampoco donde tenía que ir, se había olvidado totalmente de todo, asta que un mano agarró su brazo. Se dió la vuelta con una lágrima en el ojo resbalando por su mejilla, y levanto la cabeza esperando que se tratase de Cristina.
- ¡Qué haces!- Chilló nada más darse cuenta de que se trataba de Alonso- No me toques, ¿Me escuchaste?- Dijo mientras se quitaba brutalmente aquella lágrima.
- Yo...
- ¡Te dije que no quería volver ha verte! ¿Acaso no lo entendiste?. Eres un completo retrasado que necesita un croquis ¿O que?. Además que coño haces tú aquí ¿Me sigues? ¡O que! Joder, maldita sea.
- Cariño ¿tienes problemas?- Dijo aquella rubia apoyando su barbilla en el hombro de Alonso.
- No- Dijo seria Elsa.- Me das tanto asco- Le dijo con furia a Alonso.
- Todo esto no ha sido mi culpa- Dijo Alonso, olvidándose totalmente de la razón por la que se presento delante de Elsa.
- ¿Cómo que no? ¿Quién es esa?- Pregunté con desprecio.
- Su novia, guapita- Contestó aquella rubia- Anda vayámonos Alonso- Dijo tirando de él.
- No ves tu, tengo un problema que resolver.
- Yo no soy ningún problema- Dijo Elsa criticando todo lo que el decía.
- Vayámonos anda- Tiró más fuerte esta vez aquella chica de él.
- Suéltame- Se cabreo Alonso con ella- He dicho que vayas con ellos y que ya os alcanzaré.
- Vale- Dijo la rubia sin querer hacerle caso.
- Esa chica es mi novia- Dijo una vez que se encontraron solos.
- Ya lo vi.
- Nosotros hubiéramos podido ser felices si no hubiera sido por tu culpa.
- ¿Por mi culpa? y ¿Felices? yo nunca sería feliz contigo, te odio, no entendiste. ¡Sólo sexo! dijiste una vez, pues fíjate que para mi tú no significaste ni eso, solo un simple chico con el que pasar algún día que otro.
- ¿Un simple chico con el que pasar un día que otro?- Preguntó el desconcertado.
- Si, no te enteras que ahora me voy liando con todo el que se me cruza- Dijo ironizando- Es que, bueno, ya sabes ¿no? soy ese tipo de chica.
- Toma, te dejaste el fular en mi bar- Dijo tendiéndoselo y yéndose sin más.

En otro lado de la ciudad...

No sabía muy bien por que, pero de un momento a otro se encontró a solas con Rub, el cual le pidió disculpas por que le dijo en el recreo, pensó que seguramente que andaba en aquel periodo en el que las chicas cambian sus humos repentinamente.
- ¿Podrías venir a mi casa a explicarme matemáticas?- La sorprendió Rub en un momento de su charla.
Aún de camino a la frutería seguí recordando aquella conversación tan extraña donde acabó aceptando. Pero tenía cosas más inteligentes que pensar, ¿Qué debía comprar? Desde que su madre se fue, tenía que hacer demasiadas cosas de la casa, pero ella era de perderse en sitio pequeños, ¿Entonces... como lo haría ante aquel gran supermercado que tenía en frente?
Más que un supermercado parecía un monstruo que la acechaba.
Con miedo y sin otra opción entro por la puerta grande.

Después de tirarse dos horas comprando por culpa de que se perdio en la sección de congelados y un empleado le indicara la caja, por fin había llegado a casa.
Miró el reloj y se dio cuenta de que ya llegaba media hora tarde a la cita con Rub, espera... ¿Ella había pensado en cita? Vas a una clase de refuerzo, no seas tonta- Pensó.

Por lo tanto decidió no arreglarse demasiado, una vez llego al portal y este le abrió todas las puertas, se sentó en el sofá en el mismo sitio que ahora estaba esperando a que Rub viniera con los materiales adecuados. Y entonces fue ahí cuando se dio cuenta de lo tonta que había sido, ¡Ella había suspendido matemáticas! ¿Cómo cojones le iba a explicar a una persona matemáticas si ella no era el mejor ejemplo? Las manos empezaron a sudar de puros nervios.
- Lo siento por llegar tarde- Dijo un tono más alto de lo normal para que Rub la oyera.
- No pasa nada, te estaba esperando y no tenía nada más que hacer, tranquila.- Dijo esto entrando por el salón y sentándose cerca de ella.
- Esto Rub.
-¿Si?-Preguntó él abriendo el cuaderno.
- He suspendido un examen de matemáticas- Dijo esperando que aquello lo dejase claro.
- Ya- Dijo sin más.
- ¿Entonces?
- Entonces... nos cambiamos papeles y soy yo el que explica- Cuando ella fue a replicarle siguió hablando- Ya se que tenía que haberte avisado, pero para lo poco que te conozco no hubieras aceptado que alguien te ayudase, además te lo debo por haberme reído por lo de tu lista negra, sólo que nunca lo había escuchado.
- Ya, en verdad, se que es una tontería, últimamente hago demasiadas. Debería de romper esa lista y...
- Ey ey- Dijo el acercándose más de lo que hubiera querido Cristina- Tienes derecho de hacer aquella lista.
- Sabes que es lo peor- Dijo débil mientras le miraba- Que mi madre es la única a la que he apuntado.
- ¿A tu madre?- Preguntó sorprendido- Seguro que luego se pasa y...
- No- Le cortó- Se a ido, y  me prometió que no se iba a volver a ir.
- ¿A volver a ir?¿Donde se ha ido?¿Por que se ha ido?
- Bueno ella... esta harta
- ¿Harta de que?
- Será mejor que...- Dijo incómoda- empecemos con matemáticas- Miró su reloj- Dentro de poco me tengo que ir.
- ¿A donde?-Preguntó realmente curioso.
- Con Elsa.
- ¿Tan tarde?- Preguntó absorto- ¿Qué haréis?
- Rub- Dijo poniendo inconscientemente su mano en el brazo de él- Los estudios.
- Si- Dijo sin querer desviar la mirada de ella- Los estudios.- estaba desconcertado, sin saber muy bien porque tenía tanta curiosidad sobre su vida, era tan diferente a Sandra. Ella un libro cerrado mientras que Sandra todo lo contrario, y sin embargo sentía un gran misterio ahora por Cristina, nunca pensó que guardara tantos secretos detrás de esa sonrisa que siempre tenía.


Después de unas horas...

-¿Donde te habías metido?- Dijo en voz alta mientras bajaba las escaleras.
- Lo siento, es que Rub me ha entretenido.
- ¿Rub?- Preguntó cogiendo el abrigo de Cristina y colgándolo en el perchero.
- Si, se ofreció a darme clases de matemáticas- A lo que Elsa la miró extrañada- ¿Qué pasa?
- Tú nunca aceptas los favores de la gente.
- Ya. Pero no quería rechazarle, nunca hablo con él, pensé que sería bueno para el grupo.
- Ah- Respondió sorprendida- ¿Has traído las películas?
- Ay... se me ha olvidado, lo siento.Pero no pasa nada, hoy van a echar una romántica.
- Ah, romántica.
- ¿Tienes algo en contra? Siempre te gustan.
- Si, sólo... que pensé en zombies, acción sangre.
- Anda vamos que ya estará empezando.

Después al final vieron aquella película de amor que las hizo llorar. Y mientras Elsa la miraba, sentía su desdicha en el campo del amor. Alonso nunca la quiso, por lo menos si le comparamos con ese príncipe de esa película, ahora si que tenía claro que entre ella y él no podría darse nunca algo.
Después de reírse,  de comer palomitas y mil chucherías más decidieron irse a dormir. Sin embargo Elsa no podía parar de darle vueltas a la película, comparándola con su historia de amor, que ahora parecía un historia absurda. Hasta que el sonido proveniente de la ventana la sobresalto. Con miedo se levanto mirando lo dormida que se encontraba Cristina, ¿Y si se trataba de su padre borracho?
- No, no creo- Dijo por lo bajo. Cuando llego, subió la ventana viendo dos manos agarradas ahora en el borde del filo de la ventana, pero no el filo de fuera si no el de dentro, su habitación. Cuando le vio, el corazón le latió tan fuerte que sintió que le iba a explotar. Sintió tantos nervios, tanta furia, que retrocedió dos pasos y al no estar agarrando la ventana, esta que estaba rota, bajo de golpe. Elsa echo corriendo a abrirla pero cunado miro hacia bajo ya era tarde, él estaba tirado en el suelo.
Bajo corriendo e intentando ser silenciosa por la escaleras, ni siquiera cogió un abrigo asustada, y dio la vuelta al jardín asta verle todavía tirado en el suelo.
- Lo siento, ¿Estas bien? Háblame por favor- Dijo mientras su manos nerviosa y temblando acariciaban su pelo.- Por favor abre los ojos y mírame. Por favor Alonso. Yo lo siento.
- Valla- Dijo tosiendo con la garganta seca- nunca te imagine disculpándote.
- No intentes ser gracioso ahora.- Y cuando el hizo el amago de levantarse, Elsa le paro con la mano- No te muevas, puede que tengas algo roto.
- Creo que tienes suerte y no te vas a librar tan rápido de mi- Dijo mientras apartaba la mano que le retenía y se incorporó con ayuda de Elsa.
- No digas eso ni en broma- Le golpeo el hombro.
- Au- Se quejo.
- Lo siento- Dijo Elsa acercándose a él- ¿Estas bien?, lo siento yo...
- Shh- La silenció.- Besa me- La pidió.

Se quedo quieta, el frío de la noche no la había provocado un escalofrío, sin embargo aquella palabra hizo más que eso. ¿Besarle? por que tenía que besarle, si daba igual, ellos nunca estarían juntos. Entonces...¿Por que debía de besarle en vano? Si nada iba a cambiar. Ella seguiría pensando que el es un estúpido egocéntrico, que nunca admitiría que la amaba. Aunque ya ni siquiera estaba segura de si el la amaba, y más sobre todo por la escena de hoy al mediodía.
Además no quería volver a ser la otra. ¿Besarle? besar esos labios que horas antes otra a besado e intercambiado su saliva con la de él. Con la que se suponía que era suya, aunque Elsa siempre le tomó como suyo sin derecho... pensaba que era ese tipo de relaciones a las que no le pones etiquetas pero queda claro que es algo exclusivo, algo de tu eres mio y yo tuya. Pero claro, cándida de ella le creyó, o mejor dicho quizás formó una nebulosa de fantasías a su alrededor.
¿Y que ganaba besando le?  Estaba claro que lo deseaba pero... quizás la felicidad del momento no sería suficiente por todas las lágrimas que derramo, y menos aún, después, cuando el se vuelva a ir con otra y ella se quede llorando en su ausencia.
El se quedo esperando su beso, con los ojos abiertos, testigo de las dudas que se formaban en los ojos de Elsa.
- ¿No vas a besarme?¿Ni aunque te lo haya pedido sinceramente?
- No. Ya no obedezco tus ordenes.
- No es una orden- Dijo mientras agachaba su cabeza y negaba.
- Entonces menos aún pienso besarte.
- ¿Qué te pasa?- Dijo acercándose a ella, como si ella fuera la que se había caído de la ventana.
- Nada- Dijo mientras veía el reflejo de su frío rostro en los ojos de él.
- Si- Dijo retrocediendo de ella- estas cambiada.
- ¿Te gusta?- Pregunto de forma irónica mientras sonreía.
- No.
- ¿Por que? Quizás por que ya no babeo por el suelo que pisas, Quizás por que ya no te obedezco, o quizás por que ves el reflejo de cuanto te odio.
- ¿Me odias?
- Si.
- Y aún así te preocupas por mi- Dijo mirandola fijamente, incredulo de que le odiase.
- En todo este tiempo no me has importado, ni siquiera he pensado en ti, así que si, no me preocupas.
- Sabes- Dijo riendose sarcasticamente- Es irónico lo que dices, cuando hace apenas unos minutos corrías a ver si me encontraba vivo.
- Soy buena persona después de todo. ¿Que querías que hiciera? Que te dejase tirado en el suelo.
- Oh es verdad, si eres un alma bondadosa-  Se rió.
- No me hace gracia, debería de haberte dejado tirado y que te murieras- Dijo mientras se daba la vuelta para volver a la habitación y quizás poder conciliar el suelo.
- Espera- La agarró del brazo, mientras mostraba en su rostro el dolor que provocaba su ausencia- No te vayas.
- ¿Y entonces que quieres que haga? Qué me deje envolver por tus falsas palabras- Dijo elevando la voz- Qué te crea cuando después de enfadarnos apareces con otra en la puerta de mi colegio, que al final te bese,pero... ¿yo que soy en tu vida? nada verdad, por que un beso solo es un beso ¿no? eso dijiste tú, el sexo solo es eso, sexo.
- Olvídalo, antes decía demasiadas payasadas.
- Si, olvida tú también aquella vez que hice la tontería de enamorarme de ti. ¿Trato?- Pregunto, llevando la ironía a levantar su mano para estrecharla con la de él.
- ¿Enamorada? Estas enamorada de mi.
- No, ya no, no vale la pena.
- No te creo.
- No me conoces, no sabes como soy. No sabes el tiempo con el que mis sentimientos pueden cambiar.
- Si lose, lo se cuando me hablas con tanto rencor.
- Y que, es sólo eso, rencor ¿Recuerdas?
- Rencor por aparecer en la puerta con otra ¿No es eso?
- Quiero te alejes de mi.
- No estas contestando a mi pregunta.
- ¿Y qué? Tú tampoco contestas a las mías.

Se hizó un silencio eterno asta que Alonso volvió ha hablar.
- Besame- La volvió a pedir.
- No, ya te dije que no. No quiero. No lo deseo.
- Ten cuidado- Dijo él- Quizás, la próxima vez que te pide que me beses, sea la última.
- Entonces mejor ¿No?
- Eso deseas, que me valla
- Eso prometiste, prometiste desaparecer.
- Y eso he echo.
- ¿Entonces que te trae por aquí?
- El amor- Respondió.
- ¿El amor? ¿Tú puedes sentir eso?
- Si- Dijo seguro sin quitar su mirada de la suya- Yo tampoco creía que pudiera ser así, pero tú... tú haces que desee cosas que nunca imagine.
- ¿Como cuáles?
- Hacer el amor contigo.
- Já- Se rió fuertemente- Eso siempre lo deseas, pero no sólo conmigo, si no con...-Se quedo pensativa- Con la tres cuartas partes del pueblo, si evaluamos que la otra cuarta parte sean feas que no quieres.
- Te equivocas. Y no me gusta lo que dices. Eres tan fría que no pareces tú, pero me da igual, por que se que al igual soy la causa, puedo volver a convertirte en la que eras.
- Tú la causa, por dios, no te creas tan importante.Y... ¿Acaso te crees que transformarte en otra persona es así de fácil? ¿Que confiar en ti también es así de fácil? Además por hacer el amor, lo haces con todas.
- Te equivocas, aunque suene mal, siempre en toda mi vida lo único que he echo es follar, sin embargo, contigo si quiero probar hacer el amor. Cuidarte entre mis brazos, provocarte placer, hacerte feliz, cuidarte, tratarte delicadamente en cada subida y bajada de nuestros cuerpos, besar tu cuerpo. Descubrirte, explorarte detenidamente. Si, quiero hacer el amor contigo, y nunca lo había deseado con nadie más.
- ¿Debería sentirme especial?
- Si
- Y también debería haberme sentido especial hoy al mediodía.
- Por dios, ya te he pedido perdón por todas aquellas payasadas, te pedí que lo olvidarás.
- Pero las cosas no se pueden olvidar chascando los dedos.
- Si te los propones si.
- Entonces me propongo olvidarte- Dijo mientras chascaba los dedos- Ves, no funciona así de fácil.
- También deseo casarme contigo- Soltó, sorprendiéndola  -Si ya lo se, es una idea de lo más loca, pero así es. Deseo que me perdones y que me des una oportunidad.
- ¿Otra? Sabes... cuando voy a la vieja tienda del padre de Sandra, a veces cojo un despertador, un secador. Pero siempre acaban estropeados y termino tirándolos a la basura, pensando que las tiendas de segunda mano, no son buenas. Y me propongo no volver a comprar nada allí. Pero de pronto, aparece una vieja moto, malgastada, y me informan de que nadie ha sido lo suficiente valiente para hacerla brillar. Y entonces, la doy una oportunidad. La quiero, la cuido, la llevo al mecánico para que la arregle los desajustes  La pinto, pero no la graffiteo, solo la hago ver más bella. ¿Pero sabes como termina la historia? termina que al parecer todo era un cuento, aquel mamarracho que intento vendérmela  solo me mintió sobre su pasado para llevármela, tampoco me contó lo fría que era la moto, y lo poco que agradecía las cosas. Y un día, cuando fui a utilizarla para ir al colegio, me cambio, se fue con otra dueña.
- Lo se, me he comportado como un estúpido, se que no tengo derecho de venir aquí.
- Entonces vete- Interrumpió
- No puedo. -Dijo en un suspiró.
- ¿Por qué?
- Porque se que si me voy, todas las cosas que deseo hacer contigo se irán al vació.  No puedo irme si se que no te tengo. ¿No lo entiendes? Esta no es sólo mi oportunidad, es nuestra oportunidad, la única que tenemos.
- Es muy fácil metaforizar cuando tú corazón no esta en juego- Se burlo, repitiendo aquellas palabras que algún día le dijo.
- Lo siento, pero ahora el mio se esta abrasando, y tu eras la única que puedes salvarlo.- Se acerco a ella de nuevo, en un último intento- Besame, por favor- La pidió

No supo muy bien porque, si por que su mascara de fuerte se rompió  o por que simplemente todo lo que el decía era cierto, pero se acerco sin poder volver a resistirse a su petición, y junto sus labios con los suyos. Permitiendo que le robase el corazón en aquel beso, permitiendo volverse a enamorar de él, aunque duda que alguna vez haya dejado de estarlo. Le beso con necesidad, necesidad desde hace un mes. Con pasión y más tarde con la ternura que había estado soñando estos días en su ausencia.
Hasta que de pronto alguien carraspeo su voz.
- Alguien puede explicarme que es todo esto- Dijo Tom, con la bata puesta y clavando su mirada al muchacho- Un trato, es un trato.
- Lose, y lo siento, pero acabe totalmente enamorado de tu hija.

Capítulo 14: Época de prueba.

Tom tenía razón. Un trato, era un trato.
El sexo, era sólo eso, sexo, asta que alguno de los dos o los dos se enamoraban. Un beso, solo era un beso, asta que alguno de los dos o los dos pusiera pasión y sentimientos. El rencor era solo eso, rencor, asta que aquella persona te pedía perdón y te olvidabas de aquel resentimiento. Y un trato, claro que un trato era solo un trato, asta que alguno lo incumpliera.
Y Alonso lo incumplió en el momento que se dejo llevar por el amor de Elsa.
- ¿De que hablas papa?- Pregunto Elsa desconcertada mientras el rubor de que su padre la viera besar a un chico subía por sus mejillas- Ya hablamos sobre eso.
- Elsa déjame explicarte- Rogó Alonso
- Tú no le vas a explicar nada- Chillo Tom a Alonso.
- Ella debe saberlo.
- Ella es mi hija, y yo decidiré cuando romper su ignorancia sobre este asunto.
- ¿Qué esta pasando aquí? No entiendo nada, por que habléis como en clave, y por que tú- Dijo señalando a su padre- me hablas ahora del trato.
- ¿Qué trato?- Preguntó Alonso.
- Un trato que hicimos mi padre y yo- Respondió
- Elsa, el no tiene que saber nada nuestro- Dijo su padre, sintiéndose acorralado.
- Lo se, pero como aquí nadie habla entonces hablo yo.
- Eh dicho que no- Dijo con autoridad- Sube a tu cuarto y espérame allí.
- No- Se negó.
- Ahorra no esta tu madre para defenderte- Dijo arrastrando las palabras- sube.
- No pienso subir hasta que no me enteré de lo que pasa aquí, y de por que no me dejas contar el trato.
- Como no subas...
- ¿Qué?- Le corto- me encerraras un mes en mi cuarto, o quizás me miraras todos los días cabreado. Ya no papa, ya no te voy a obedecer, de que me sirve no estar encerrada si no puedo estar con las personas que quiero.
- Cuéntame el trato- Pidió Alonso.
- El trato- Dijo Elsa sin querer desviar la mirada de su padre, el cual adoptaba un tono rojizo debido a su cabreo- el trato era que si yo dejaba de verte, mi castigo sería más leve y tú podrías salir de la comisaría.
- Me dijiste que el trato solo era conmigo- Le acuso Alonso a Tom.
- Vaya, entonces aquí ahí mucho mentiroso ¿Verdad muchacho?
- Yo no miento.
- Y entonces ¿Por que estabas besando a mi hija eh?- Chilló.- O mejor por que te has acercado a ella.
- Ya te lo dije, no quiero alejarme de ella.
- Haré de tu vida un infierno.
- ¡Papa!- Chillo Elsa- no se que esta pasando, pero lo mejor será que volvamos a casa todos y nos tranquilicemos- Dijo Elsa, recordando que ella no amaba a Alonso, recordando todo lo que la había echo, sin embargo cuando fue a dar un paso Alonso la paró.
- ¿Sabes por que nunca pude amarte como querías?- Dijo, esperando que aquella fuese la esperanza para retener a Elsa a su lado.
- ¿Por que?
- Por aquel dichoso trato- Fulminó con la mirada a Tom- Tú padre me ofreció, que si me alejaba de ti no te castigaría y que además me dejaría salir de la comisaría.
- Papa- Dijo Elsa decepcionada- ¿Tú hiciste eso?- Preguntó dolida.
- No tenía otra opción cariño. El no te conviene, me documente, ¿Acaso sabes lo mujeriego que es este?
- Si papa- Dijo asintiendo con la cabeza.
- Entonces... ¿Qué haces con él?
- Por que me gusta.
- Le gusto- Susurró Alonso sonriendo.
- Pero te hará daño ¿No lo ves?
- Ya lo ha echo
- Tú...- Dijo enfadado Tom.
- Pero papa, sigo aquí, viva. No podrás evitar toda mi vida que me haga daño, o que cometa errores, porque algún día las cosas se te escaparan. Como hoy, en el amor no hay control. No eliges a quien amas.O si no mira tú y mama, no estabais para estar juntos, pero os enamorasteis sin querer.
- Lose hija, pero si puedes elegir olvidarle.
- Y lo he intentado, me he separado de él. Pero el ha vuelto, y en verdad eso es lo que quería- A cada palabra Alonso la miraba más sorprendido- Papa, déjanos. No le hagas nada.
- Esto no quedará así- Dijo Tom mirando con furia a Alonso- Diez minutos, sólo diez minutos para que vuelvas a entrar a casa- Y así se dio la vuelta y entró.
Con que entro se miraron, y con los ojos puestos uno en el otro comenzaron a andar sin rumbo.

- No te creas que tendrás mi perdón así de pronto- Dijo Elsa.
- En ningún momento lo he pensado- Dijo sonriendo acercándose a ella- pero te gusto.
- no- Dijo desviando su mirada de la de él.
- Venga no me lo niegues, lo has dicho tu misma hace un momento.
- Sólo lo decía para que mi padre no te matará.
- Bueno entonces... ¿Todo resuelto?¿Me darás una oportunidad?
- Nose.
- Venga Elsa, por favor- La suplico.- Además tengo todas las características para un novio perfecto. Soy guapo, bueno- rectifico- soy extremadamente guapo, se hacerte reír,  tengo moto, no seré muy inteligente pero aún así podré robarte el corazón,- Se acerco a ella y sujeto su rostro entre sus manos- y lo más importante es que te quiero, y se que tu ami también.
Dicho lo dicho se acercó a ella lentamente, después poso sus labios con los suyos, volviendo a reconfortarle aquella sensación. En toda su vida había estado con muchas chicas y quizás demasiadas, pero ninguna de ella le provoca el efecto que Elsa hacía.
- Y te aviso- Dijo Elsa después de terminar el beso- que no podrás besarme cuando te de la gana. Estas en época de prueba.
- ¿Época de prueba? que mierda es esa- Dijo haciéndose el cabreado, aunque en verdad no le gustaba eso de no poder disfrutar de sus labios cada vez que le apeteciese.
- Si, como oíste, te lo ganaste a pulso.
- ¿Por qué? porque eres tan cruel, he venido aquí, he puesto mi vida en riesgo escalando para llegar a tu ventana, me he declarado y encima he echo frente a tu padre. ¿Por que te gusta hacerlo todo tan difícil?
- Por aparecer hoy con esa- Y el empezó a reírse- Para de reírte- Le pego en el hombro.
- Au, au- Dijo casi desvaneciéndose al suelo.
- Ey, ¿que te pasa? ¿No estabas bien?- Pregunto ayudando le a ponerse en pie totalmente.
- No, es que no podía arruinarlo todo si te decía el dolor que tenía por todo el cuerpo.
- Si quieres nos sentamos allí- Señalo el terreno de debajo de un árbol llorón.
- Si, es lo mejor, estoy matado, además me duelen las manos de cuando se cerro la ventana y me pilló los dedos.
- Lo siento.
- No pasa nada- Dijo sentándose y dando palmadita a un hueco que dejaba al abrir sus piernas.- Contigo a mi lado todos los males desaparecen.
- Que tonto eres- Dijo mientras Alonso la abrazaba por detrás.
- Huele tan bien tu cabello- Dijo oliéndolo y poniendo a Elsa colorada- lo siento mucho.
- ¿Por qué?
- Por todo lo que te he echo este tiempo, no quería que tu padre te castigará más por mi culpa. Lo siento por lo cambios de humor, es sólo que recordaba el trato, y ...tenía que alejarme de ti. Y también lo siento por lo del mediodía. Acaso no te diste cuenta que intenté olvidarte con otra, de todo un grupo la elegí a ella por ser rubia- Dijo mientras tocaba el pelo de Elsa- Por tener los ojos verdes- toco ahora sus ojos- y por nada más, por que conforme pasaba el tiempo me daba cuenta de que tu no tenias reemplazo. Aquella chica era una chillona, además no me pegaba como tú, ni se enfrentaba conmigo como tú, y aquello me parecía de lo más aburrido.
- ¿De verdad la elegiste por parecerse a mí?
- Si, aunque como dije no se parecía nada a ti. Tú eres mil veces mejor.
- Sabes... me dolió demasiado que aparecieras allí con esa.
- Y ami me dolió que vieras la estupidez que hice, pero en cierta forma lo agradezco, porque si no hubiera visto todas aquellas cosas, ahora mismo no estaría aquí, seguro estaría emborrachándome.
- ¿Qué cosas?- Pregunto Elsa girándose para mirarle a la cara.
- Ver el daño que te hacia, ver lo poco que esa muchacha se parecía a ti, ver las pocas ganas que tenía de seguir alejado de ti, ver tu lágrima recorrer tu mejilla, tu rencor, tu rabia. Te quiero- La susurró- y nunca he querido tanto a nadie como a ti- dijo golpeando con su aliento los labios de ella.
- Yo también te quiero- y esta vez fue ella quien se acerco a sus labios, sin exigencias ni ordenes. Estaba también harta ella de hacer el tonto esfuerzo de alejarse de él. Entrelazaron sus lenguas suavemente, se dieron besos cortos intercalado los con profundos, rozaron sus labios levemente. Pero la hora marcaba la hora de partida.
- Será mejor que te acompañé a casa
- Espera- Le paró- solo un rato más.-Pidió Elsa
- De acuerdo- Asintió con la cabeza- Además me tienes que explicar que es eso de período de prueba.
- Es simple- Comento entusiasmada.- Es como un empezar de nuevo, solo que ahora no seré tan fácil como la primera vez. Te lo tendrás que currar.
- ¿Enserio? a mi no me van las cursiladas.
- Bueno entonces tú sabrás lo que haces.
- Ayy- Suspiró- No se como lo haces para volverme tan loco- Y esta vez de forma menos tierna beso sus labios buscando con su lengua la de ella, para forma un torbellino.
- Y ya te dije que tendrás que ganarte mis besos- Le fulminó con la mirada, y el se rió.
Después se levantaron y la acompaño asta la puerta de su casa, se despidieron con un beso y otro y otro, hasta que la hora se pasaba y tuvieron que parar para no enfadar al oso Tom.
Cuando entró se sorprendió de que su padre no estuviera sentado en el sofá como en las películas, pidiéndole una explicación. Así que no lo dudo y aprovecho para ir a su habitación y dormirse, por que ahora que las cosas estaban resueltas, si podría conciliar el sueño.



- ¡¿Y todo aquello ha pasado?!- Pregunto Cristina emocionada.
Era ya por la mañana, Cristina y Elsa se habían despertado, pero como eran igual de vagas no querían levantarse de la cama, además, la lluvia que chocaba contra la ventana, les quitaba las ganas de salir de aquellas sábanas tan calentitas.
- Si.
- Pues vaya, me duermo en las partes más interesantes- Dijo haciendo reír a Elsa.
- Entonces...  ¿Estas saliendo con ese chico?
- Bueno salir salir, no, esta en época de prueba
- ¿En época de prueba? - Comenzó a reírse- Como te gusta hacerle sufrir.
- Se lo merece, por listo- Dijo mientras al fin se levantaba y se lavaba la cara.- ¿Bueno y tu que?
- Yo que de que- preguntó Cristina tapándose la cara con las sábanas.
- Que que de que con Rub. Qué no soy tonta.
- No paso nada, enserio.
- Si ya, entonces por que me mentiste, no me creí ni una pizca todo lo que dijiste- Dijo entrando a la habitación con el cepillo de dientes en la boca.
- Bueno porque no quería que pensarás cosas que no eran. Además todo el mundo sabemos que es propiedad de Sandra.
- Ya pero... ¿Y si le gustas tú?
- ¿Como le voy a gustar yo?  simplemente se sintió mal por lo del recreo y ya esta.
- ¿Y ni tendréis más clases?- Dijo Elsa elevando las cejas.
- Pues no lose, no se lo pregunte. Y tú deja de mirarme así- Le tiro un cojín- Ya te he dicho que no va a pasar nada.
- Zi zi jaberoz- Dijo con el cepillo de dientes dentro. "  si si ya veremos"
- vaze- se cachondeo ella de Elsa, a lo que esta rodó los ojos. "vale"

Mientras tanto Sandra se encontraba también tumbada en su cama, aunque sola. Sus padres como era habitual no se encontraban, su padre siempre estaba en la vieja tienda de segunda mano, y su madre era una empresaria medio importante que andaba de un país a otro. Su casa solía estar vacía la mitad de los días. Además su mejores amigas habían pasado una noche juntas y no le habían preguntado si ella quería ir también, pero no le preocupaba por que sabía que últimamente se estaban alejando demasiado. Una llamada la saco de sus pensamientos.
-¿Hola?-Pregunto Sandra ya que nadie respondía- Ahí alguien- Pero seguían sin responder- mira esto no tiene gracia ¿de acuerdo? si eres un acosador te aconsejo que...
- Soy yo- Dijo veloz Pedro.- Lo siento, no quería asustarte.
- ¿Que quieres?- Dijo cortante.
- Verte, estoy debajo de tu casa.
- No voy a bajar, puedes marcharte- Dijo apunto de cortar la llamada.
- Espera, por favor, necesito tu ayuda- Dijo hundido en la agonía- Tú... eres la única que puede ayudarme.
- Espera un minuto, y ya estoy- Tiró el móvil a la cama. No podía creérselo el había vuelto después de todo. No quería salir pero le había pedido ayuda y tenía la sensación de que debía ayudarle. Se puso una bata y simplemente se tapo aquellas ojeras y bajo.
Esta lloviendo y el estaba totalmente empapado. Sino se secaba podría cojer un catarro, o quizás algo más fuerte. Tenía cara de sufrimiento, y la mirada perdida, no sabía si estaba drogado, alcoholizado o simplemente estaba perdido. Dejo la puerta abierta y salió hacia la lluvia, empapándose.
- ¡¿Qué haces aquí?!- Gritó San por encima de la lluvia.
- Nada- Dijo con esos ojos desorientados, rojos, aquello no le gustaba nada.
- ¡Ven vamos a dentro!- Le agarro del codo y entraron dentro, cerro la puerta- Quédate aquí, no te muevas- Dijo con miedo a que se fuera y todo aquello se tratase de otro sueño. Fue al cuarto de su padre y cogio un pijama cualquiera, volvió rápidamente al salón, donde ahí estaba él, en el mismo sitio que le dejo, temblando.
- Ven- Dijo abrazándole  Yo- se separo de él-Te he traído un pijama de mi padre, no se si te valdrá pero es lo único que...
Pero no tuvo la oportunidad de seguir hablando, por que el se acerco a sus labios, besándola apasionadamente y a la vez con ternura. La elevo provocando que ella se aferrará a su cintura con sus muslos y el la mantenía en vuelo gracias a la fuerza que hacia al sujetarla del culo. Paso por el pasillo pero había tantas puertas que no sabía donde dirigirse.
- La derecha, mi habitación esta a la derecha- Dijo Sandra separándose solo un momento de su boca para volver con más fuerza.
La desplomó en la cama y se tomo su tiempo para desvestir la asta que quedaran los dos totalmente desnudos debajo de las sábanas blancas.
- Espera espera- Le paró- La protección ¿Recuerdas?- Dijo sin aliento. Se encorvo para poder llegara la mesilla- Toma.


Ahora se encontraba encima de él, cansada, con su cabeza encima de su pecho.
-Te echado tanto de menos...- Dijo Sandra- Pensaba, pensaba que ya te habías olvidado de mi y...- Dijo sufriendo.
- Nunca me he olvidado de ti- Acarició su rostro- No haces otra cosa que aparecer en mi vida, en mi pensamiento o en mis sueños e incluso en mis pesadillas.
- ¿Pesadillas?
- Si- Acarició su cabello- Soñaba con que desaparecías para siempre, o que te veía con otro.
-Ya- Dijo esta volviéndose fría y levantándose de la cama con una sábana que la envolvía.
-¿Qué te pasa?- La preguntó.
- Qué es irónico sabes- Dijo mientras se ponía sus bragitas tapada por las sábanas.- Porque tu tienes pesadillas... pero yo- Dijo tragando saliva, sin querer decirlo- yo te he visto con otra- Le miró a los ojos mientras se quitaba la sábana una vez que se puso las bragas fucsias y el pelo tapaba sus pechos.
- Eres tan bella- Dijo al verla en su casi completa desnudez. Se levantó sin taparse.
-¡Oh dios!- Dijo ella tapándose los ojos- Tapate Pedro.
-¿Por qué?-Río divertido- No hay nada que no hayas visto ya.
- Por dios.
- Ven- Dijo agarrando su mano y atrayendo la- Tú solo existes para mi.
- No te creo.
- Te amo.
- No te creo- Negó con la cabeza.
- Estos días sin ti, han sido como el infierno.
- No te creo.
- Y se... que he intentado alejarme, no debería estar aquí, no cuando te echo tanto daño.- Dijo con los ojos cristalinos.
- Ya.
- ¿Quieres que me vaya?- Dijo sin querer esperar un si.
- No-  Acaricio su pecho- No lo quiero, no te vayas, no- Dijo exaltada- ¿Como voy a querer que te vayas? es más podrías quedarte todo el tiempo que quieras.
- Aunque te haya engañado
- Si
- Aunque te haya echo daño
- Si
- Aunque ahora mi novia sea otra.
- Si.
- Aunque... seguramente después de todo, me vaya y te abandone.
- Si.
- Lo ves- Dijo girándose y comenzando a vestirse- No puedo hacerte esto.
- ¡Para!- Le ordenó pegando le en la espalda- Para de vestirte por favor.
- ¿No querías que me tapara?
- No te vayas, por favor, quédate un rato más, no te vayas tan rápido- Suplicó mientras le daba esta vez levemente.
- No puedo- dijo abotonándose el último botón de su camisa. Ando asta la puerta pero antes de salir dijo:
- Te mereces algo mejor que yo.

Al día siguiente...

- Hola- Dijo acercándose Cris a Rub en el descanso, para ir al banco de siempre.
-  Hola-  Dijo nervioso.
- ¿Qué tal las clases?- Preguntó Cris.
- Bien. ¿Por cierto has visto a Sandra? No la veo por ningún lado.
- Ah, creo que hoy, ha faltado.
- ¿Y  eso? que la pasa.
- No lose. Oye en cuanto a las clases...- Dijo queriendo rechazarlas.
- Ah si- Dijo mientras se sentaba- Hoy a la misma hora.
- De acuerdo- Asintió dudosa.
- Hola- Se sentó Elsa al lado de Rub.- ¿ Habeís visto a Sandra? Tenía que hablar con ella.
- No- Respondieron los otros dos al unisono, se miraron y se sintieron cómplices.
- Qué raro, después iré a visitarla para ver que la pasa.

Las siguientes horas les fueron un infierno para cada uno, se distraía con una cosa diferente para poder pasar la clase y no terminar apoyado en su pupitre durmiendo. Cuando por fin acabo las clases y salieron se encontraban hablando de aquella fiesta que quedo solo como un proyecto y entonces le vio con aquella rubia de nuevo.
¿Estaba jugando con ella o que? No podía creérselo, parecía como si la misma historia se volviera a repetir. Bajo los escalones enfurecida.
- ¡Qué haces aquí!- Le reclamo Elsa a Alonso girándole.
- Vaya humos.- Rió
- Qué que haces aquí.
- Pues que voy ha hacer...- Dijo quitando aquella sonrisa- venir a recogerte.
- A...- Dijo pasando de cabrea a tímida.- ¿Ah recogerme?- Se le iluminaron los ojos.
- Si.
- ¿Quién es esta?- Dijo la maldita rubia Barbie girando a Alonso y haciendo recordar a Elsa que ella estaba ahí.
- Mejor dicho ¿Que haces tu aquí?-  Preguntó Elsa.
- Hablar con mi novio.
- De eso quería hablarte- Las corto Alonso- Creo que será mejor que lo dejemos, me equivoque, nos precipitamos.
- ¿Pero por qué?
- No te das cuenta moco pastoso- Dijo Elsa- Te deja porque nunca te quiso, por que el y yo nos cabreamos e intentó buscar un clon mio para saciarse.
- ¿Así? Lo que tú digas, pero Alonso y yo hemos follado- Dijo intentado y consiguiendo hacerla daño. ¿No era una chillona? ¿No era que no la gustaba? otra vez igual, otra vez se sentía la tonta del cuento que se creía todo de él. Sin embargo no dejo que esta vez aquella barbie la pisoteará.
- Muy bien cariño- Dijo apoyando su barbilla en el hombro de Alonso, felicitándole - Ahora ¿Cuanto debo de pagarte?- A lo que Alonso la miró reprobatoriamente.
- Yo no cobró por sexo- Dijo con furia, apunto de abalanzarse hacia Elsa
- Oh valla- Dijo Elsa haciéndose la sorprendida- ahora ya ni cobran. Bueno en tal caso, ya no requeriremos más de tus servicios, pero gracias eeh- Y así cogió del codo a Alonso y tiro de él.
-¡Tú si que eres una puta!- Empezó a chillar escandalosamente la barbie a lo que Elsa se giró la sonrió y posteriormente la tiró un guiño. Una vez que cruzaron la esquina Elsa se alejo cuatro pasos de él.
- Espera donde vas- Dijo Alonso corriendo para alcanzarla.
- A casa de San, hoy no ha venido y eso me preocupa.
- No me refería a eso ¿Por que te alejas?
- Menos cien puntos- Dijo Elsa.
- ¿Como que menos cien puntos?
- Si ¿te acuerdas? Estabas en época de prueba durante un mes. Pues ahora estas en números negativos, así que yo que tu me andaría con pies de plomo.
- ¿Como?- Pregunto Exaltado y cogiendo de la muñeca a Elsa fuerte para que no pudiera escaparse.-¿Encima que vengo a recogerte.
- Me da igual, ¿Tu sabes la cara de tonta que se me ha quedado cuando dijo aquella furcia que follasteis? - Le miró enfadada- Espero una negativa de tu parte- Le fulminó con la mirada.
- No puedo mentirte Elsa, ella tiene razón- Y entonces esta volvió a andar deprisa.
- ¿Por qué?- Se paró y volvió a girarse para mirarle a la cara- Por que tuviste que hacerlo ¿Eh?
- Elsa ya hablamos esto y lo arreglamos, no me parece justo que me quites cien puntos por una cosa que ya esta arreglada.
- ¡¿Y a ti te parece justo follarte a medio pueblo?!.
- No estábamos juntos Elsa, no seas injusta, estoy intentando por todos los medios no cabrearme, pero si me vuelves a gritar...
- ¡Entonces que!- Chillo  provocando que mas de alguno le mirara mal- ¿Me abandonaras de nuevo?
- Elsa lo que estas haciendo esta mal- Dijo bajo.
- Debiste de haberme lo dicho, es más, menos cien no, sino menos quinientos puntos.- Dijo, y siguió su camino.
- No me pareció importante.
- Ah claro, es verdad, follarte a medio pueblo no es importante, claro.
- No seas tan cría, solo fue con ella y fue un error.
- Un delicioso error ¿Verdad?
- ¡Elsa!- La cogió del codo, cansado de aquella escena- tranquilízate ¿De acuerdo? sólo te quiero a ti y nada más que a ti, si no te dije nada fue por que no quería que te pusieras como te estas poniendo. No quiero perderte, olvidemos lo y ya.
- Sabes... vete a la mierda- Dijo tirando fuertemente de su brazo y andando deprisa para la casa de Sandra.


Horas después...

- ¿Entonces lo entiendes?
- Que si, ya te dije que si. Me tengo que ir Rub.
- ¿Pero seguro que lo entiendes?- Dijo robando la el abrigo.
- Qué si, venga dame el abrigo- Dijo esbozando una sonrisa jugetona.
- ¿Seguro?
- Rub para de hacer el tonto, si tienes que decirme algo dímelo ya- Dijo después de coger el abrigo.
- ¿Y si es como las cálculos?
- ¿Qué quieres decir?- Dijo poniendo el abrigo y no prestando le mucha atención.
- ¿Y si no se puede decir?
- Pues entonces, haz lo que haga falta.

Fue en ese momento como las manos de Rub raptaron la suya impidiendo que se pusiera mejor la bufanda, se acerco a ella y deposito sus manos por la parte trasera de su cadera, mientras que ella por instinto entrelazo su nuca con sus muñecas.
Sin saber bien como, se juntaron tanto asta que sus labios se tocaron y sintieron la suavidad y el contacto caliente del otro. Todo era tan bonito que Cristina no quería alejarse y para que negadlo quizás una parte de su mente lo deseaba. Después de un beso corto, como el primer beso de unos críos tímidos se separaron dejando ver el rubor de Cristina.
- Bueno creo, creo que me tengo que ir.
- ¿Te acompaño?- preguntó nervioso.
- No, no hace falta.- Con ella el nunca podía saber si había echo bien o mal.



Después volvió al supermercado por que se había olvidado completamente de la sala de congelados, debido a que en esa sala se perdió ni siquiera le dio importancia a comprar los filetes, pescado, croquetas y las tartas debido a que dentro de poco iba a ser su cumple y el de su padre, aunque no sabía si estaba la cosa para celebraciones.
Antes se perdió en la sala de congelados, pero una vez haber entrado no lograba encontrarla, y una vez haberla encontrado debía de encontrar aquella tarta ya que su padre el "especialito" solo le gustaba esa tarta. La vió y no supo bien por que fue corriendo sin embargo cuando fue a llevársela una mano se puso encima suyo. Le dio la sensación de que se parecía a ese tipo de anuncios o series en la que dos mujeres se peleaban por el mismo bien, debido a que era el último, no obstante, cuando cruzo los ojos con aquella persona pudo diferenciar dos cosas, la primera era un hombre y la segunda...
- Vaya vaya, nos volvemos a encontrar- Dijo Alberto sacándola de los pensamientos.
- Eso parece- Se acerco a él.
- ¿Crees que tres veces serán suficiente, o mejor esperamos a la próxima?
- Creo que el destino ya ha tomado su decisión y ahora nos toca a nosotros.

En otro lado...

- ¿Sandra? ¿Estas en casa?- Pero nadie contesta, desde que se cabreo con Alonso llevaba aquí media hora sentada- Mira Sandra se que estas en casa así que o me habrés o te juro que me cuelo como sea.
- Vale- Respondió una voz ronca por el telefonillo- Ya voy ya voy, no vayas a romper algo.- Después entro y como vio como  la puerta de casa estaba abierta entro, al no encontrarla en el salón fue directa a la habitación y allí la vio, tumbada en la cama.
- ¿Estas enferma?
- Si
- ¿Seguro?
- Si
- Entonces me quedo a cuidarte- la sorprendió- mira he cogido prestado del instituto el termómetro y pastillas por si te duele la barriga o la cabeza.
- No tenías por que.
- Si tenía Sandra, después de todo sigues siendo mi amiga. Se que últimamente - dijo desdoblando una manta- nos hemos alejado mucho, pero creo que ya es hora de comportarnos como mayores. Además hoy me asustaste cuando no te vi, siempre vienes nieve o granice, tengas fiebre o estés con las hormonas revolucionadas.
- De acuerdo, entonces empezaré por dejar de mentirte. No fui al colegio por que todavía estoy pegando los trocitos que forman mi corazón.


Capítulo 15: Una cita chafada


Se dirigieron a la habitación de Sandra y una vez allí las dos se sentaron en la cama.
- ¿Qué te pasa Sandra?- Preguntó realmente preocupada.
- Yo, nose ni como empezar.
- Desde el principio.
- Entonces creo que el paso cero es pedirte perdón.
- ¿perdón por qué?- Se sorprendió
- Por que ya no somos las mismas. Hace tiempo que dejamos de dormir juntas todos los fines de semana, hace tiempo que no nos llenamos de chuches y nos reímos de tonterías.
- Si- Dijo Elsa asintiendo- Tienes razón, yo también te pido perdón. Pero ahora... cuéntame lo que ha pasado.
- Nada.
- Pensaba que volvíamos a confiar una en la otra- Contestó Elsa debido al silencio de San.
- Ha venido Pedro- Soltó al fin.
- ¿Y...?- La ayudo a proseguir.
- Y ha pasado lo de siempre- volvió a suspirar.- Ya no puedo más- Dijo Sandra abrazando a Elsa.
- ¿Otra vez Sandra?
- No puedo hacer nada en contra, le quiero, y quiero estar con él.
- Pero no ves que sólo te utiliza, que sólo juega contigo a su antojo.
- Elsa...- Dijo dudando sobre si contárselo-  Hoy fue diferente, el no me lo dijo, ni yo también quise preguntárselo pero... creo que anda en líos.
- ¿Que tipo de líos?
- Droga.
- ¿Droga San? Tú te estas oyendo- Dijo levantándose de la cama y subiendo la voz conforme avanzaba- tú crees que una persona así puede hacerte feliz.
- Si.
- ¡Debes de alejarte de él!.
- No puedo, el necesita ayuda. Le quiero, pero también es mi amigo, y si tengo que olvidarme de ciertos sentimientos para ayudarle a salir de lo que se haya metido, lo haré.
- ¿Amigo?¿Cómo puedes seguir considerándole un amigo después de lo que ha echo?
- ¿Acaso tu no perdonarías una y otra vez a la persona que amas?- Aquello fue como un puñal.
- No Sandra, ahí cosas en la vida que son imperdonables.- Dijo insegura en su interior ¿Ella perdonaría a Alonso si hiciera lo mismo que Pedro?... aquella pregunta rodó por su cabeza- Imperdonable fue la falta de respeto que te tuvo al serte infiel, y además cobarde por huir de la situación sin contártelo.
- Lose, se que tendría que desearle lo peor, y te juro que lo hago cuando no le tengo cerca. Pero cuando esta a tres centímetros de mi, algo en mi interior se colapsa. 
- Debes de alejarte de él- Volvió a repetir dando vueltas por la habitación- De momento vamos a empezar yendo a clase, y debes de pasar más tiempo conmigo, así cuando él decida regresar estés a mi lado y pueda cuidar de ti.
- No lo entiendes, no lo entiendes. No vas a poder pararme, lo siento Elsa pero creo que será mejor que te vallas.
- ¿Qué me valla? ¡¿Que pasa que hoy estáis todos locos o que?!- Dijo a punto de reventar.
- No me ayudas, no buscas soluciones.
- ¿Como que no?
- No Elsa, quiero una solución en la que este a su lado.
- ¿Ah si? Pues tengo una muy bonita- Dijo recogiendo sus cosas para irse de allí- Podrías inflarte tu también a cocaína y así pasar más tiempo con él.
- No digas tonterías- Dijo a punto de que ella saliera.
- O mejor- se paró en la puerta- Podrías ayudarle, intentar que saliera de ese mundo, sufrir lo que el sufra, podrías hacer una lucha en contra de su adicción. Pero antes de que decidas esta opción quiero que te quede claro, que esto con lleva a dos finales, el primero y mejor, que acabe saliendo del lío que se ha metido con tu ayuda y luego quien sabe si te vuelve a engañar, y el segundo, que tu acabes asta el cuello de cocaína también., y cuando eso pase, escúchame bien, cuando eso pase ya no podré ayudarte.

En otro lugar de la ciudad...


- ¿Donde quieres ir?- Preguntó Alberto con una sonrisa en el rostro.

- No lose- Contestó tímida e insegura.
- Donde tú quieras.
- No, ami me da igual.
- Sabes- Dijo desviando la mirada por un momento de la carretera- en verdad me da igual a donde vayamos.- A lo que ella asintió dándole a entender que a ella también le daba igual aquello.

Al final acabó aparcando en un sitio cualquiera. Caminaron juntos, pero sin entrelazar la pequeña y frágil mano de ella con la varonil suya, al final decidieron sentarse en el banco más próximo y una vez allí el primero en romper el hielo fue Alberto, justo como Cristina quería.

- Esto no se parece ni de lejos a una cita- Confeso.- Te mereces algo mejor.
- Y entonces ¿Qué hacemos aquí?- Esbozó una sonrisa.
- No lose. Podríamos ir mañana a cenar por ahí, yo invito claro esta.
- ¿Porque?- Pregunto frunciendo el ceño.
- Por que quiero ser un caballero, un príncipe.
- No hace falta- Dijo por orgullo a su fiel movimiento de mujer independiente.
- Si, podríamos ir al cine y...
- Pero yo me pago mi parte- Añadió.
- Qué más da, ami me gustaría invitarte.
- Y ami no, soy autosuficiente- Dijo con cierto tono de ritintin, sin olvidar que aquello no era una cita pero si era un antes de la cita.
- Oh valla, entonces eres de esas mujeres.
- Si te refieres de mujeres independientes con ganas de evolucionar si.
- Cada día me asombras más- Dijo ladeando la cabeza con cierta diversión- Y se supone que yo soy el que te saca cuatro años.
- Y dime...- Cambio de tema radicalmente- ¿Qué hacías en el supermercado? Quiero decir, no me estarás siguiendo ¿Verdad?
- No- Dijo acompañándolo de una carcajada.
- ¿Seguro? sería una manera bonita de demostrar que quieres tener una cita conmigo, aunque también acosadora.
- Bueno, en tal caso, quizás si.
- Ahora enserio, ¿Qué hacías allí?¿No se supone que vives en el pueblo de mis primos?- Preguntó realmente curiosa.
- Si. Pero mi abuela que vive aquí se puso mala, y decidí venir a ayudarla con las tareas domésticas y esas cosas.
- Que raro.
- ¿Por?
- Con todos los supermercados que ahí.
- Ya ves, quizás después de todo si exista el destino.
- Quizás, o simplemente fue una serie consecutiva de casualidades.
- Yo no creo en las casualidades- Afirmó acercándose al rostro de ella.
- Y yo no creo en el destino ¿Irónico no?
- ¿El que?- Preguntó absorto en el tema mientras vigilaba cada movimiento de sus labios.
- Somos puros polos opuestos ¿No te has dado cuenta? - Comento dando un pequeño mordisco a su labio inferior.
- No- Le vio tan cerca de ella, que miró su muñeca nerviosa
- Bueno ya es la hora- Se levantó deprisa- no le dije a mi padre nada y debe de pensar que me han secuestrado- A lo que el esbozó una sonrisa burlona.
- Es eso precisamente lo que he echo- La atrajo poniendo su mano en la cintura de ella.
- Si, pero tenemos que darnos prisa- Se zafo de su agarre.
-De acuerdo- Rodo los ojos, sin querer tener que hacer la caso.

Al día siguiente...


Las cosas entre Sandra y Elsa se habían enfriado más aún, incluso había un muró congelado entre las dos imposible de derribar. Elsa quería ayudar a Sandra pero sentía que ella había elegido el camino equivocado y que no podía hacer nada para hacerla cambiar de opinión, y Sandra pensaba que Elsa no la entendía. Cuando Cristina le comentó que su otra amiga estaba medio saliendo con Alonso, creyó que quizás Elsa pudiera ponerse en su piel y darla un consejo de verdad.

- ¿Qué os pasa hoy a las dos?- Preguntó Cristina en el descanso mientras se sentaban en su habitual banco.- Y no me digáis que nada- añadió.
- Es que no ha pasa nada Cris- Dijo Elsa poniendo una mano encima de la de Cristina.- Es más, por que no nos cuentas lo de tu medio cita, al final ayer no me terminaste de contar por el Tuenti.
Lo hubiera contado casi todo con pelos y detalles si no llega a ser por la inoportuna llegada de Rub a mitad de su relato, estropeando cualquier oportunidad de pedir consejo a sus amigas.
- ¿De que hablabais?- Preguntó Rub desconcertado, normalmente no solían quedarse calladas con que llegaba.
- Pues de la cita de- A lo que Cristina tapo la boca a Sandra para que no continuará.
- A la cita de hoy, hemos quedado- Sonrió ampliamente, disimulando.
- ¿Una quedada? y por que no me avisáis.
- Pensábamos que ya habrías quedado- Se adelanto de nuevo Cristina- Ya sabes, total, estaremos hablando de maquillajes, famosos y pelo.
-  Oh valla- Dijo aborrecido- ya entiendo, entonces lo siento chicas pero ya he quedado-  a lo que las tres se rieron.- Me voy un momento al baño.

- ¿Por que me has tapado la boca?- Pregunto por lo bajo Sandra al ver marcharse Rub.
-  Porque no quiero que nadie se entere ¿De acuerdo?- improvisó- ni una palabra a Rub.
- Pensaba que ahora os llevabais mejor por las clases- Dijo Elsa de forma casual.
- ¿Qué clases?- Preguntó Sandra, lo que Cristina echo una mirada furtiva a Elsa y esta pidió disculpas con la mirada.
- Es que Rub se ha ofrecido estos días a darme clases.
- ¿Te gusta?- Preguntó sin rodeos San, casi enfadada.
- No ¿Como crees? te estoy contando que tengo una cita.
- Quizás lo intentaste con Rub y como te rechazo estas probando la ley de un clavo saca otro clavo
- No, ¡por dios! . Ya te he dicho que no me gusta.
- Igualmente a ti te debe dar igual- Mascullo Elsa, y Sandra la miró de mala forma.
- Enserio, soy vuestra amiga- Comenzó Cristina- y puedo ver perfectamente como os inyectáis veneno con la mirada, ¿Qué os pasa?
- Pues pasa- Comento Elsa, sin poder reprimir sus ganas de explotar- que Pedro esta metido en drogas y esta inconsciente quiere ayudarle.
- Sandra eso no...- Pero Cristina no pudo continuar.
- Claro, porque le quiero y quiero estar con él- Comenzó su argumento clavando su mirada en Elsa-, le perdono todo el daño que me ha echo por que al fin y al cabo todos somos humanos y cometemos errores, y me gustaría que si algún día cometo un error el me apoyara pasase lo que pasase.
- Bueno en eso llevas...- Pero esta vez fue interrumpida por Elsa.
- En eso llevas razón, cuando estés asta el cuello de éxtasis y toda esa mierda, cometerás tantos fallos que necesitarás a alguien igual de drogado que tú para que te perdone.
- ¡Vasta ya!- Gritó al fin Cristina haciéndolas callar-. Tú- Señalo a Sandra- no te das cuenta de que Elsa quiere tu bien, y tú- señalo esta vez a Elsa- no te das cuenta de que el amor la ciega.

Después cada una siguió su camino asta el aula y no se volvieron a dirigir la palabra ni siquiera cuando acabaron por fin las clases y se encontraban bajando los escalones.
- Noto mucha tensión aquí.- dijo Rub.
- Si tu supieras...- Susurró Cristina.
- Oh, valla- Pronunció Elsa.
- ¿Qué pasa?- La preguntó Cristina.
- Mirar quien a vuelto- Señalo hacia Alonso.
Bajo las escaleras con aires de grandeza y se posó delante suya con una mascará arrogante.
- ¿Qué haces aquí?
- Venir a recogerte.
- Te dije que te vayas a la mierda.
- Y yo te digo que mi paciencia es ilimitada contigo.
- Déjame y no me sigas.
- Te voy a seguir- Dijo con la evidente prueba de seguir su ritmo mientras caminaban.
- Enserio, estoy cabreada y puedo pagarlo contigo.
- No me pienso ir.
-  Si no te vas me veré obligada a quitarte cien puntos.
- Sabes esto es una mierda- Dijo sin intentar sonar grosero- yo dejo que mi hermano cuide del bar un día para poder pasar una tarde contigo entera y tu decides pasar de mi. Si quieres que me vaya me iré, pero para siempre.
- ¿Otra vez amenazando?¿No te diste cuenta que tus amenazas no me afectan?
- No es una amenaza, sólo te estoy dando a elegir.
- ¿A elegir qué?- Preguntó enrabietada, sin saber bien porque.
- A elegir si quieres que este contigo de una vez o no.
- Ya te dije que estas en época de prueba.
- Que época de prueba ni que mierda, contesta- Sonó serio.
- No pienso contestar.
- Entonces lo tomaré como un no.
- Tómalo como quieras-volvió ha hacerle frente. Este se dio la vuelta pero antes de que diera más de dos pasos Elsa le sujeto del codo.- Perdóname  no quiero que te alejes de mi.- Suspiró resignada- Lo siento por como te he contestado, pero entiende que no es lo mismo pensar en la teoría de que te hubieras acostado con esa chica, que escucharlo de su sucia boca, incluso si me lo hubieras dicho tú, no me hubiera cabreado como lo hice- Comenzó a parlotear deprisa, las disculpas no eran lo suyo- porque se que no me lo dirías para hacerme daño sino para tenerme al corriente, de cuan lejos llegaste con ella. Te quiero y pensar que ella pudo haber tocado tu cuerpo me llena de rabia y furia. Además ya sabes que soy bastante orgullosa, rencorosa y muy sensible, así que no creo que te sorprendiera demasiado lo de ayer. Añadido que ayer estuve con Sandra y estaba destrozada por la culpa del memo amigo tuyo.
- Te perdono- Dijo mientras se giraba con una sonrisa socarrona. Analizando todo lo que ella había dicho a una velocidad sobrehumana
- Quita esa sonrisa si no quieres que te la quite yo.
- Oh, que bien suenan tus disculpas.- Se llevó las manos a la nuca.
- Te mataré como sigas regodeándote en tu triunfo.
- Bueno si me quitas la sonrisa a base de besos encantado.
- No justamente pensaba en besos.- Le miró furiosa, pero de nuevo sus ojos cambiaron, se suavizaron asta parecer un inofensivo gatito- Lo siento- Se acerco a el y acarició su rostro.
- Yo también siento no haberte dicho lo de la barbie- provocó una sonrisa de Elsa.
- ¿De verdad dejaste el bar a manos de tu hermano para estar conmigo?- Preguntó con ternura.
- Si.
- Eso es dulce- Se acerco a él y le dio un beso corto, para luego entrelazar sus manos e intentar seguir caminando, sin embargo él no movió ni un pie.- ¿Por que no andas? te quedaste pegado al suelo ¡o que!
- Quiero un beso de bienvenida- Dijo de forma caprichosa.
- Ya te lo di Alonso, venga anda- Tiró fuerte, pero él era aún más fuerte.
- Un beso de verdad.
- ¿Y como son esos?- Pregunto frunciendo el ceño y con los brazos cruzados.
- Te lo demostraré encantado- se acercó a ella y sujeto con la palma de sus manos su tierno rostro, miró sus ojos, y después se mordió nerviosamente sus labios provocando que ahora su mirada se posasen en los labios de esta. Lentamente y degustando su aliento poso sus labios en los de ellas, y con formas tiernas acarició con su lengua sus labios, su lengua, tratandola con delicadeza en cada segunda, provocando la algún suspiró que otro.- Ves- Dijo mientras se separaba de ella- ¿A que no era tan difícil?
- Con que no te movías eh- dijo levantando una ceja, y el movió la cabeza de un lado a otro, pensando por que aquella joven nunca podría responder a sus preguntas.
- Tengo una sorpresa para ti.
- ¿Cuál?- Se le iluminaron los ojos.
- Que cenemos juntos.
- Eh, esto, nosotros, cenar, por la noche esto... eh eh eh- Empezó nerviosa.
- ¿Qué pasa?¿No quieres?
- Si, si - Dijo casi tirándose a su cuello.
- ¿ No puedes?
- Mmm, si puedo.
- ¿Y que problema hay entonces?
- Que no tengo tiempo para arreglarme.
- De eso te preocupas- Se rió.
- Pues si- le abofeteo con la mirada.
- Anda vamos, será mejor que te acompañe ya a tu casa.

Después en la esquina que doblaba la calle a su casa se pararon para concretar la hora y poder despedirse. Se dieron uno, bueno no dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho se despidieron tantas veces entre risas que el número de "adiós" que pronunciaron eran incontables.
Feliz Elsa doblo la esquina sola mientras de vez en cuando se giraba para mirar a su príncipe... a veces era tan tonto, y la hacia tanto reírse.
- Ay- Suspiró como una enamorada.

Después abrió la puerta que daba el jardín y una vez dentro se encontró a su padre sentado en el sillón. Todavía no se hablaban.
- Siéntate- La ordenó Tom sentado en el sofá, ahora si, como típica película de terror.
- ¿Qué pasa?
- ¡¡¡COMO QUE QUE PASA!!!- comenzó a chillar asustando la.
- Nose...
- LO SABES PERFECTAMENTE BIEN, ¿COMO SE TE OCURRE? SI NECESITABAS DINERO NO TENÍAS MÁS QUE PEDÍRMELO.
- ¿Dinero? de que hablas papa...
- ¿QUÉ DE QUE HABLO? HOY ME CONTÓ UN COMPAÑERO DE TRABAJO QUE SU HIJO TE VIO TRABAJANDO EN UN BAR, ¿EN QUE COJONES ESTABAS PENSANDO? ERES MI HIJA, Y DEBES COMPORTARTE COMO TAL
- Eso tiene una clara explicación.
- NO QUIERO EXPLICACIONES NI NADA.
- Papa solo estaba ayudando a un amigo a...
- YA SABES QUE TUS ESTUDIOS SERÁN LA CARRERA DE DERECHO.
- y lo se papa, pero por favor, déjame explicártelo yo...
- NO QUIERO EXPLICACIONES- siguió gritando incluso más alto- ES MÁS, ESTAS CASTIGADA.
- ¿Castigada?- Pregunto ella anonadada.
- SI, así que -bajo el tono de voz al ver entrar a Esther por la puerta- ahora mismo subes a tu habitación y haces tus tareas.
- ¿Qué pasa aquí?¿A que se deben tantos gritos?- preguntó entrando con las bolsas de la compra en la mano.
- Nada, que va a pasar, lo mismo de siempre, tu hija, que es una irresponsable.
- ¿Mi hija?- Preguntó cabreándose ella también- querrás decir NUESTRA hija.
- Si.
- Como la vuelvas a chillar.....

Pero Elsa no quiso saber nada más de aquella discusión y subió a su cuarto, cansada de por que el destino se interesaba tanto de mantenerla encerrada en casa durante estos últimos meses. Después de pasarse horas tumbada en la cama decidió levantarse para cargar su móvil y encenderrlo.
Pi- un mensaje
Pi- dos mensajes
Pi- tres mensajes
Pi- cuatro mensajes
Pi- Cinco mensajes
Pi- seis mensajes
..... y así se tiró el móvil durante al menos diez minutos, pitando y pitando. Cuando los abrió se llevo la mano a la boca, se le había olvidado totalmente.

¿Quien era ese chico? ATT: A
¿Estas bien? ATT: A
Desapareciste pronto de la fiesta ¿ no quisiste verme al fin? ATT:A
Cada día estas más guapa. ATT: A
Me gusta hoy tu camiseta. ATT: A
Por que estarás tan triste últimamente. ATT: A

Y así una serie de mensajes seguidos uno tras otros interminables, bajo y bajo asta encontrarse con uno más largo de lo normal.

Eres tan guapa, hoy me he quedado empanado mirándote, me preguntaría porque estabas tan triste, y luego caí en la cuenta que si seguía con número anónimo no me responderías, en la dirección tienes mi mensaje.

Se llevó las manos a la boca, preocupada, no sabía que decir...

¿Tan rápido se me han adelantado? ¿o no es tu novio? Att: A

Y sonrió, seguramente se refería al estúpido de Alonso. Y entonces lo recordó ¿y su cita? mierda el había dejado el bar para poder tener esa cita, tenía que escapar de allí, tenía que huir por la ventana, o quizás llamarle para pedirle ayuda o quizás...
Cuando vio a su padre entrar por la puerta echando humos, dejo de idear planes.

Capítulo 16: Destino vs Casualidad.

- ¿Has cenado bien? - Preguntó aparcando en un descampado.
- Si, gracias.
- No me des las gracias, realmente me ofendiste
- Ya te avisé.
- Ya, pero pensaba que era broma. Yo quería invitarte- Prosiguió melancólico.
- Ey- le sujeto el rostro- No hace falta que lo hagas.
- Pero yo querría, para demostrarte que voy enserio.
- ¡Já!- dijo socarrona- no creo que pagando mi cena demuestres que sea algo serio.
- Para mi si, mi padre me enseño a ser caballeroso.
- Bueno ya- Se separó de él- Pero no me gusta que me traten así.
- ¿Entonces eres de las que no esperan a que su marido le habré la puerta del coche?
- Exacto.
- Vale- Dijo abriendo la puerta y cogiendo unas pequeñas llaves dio un botón a la hora que cerro la puerta. Ella intento salir, dio empujones a la puerta pero esta no se abría, asta que se dio cuenta de que se encontraba cerrada.
- ¡Alberto!- Chilló, debido a que esos cristales estaban sonorizados, ella no podía ser escuchada desde fuera pero ella si podía escuchar lo de fuera adentro y además los cristales estaban camuflados por los laterales.
- ¿Qué?- Dijo el aproximando su oreja- No te escucho- Esbozó una sonrisa arrogante.
- ¡Alberto te juro que como no me abras te enteraras!
- ¿Qué?- Pregunto, divertido por verla gritar furiosa y no escuchar nada.
- Seras gilipollas ¡Que me abras!
- A ya- Dijo suponiendo lo que estaría diciendo- ¿Quieres que te abra verdad?
- Pues claro que si- bajo el volumen, aún así era bastante graciosa- Ábreme ahora mismito.
- Pero fíjate, que tus deseos son ordenes para mi- Prosiguió aun no habiendo escuchado lo que esta decía.
- ¡Que deseos!¡De que hablas! Soy claustrofobica, por favor ábreme- Dijo esta vez aterrada, y pareciendo débil.
- Lo que quiero decir, es que dijiste que no querías hombres caballerosos, entonces arreglatelas tú sola- Se giro, porque antes le hacía gracia cuando se encontraba chillándole como una descosida, sin embargo cuando ponía cara de angelito y parecía suplicar, no podía con ello. Se sentó en una roca cercana, que diera la espalda al coche, esperando el tiempo suficiente para que ella no volviera a querer que un caballero no la abriera la puerta, debería hacerse valorar a sí misma, y si no lo hacía, él ya estaba allí para darla un empujoncito. Pensó en la entrega de hoy día, aquel mundo no le gustaba nada, pero aún no podría salir de allí tan fácilmente, ni si le ocurrió que su amo lo dejase libre y sin daños si se atrevía a dejarle.
Después de diez minutos cuando se giro se encontró a Cristina apoyada en el asiento con la cabeza en el cristal, se asusto, pero probablemente o se estuviera haciendo la dormida, o quizás de verdad lo estaba ¿Cuanto tiempo se habría quedado allí pensando?
Se acerco y cuando abrió la puerta del copiloto, Cristina calló hacia el lado adormecida.
- Ey, lo siento, no pensé que te quedarías dormida- pero ella no hablaba ni reaccionaba- ¿Cristina?- Dijo acariciando su rostro- si esto es una broma no tiene gracia, mírame anda. Bueno pues nada- La soltó haciendo que por casi se cayera al suelo, asta que la recogió y esta vez más asusto comenzó ha casi gritar- Cristina, ¿que te pasa? ¿Cristina?




- ¿Donde estoy?- Dijo Crisitna cuando abrió los ojos y vio demasiados muebles desconocidos.
- Eyeyey- Dijo un chico, levantándose de la silla para pararla por el pecho.- donde te crees que te vas, será mejor que no te muevas.- Y pudo reconocer el rostro de Alberto
- Qué ha pasado- Dijo intentando recordar, y entonces sintió ese terror, se asfixiaba, notaba como le quedaba poco aire, se notaba aplastada- ¡Oh dios mios!- Gritó aterrorizada- Ayúdame,  ayúdame por favor- Grito a pleno pulmón.
- ¿Qué te pasa Cris?- Dijo abrazándola  sin embargo esta le daba pequeños y secos golpes para que se alejara, aquello solo la asfixiaba aún más.
- Quítate de encima, me estas ahogando.
- ¿Ahogando?
- Si- intento levantarse para salir corriendo a cualquier lado pero el la volvió a parar.
- Descansa- La ordenó.
- Alberto necesito salir- Dijo intentado levantarse pero aquel hombre era más fuerte de lo que pensaba- ¡¡Alberto!! déjame salir.
- ¿Qué te pasa?
- Necesito aire, me ahogo, me quedo sin aire, aire- Dijo al borde del desmayo.
- Vale vale no te desmayes- y empezó a soplar la.
- ¡¡Quiero aire, que coño haces!!
- Soplarte-Dijo de forma obvia.
- ¡Digo aire de verdad!- A lo que asintió encendiendo el aireacondicionado, ignorando que estaban en pleno invierno.
- ¡Eres imbécil o que!- Chilló histérica- Aire natural. Soy claustrofobica, sácame de aquí ahora mismo, me ahogo, ¡¡ SÁCAME DE INMEDIATO!!
- Espera que te cojo el abrigo.
- Que le jodan al abrigo, SÁCAME-  No sabía mucho que hacer, nunca había presenciado nada por el estilo ¿Quién podría haber adivinado que aquella joven era claustrofobica? aún así después de un pequeño lapsus de tiempo hizo lo que le ordenó y la cogió en brazos, salió corriendo asta la puerta de la calle, y una vez fuera, los músculos de Cristina se relajaron, inhalo por su nariz casi cien veces por minuto, sintiendo el aire puro y no contaminado, asta que al fin ella entera se relajo entre los brazos de Alberto. Después de casi diez minutos Alberto empezó a tiritar, lo que provocó que recordará Cristina que se encontraban fuera.
- ¿Te sientes mejor?- Preguntó asustado.
- Si- Supuró aliviada- mucho mejor. Sentía que iba a morir.
- Eso nunca lo permitiré
- Ahora bájame, por tu culpa paso todo esto- Dijo a la vez que tocaba el suelo y andaba hacia dentro de la casa.
- ¿Crees que es buena idea que entres?
- Si, ya me siento mucho mejor, además debo irme y coger mis cosas.
- No espérame aquí ya voy yo a por ellas- y cuando ella estuvo a punto de rechistar el ya había entrado y salido con todo en sus manos
- Muchas gracias, pero no tenías por que, ya iba a ir yo a por ellas.
- Sabes que lo hago con gusto. Además soy el culpable de todo lo que te ha pasado, lo siento tanto. ¿Como iba a imaginar que te aterrorizaba los espacios pequeños?
- Oye...- Dijo mirando el cielo.
- ¿Qué?
- ¿Qué hora es?
- Ahh, en cuanto a eso- Dijo rascándose la nuca- la una.
- ¿La una?¡La una de la noche!
- Si
- ¿ y por que no lo dijiste antes?
- Bueno quizás por que tenía a una persona al límite de un ataque de pánico, gritándome,  insultándome y pegándome-  Y Cristina se ruborizó.
- Lo siento, no quería- Fue a tocar su pecho, pero su mano se calló a medio camino.
- ¿Te llevo a casa?
- No. Llamaré a casa, para decirles que me quedaré en casa de una amiga a dormir, así mejor, porque si llego a estas horas me caerá una peor.
- Ah ¿Quieres que te lleve?
- ¿A donde?- Pregunto frunciendo el ceño
- A la casa de tu amiga.
-  Oh- quedó sorprendida- pensaba que lo habías entendido, quiero decir- comenzó a ruborizarse- no es que quiera hacer nada, ya me entiendes, te acabo de conocer y las cosas deben de darse a su tiempo- se ruborizaba más a cada palabra.
- Cristina ¿Por que estas tan roja? pareces un tomate- Se empezó a reír.
- No te rías- le pego.- ¿Lo habías entendido verdad?- Le fulminó con la mirada.
- Pensaba que no querías hombres caballerosos, un no hombre caballeroso no te ofrecería su casa para dormir.
- Pero tampoco llevarme en su coche a mi destino.
- Cierto- la agarro por la cintura- Anda vamos, que hoy rasca que no veas.

Después de todo el mal rato que habían pasado se compenetraban incluso más, había más sonrisas tontas, más palabras tontas, mas miradas tontas, es decir, más de enamorados. Le enseño toda la casa, y también la habitación contigua a la suya, la de invitados.
- Valla- Dijo dando ritmicamente al suelo con el pie- Es muy...
- ¿Blanca?- preguntó.
- Si. Las paredes blancas, el escritorio blanco, las sábanas blancas. Parece más bien un manicomio.
- Anda deberás estar cansada, será mejor que te acuestes. Por cierto- Dijo antes de salir por la puerta- si necesitas ropa más cómoda en el armario encontrarás, mi hermana a veces se queda a dormir.
- ¿Y eso?
- Normalmente es por discusiones con su pareja.
- Valla- se rió- al parecer no es siempre el hombre el que tiene que ir al sofá.




- ¿Qué haces aquí?- Preguntó Alberto a notar como una joven se metía dentro de su cama, y no cabía ninguna posibilidad más de que aquella joven fuese Cristina. No le desagradaba para nada su visita, pero no la esperaba, quizás si lo hubiera sabido, no se hubiese metido a la cama con solo calzoncillos.
- Tenía miedo, puedo quedarme a dormir contigo- pregunto asustada.
- ¿Miedo?- Levantó una ceja, dando a entender que eso sólo había sido una escusa para meterse en la cama con el.
-Si- Dijo con las mejillas ardiendo- ¿No lo escuchas?- Se giró mirando al gran ruido que hacia la persiana al chocar contra el cristal- Parecen pasos de gigantes, o un terremoto.
- Creo que ya me acostumbre. Si, puedes dormir conmigo.
- Pero como se te ocurra tocarme sólo el dedo gordo del pie, te juro que te haré pedacitos y se los daré de comer a mi perro.
- Eres taaan imaginativa.


-Alberto- Dijo después de un tiempo.
- ¿Si?- Preguntó casi dormido.
-¿Estas despierto?
- No
- Gira te anda
- ¿Por que?
- porque es de mala educación dar la espalda.
- ¿Ya?- Abrió un ojo una vez cambio de costado.
- Mejor.
- ¿Por que me da que vas a seguir hablando?
- Es que tengo miedo, ¿Me puedo abrazar a ti?
- Abrazarte a mi- Abrió los ojos de repente y subió una ceja.
- si- Le fulminó con la mirada- pero te vuelvo a repetir que como me toques te haré pedacitos y...
- Y se los darás de comer a tu perro- la interrumpió siguiendo la frase.- Ya lose.
- Hacemos buena pareja.
- ¿A sí?- Puso más entusiasmo esta vez.
- Me refiero a completar frases- se ruborizó, a lo que el sonrió.
- Me gusta cuando te ruborizas.
- A mi no. Sabes todo es extraño entre nosotros.
- ¿Por que?- Preguntó mientras la acaricia su suave pelo.
- Bueno, te conocí por Internet, después rechace una cita, sin embargo nos encontramos, nos volvimos a encontrar, y otra vez nos encontramos, ahora tenemos una cita, justo me entra el miedo que eso provoca que se me haga tarde para volver a casa, al final duermo en tu casa. Y como si fuese de una fuerza sobre humana que se burla de mis esfuerzos por mantenerme a una distancia prudencial acabo en tu cama.
- Ya te lo dije, el destino.
- O casualidades.
- Muy poco probable
- Pero no imposible.
- Al igual que el destino, no es imposible.

Tenerla tan cerca hacia que aumentasen sus ganas de besar sus labios, se acerco un poco, pero de pronto analizo todo aquello que le dijo.
- ¿Por que dijiste que una fuerza sobrehumana burla tus esfuerzos?- Preguntó desconcertado.
- Prometí no volverme a enamorar.
- ¿Estas enamorada de mí?
- No,- Se apresuró ha decir- pero tengo miedo por que se que si sigo adelante acabaré enamorada.
- ¿Y eso no te gusta?- Lo preguntó, aunque sonó más a afirmación
- No, por que me hice una promesa a mi misma.
- ¿Y a que viene esa promesa?
- mi primer novio se acostó con mi mejor amiga.- Dijo rápidamente.
- Oh- Sólo logró decir
- ya, "Oh", eso mismo dije cuando les pille follando en el baño del colegio.
- ¿En el colegio? No hay que ser muy listo para engañarte y encima en un sitio público.
- ya- Agacho la cabeza- pero yo nunca dije que el fuera listo.
- Obviamente no lo era.
- ¿Por que?- Pregunto mientras enredaba un mechón de su cabello en su dedo índice y lo miraba detenidamente.- Sabes cuanto tiempo me culpe por ello. Quizás si hubiera echo esto; quizás si hubiera dicho lo otro... 
- Lo es por haberte dejado ir. Además no debes echarte la culpa.
- Si, fue mi culpa. Quizás si le hubiera dado lo que una novia daría, no tendría que haberlo ido buscando.
- No digas eso, suena feo.
- pero es la verdad.
- Suena feo que te eches la culpa de algo que no has echo.
- Eso justamente hice, no hacerlo con él.
- Entonces es más que un tonto, es un estúpido- Declaró
- Desde entonces llevo sin novio.- Le ignoró-  Evitando a todo aquel hombre que pensaba que podría hacerse paso para llegar a mi corazón.
- Y desde eso.. ¿Hace cuanto?
- Bastante tiempo, quizás cinco años.
- ¿Cinco años llevas sola?- Se horrorizó,  sin poder pensar que ningún hombre se haya atrevido a seducirla.
- Si.

Otra vez un silencio, y otra vez las ganas de besadla aumentaban. Sus ojos le miraban, y quizás se lo inventaban pero pedían claramente un beso, se acercó despacio sin querer dar un paso en falso, después jugueteo un poco con uno de sus mechones... y cuando estaban a punto de besarse notó la fría mano de Cristina alejándole de ella del pecho.
- No hagas eso...
- ¿Es muy pronto?
- Si
- lo siento.- Y después ella se hizo un ovillo agarrándole...






- Y eso fue todo- Terminó de contar la historia Cristina.
Después de quedarse a dormir en la casa de Alberto, por la mañana se alegro bastante de verle tumbado al lado suyo, desayunaron juntos, y este le hizo reír varias veces a Cristina. Después cabezota como él era, se empeñó en llevarla al instituto y esta no pudo negarse por quinta vez en el mismo minuto. Cuando sus amigas la vieron salir de aquel coche y despedirse de un tío que aparentemente por lo poco que vieron tenía pinta de guapo pidieron explicaciones con la mirada, sin embargo los profesores estaban tan estrictos que no permitían ni siquiera que te regodearás en tu silla para buscar una posición más cómoda y hacer ruido, así que no le quedo de otra que contarlo en el patio, deprisa, por si acaso aparecía Rub.
- Entonces... ¡¿Le vas a dejar entrar en tu corazoncito de miel?!- Preguntó San emocionada.
- Shhh- Puso un dedo sobre sus labios- Se más discreta por favor, ya dije que no quiero que nadie se vaya a enterar.
- Pues si que es extraño- Mencionó Elsa anonadada.
- Ya, a ti todo te parece extraño- hablo San rencorosamente.
- Ya- Dijo Cris ignorando sus peleas de miradas- El dice que es el destino, que estamos unidos, yo creo que simplemente es la casualidad, aún así para no enrabietar ni al destino ni a las casualidades creo que ya he entendido que debo de conocerle.
- El destino... nunca había pensado en eso- Susurró- bueno- Se levantó de la mesa ausente- me voy antes a clase chicas, a la salida nos vemos.
- ¿Qué la pasa?- Preguntó Cris
- Nose, es tan rara.
- No digas eso- La regañó.
- ¿Qué pasa?- preguntó Rub mientras se sienta.
- Nada- Dijo San esbozando una sonrisa.
- ¿Entonces por que se ha ido tan pronto Elsa?
- Ni idea- Dijeron las chicas al unísono.
- he oído que alguien va a robar tu corazoncito de miel?- Se dirigió Rub a Cristina.
- Eh...- Empezó, sin saber por donde salir.
- Si- Se apresuró Sandra, si ella la metía en un lío ella la sacaría.
- ¿Y se puede saber quien es?
- mm mm- nego con la cabeza Sandra- en verdad era una ironía, ayer un tipo la trato caballerosamente y ella lo mando a tomar vientos. Ya pienso que no tiene corazón.
- Ey, que estoy aquí- Se hizo la ofendida, mientras después cuando Rub no miró, la guiño un ojo.


Como siempre se reunieron en la salida del aula, hablaron de muchas cosas pero esta vez Elsa era la que se mantenía al margen de toda la conversación. Estaba casi segura de que cuando bajase las escaleras Alonso estaría esperándola.  Se había tirado todas las clases restantes que le quedaban después del descanso pensando en el destino ¿Existía el destino? No lo sabía, pero estaba segura que si el destino existía la estaba avisando de algo, avisando de que su amor con Alonso quizás nunca será bueno. Nunca conseguían estar felices más de dos días, y conseguirlo durante un día ya un gran logro. Quizás después de todo... sus vidas  no valían para estar juntas. Quizás surgió un magnetismo entre los dos el cual al destino se le olvido controlar. Quizás quiere separarles, y de ser así ¿Por que?
Sin embargo cuando alzo la cabeza y vio que no la estaba esperando en el mismo lugar de siempre, se entristeció. Otra vez el destino había tomado cartas en el asunto, ¿sería ella capaz, un ser finito, un ser normal combatir contra tal fuerza sobrehumana? Ya incluso de tan solo pensarlo se le agotaban las fuerzas.
Pero algo le dijo que esperará y eso mismo hizo, se despidió de sus amigos y se quedo apoyada en la muralla que rodeaba el colegio.
Y como ella supuso después de quince minutos, cuando el colegio se encontraba casi vació el apareció.
- Hola- La saludo serio.
- Hola- Dijo sin entusiasmo.

Y se dio cuenta. Ella estaba barajando la posibilidad de acabar con esto, ¿Si tendrían a una innegable fuerza detrás suyo atormentándolos valía la pena?, otra vez el destino la había logrado mantener esperándole solo para poder cortar todo aquello. De raíz.
- ¿Qué te pasa? No entiendo por que estas enfadada, el enfadado debería ser yo.
- ¿Tú? por que.
- Ayer me dejaste en plantón.- ah, es verdad, pensó para si misma. Cuando su padre entro por la puerta al parecer había oído todos aquellos tonos del móvil y como estaba tan cabreado se lo cogió y lo escondió, chafando cualquier plan de Elsa.
- Lo siento- Dijo mientras miraba sus manos, como se hacían un revoltijo entre los nervios.
- ¿Te estas disculpando sin más?
- Si- Siguió con la mirada agachada.
- Eso no es propio de ti- Dijo pensativo.
- ¿Por qué?
- Porque siempre tengo que armar un escándalo para que se te escape de la boca un "lo siento"
- Bueno, esta vez no hace falta.
- Ya veo- Se le fue el cabreo y se acerco a ella, sujeto su barbilla y la alzo, mirando sus vidriosos ojos.- ¿Por que vas a llorar?
- Por nada- Dijo con voz pastosa mientras una lágrima caía- no estoy llorando.
- ¿Qué pasa Elsa? me estas asustando- Dijo preocupado.
- ¿Nunca te has preguntado por que nunca podemos estar juntos sin obstáculos?
- No.
- ¿Y por que no?- Dijo volviendo a agachar la cabeza.
- Por que al final acabamos combatiéndolos juntos. Me estas preocupando¿Qué pasa?
- Y si...- Dijo levantando la cabeza lentamente- y si llega un día que no podemos. Y si un día nos cansamos y decidimos estrellarnos contra todo. Y si nos cansamos de amarnos. y si...
- Shh- Puso su dedo en los labios de ellas- Eso son muchas suposiciones.
- Si, pero podrían pasar.
- Y podrían no pasar. ¿Sabes cuantas posibilidades hay de que un día me corte el dedo, me de un ataque de pánico, mate a media ciudad, y viendo que estoy solo me mate a mi también?
- pocas, muy pocas.
- Pues esas mismas posibilidades son las que tienen tus suposiciones. ¿De verdad piensas que algún día me acabaré cansando?
- Si.
- ¿Acaso tú si? por que yo no Elsa- Dijo volviendo a levantar su rostro de la barbilla.
- No lose... sólo se que antes de que me canse, tu ya no estarás.
- Nunca me cansaré de ti, y no... no quiero que pienses eso de mi. Te quiero de verdad, y no te miento cuando digo que nunca he querido a nadie como a ti. No se en que grado de enamoramiento estoy, porque nunca he estado enamorado, pero si se que cuando estoy a tu lado siento una paz que nunca he sentido, que cuando te beso es como estar en mi propio hogar.
- ¿Incluso cuando nos peleamos?
- No. Cuando nos peleamos siento el infierno, porque en esos momentos me mantienes tan alejado de tus labios, que ardo de dolor.
- Yo te quiero pero...
- Elsa- Dijo cortándola- Se lo que quieres decir, pero no te pienso dejar terminar nunca la frase.
- Deberíamos...
- No, no lo dejaremos si es por esa razón.
- Tengo miedo.
- ¿A qué? yo te protegeré
- Entonces protege me de ti.
- ¿De mi?
- Si- Dijo llorando abundante- por que cuando decidas que ya no hay nada nuevo que te atraiga a mi, te irás, ¿No lo entiendes? y yo me quedaré amándote, destrozada.
- Nunca me iré
- Si lo harás. ¿Por que no lo harías? seguro que con todas las chicas con las que has estado también sentías estar enamorado.
- Quizás...
- ¡Ves!
- Pero contigo es distinto.
- Dame una razón.
- Es distinto por que contigo me siento mejor. Tengo miedo de algún día cansarme de esto y que se acabe, porque no quiero hacerte daño. Sin embargo soy tan egoísta,  no quiero que nadie más que yo pruebo tus labios, ni que descubra cosas de ti antes que yo.
- Eso no es amor- Negó con la cabeza.
- No, pero creo que es un buen comienzo.
- Nose...
- Mira, mejor, no te comas la cabeza, yo nunca me iré.
- Prométeme lo.
- Te lo prometo- Dijo sellando aquel trato con un gran beso.
- ¿Y eso?- Pregunto esbozando una sonrisa.
- Bueno, alguien me enseño que los tratos se cierran así- Y comenzaron a reírse juntos.- Bueno y ahora que todo esta arreglado, me toca hacerme el indignado.
- ¿Por?- Le miró divertida, quitándose las lágrimas.
- ¡Por que me dejaste en plantón!- Dijo sobreactuando
- Oh- Se colgó de su cuello- Lo siento- Y se acercó a sus labios.

Esta claro, que nunca podrá olvidar que el destino estaba en contra de ellos. Pero también tenía claro que lo retará cuantas veces haga falta. Si no se pudo alejar de él ahora, ya nunca lo haría...

Cuando salieron del colegio...

- Algo bastante serio le pasa a Elsa- Comentó Rub a Cristina mientras volvían a casa juntos.
- Ya, luego le preguntaré por el Tuenti, esta muy rara.
- Oye... y... ¿Vendrás hoy a mi casa? por que ayer no viniste.
- Ah ya, tuve... asuntos personales.
- ¿Qué cosa?
- Asuntos personales- volvió a repetir- Pero si, estaré allí
- Vale- Sonrió.
- De acuerdo, pues adiós.
- Adiós- y cada uno eligió su destino.

- Hola- Dijo alguien agarrándola de la cintura después de haber doblado la esquina.
- ¡Eh! ¿Quién eres?- Dijo asustada intentado quitar las manos de aquel hombre de su cintura.
- ¿Quién voy a ser?- Dijo Alberto poniéndose delante suya, evitando que siga caminando.
- ¿Qué haces aquí?
- Bueno, fui a comprar unas cosas, y te vi ¿Quien era ese niño?
- Un amigo.
- No me gusta.
- ¡No te obsesiones!- Le pegó en el hombro- Además yo no soy de nadie- Dijo orgullosa.
- Eres mía- La agarro de la cintura y la atrajo hacia él, quedándose pegados.
- No soy tuya, soy libre- Dijo intentando zafarse sin éxito.
- Ay- Suspiró- Tú y tus cosas raras.
- Oye- Le volvió a pegar.
- ¿Me das un besito?- Dijo poniendo morros.
- Eres tan tonto a veces- Comenzó a reírse
- Venga solo un besito- Se acerco a ella con los morros.
- Pareces un besugo- Se rió.
- Oh que cosas más bonitas me dices- Dijo acercándose a ella aún más.
- ¡Quita!- Se quejo empujándolo, aunque seguía riéndose.
- Sólo un besito- Siguió con la broma.
- Eh dicho que no- Dijo poniéndose más seria, dando un paso hacia tras. Con ta mala suerte de que uno de sus pies se entrepuso entre el otro, y acabo tropezando. Aunque como se encontraba en los brazos de Alberto este reaccionó rápidamente atrayendo la hacia el.
Ahora la preocupación de Cristina no era caerse, ahora la preocupaba tenerle tan cerca...

Capítulo 17: Esto es pernicioso.

- Y dime ¿Qué te hizo pensar en todo aquello de antes?- Preguntó Alonso mientras la acompañaba a casa.
- Cristina.
- ¿Y eso?
- Por que conoció a un chico y aunque no quería nada con él al final el destino se ha encargado de juntarlos.
- Y crees...¿Que ha nosotros nos intenta separar?- Preguntó, aunque más bien pareció una afirmación.
-Si - Asintió- Por cierto, hablando de amigos, controla a Pedro.
- ¿A pedro? Sabes hace cuanto que no le veo.
- ¿Y eso?-Preguntó con la idea de sonsacarle información.
- Nose, últimamente anda muy solitario y metiéndose en líos. Además estoy tan pendiente de ti- La miró y ella se ruborizo- que le he dejado un poco de lado.
- Oh que dulce eres.
- ¡Di otra cosa! No me gusta que me llames dulce.
- ¿Por?- Preguntó sorprendida.
- Nose... me hace sentir un sensiblón.
- Y lo eres- Se rió poniéndose en delante de su camino.- Pero me encanta.
Se acercó a él y cuando estuvo a punto de besarle le vibró el móvil. Por la mañana se lo robó a su padre.

Pues si, es tu novio. ATT: A.

Lo miró cuidadosamente, y aquello le produjo un escalofrió, sin duda esa persona no podía ser Alonso, él, no estaba con el móvil. Entonces... ¿Quién sería?


En otro lado de la ciudad...


Desde hace unos días que su vida se había vuelto en una gran rutina, del colegio a casa, de casa al colegio. Antes por lo menos sonreía, y le encantaba estar con Rub pero desde que Pedro volvió ha hacer una de sus típicas apariciones no tenía en otra cosa que pensar que en él, y en como se encontraría en esos momentos.

Todos los días le esperaba en casa, y todos los días no pasaba nada nuevo. El no volvía.
Quizás se fue- pensó para sí misma, pero no quiso reconocerlo.
Aquel amor era tan dañino, podía notar como cada parte de su cuerpo le echaba de menos, como sus ojos escocían bajo un día más sola en la cama....

En otro lado de la ciudad...


- Oye déjala- Chilló una voz bastante familiar para Cristina.- Eh te he dicho que la dejes- Dijo aquella voz acercándose - Qué te pasa estas sordo- Y esta vez pudo notar Cristina como Rub empujaba a Alberto. Este se giró, para ver al desgraciado que le había robado la oportunidad de dar el primer beso a Cristina.

- ¿Qué te pasa a ti?- Preguntó Alber enfadado.
- ¿Estas bien Cristina?
- Mmm, si, tranquilo. Es un amigo- Y esta vez Alberto la miró fríamente ¿"un amigo"? ¡Como que "un amigo"! él era algo más que un amigo.
¿Soy algo más que un amigo?- Se preguntó olvidando el incidente, confuso.
- Ah, lo siento, pensaba que te estaba haciendo daño- Se disculpo.
- No, tranquilo, es sólo que le gusta mucho hacer el tonto, nada más- Esbozó una sonrisa nerviosa.
- Bueno entonces...- No quito la mirada a Alberto- Te dejo, te estaré esperando en casa.

- ¿Como que te estará esperando en casa?- Agarro Alberto fuerte de la muñeca de Cristina.
- Alberto- Dijo con una mueca de dolor- Me estas haciendo daño.
- ¿No decías que solo era un amigo?
- Alberto, estas haciéndome daño- Dijo intentando soltar su mano de su agarre.
- ¿"un amigo"? Eso soy para ti.
- Alberto por favor- Siguió suplicando, sin querer hacer ninguna escena.
- Claro, un amigo, igual que el...- y al final la soltó, se giro, viendo como aquel niñato se iba hacia su casa, tenía tantas ganas de ir detrás suya y dejarle claro que Cristina solo era suya...
- Me voy a ir- Dijo, mientras se tocaba la muñeca, estaba roja.
- ¿A donde?- La preguntó girándose.
- No te importa ¿Vale? me has echo daño joder.
- Lo-lo-lo siento- Reaccionó al fin- No era mi intención.
- Me imaginó, igualmente no me soltabas.
- Lo siento, perdóname, por favor ¿Hace falta que me arrodille? Lo haré si así quieres.
- No, tonto- Dijo esta vez con más ternura y dejando de tocarse la muñeca, pero ya era tarde por que el ya se encontraba de rodillas.
- ¿me perdonas?
- Si- Se ruborizó- Ahora sube, te vas a manchar los pantalones.- Y comenzó a andar con él detrás suya.
- ¿Con que se refería a "te estaré esperando en casa"?- Dijo intentando imitar la voz de un niño pequeño.
- No seas así, sólo me esta ayudando con las matemáticas.
- Pues yo podría ayudarte, fijo que se más que él.
- No te pongas celoso ¿Si?- Pidió- Odio a los chicos celosos.
- Hombre si esta esperando en casa... creo que tengo motivos. Además por que no me presentaste.
- Si te presente- Rodó los ojos.
- No, dijiste que soy un amigo.
- Y eso somos, nunca establecimos algo más.
- Bueno ya, pero es que hay cosas que no hace falta decir.
- Ya te dije que yo no soy tuya- Sentenció al fin, parándose de nuevo en la acera.
- Ya, lose, pero cuando seas mi novia...- Intentó proseguir, pero algo en los ojos de ella, le hizo darse cuenta de aquello- Espera ¿por que lo repites a cada rato? ¿Qué me estas intentando decir?
- Mira Alberto, me encantas, y me gusta estar contigo, no es tu culpa vale, pero no estoy preparada para tener una relación. Si, has acertado, no quiero novios, pero aunque fueras mi novio tampoco sería tuya. Yo no soy de nadie, solo mía.
- Entonces... ¡por que me diste una oportunidad! Si total, no vamos a llegar a nada.
- Porque... porque no dejas las cosas como estan, así estan bien. A mi me gusta ¿A ti no?
- No.
- Oh- Se separó- Entonces no te voy a obligar.
- No espera- La agarró del codo- Era una broma- pero no lo era, prefería tener algo de ella que no tener nada.


Después, los días pasan, se vuelven largos, interminables, cansan, cansan por que te obligan a levantarte de la cama y tener que seguir teniendo aquella mierda de vida, o eso pensaba Sandra. 
Mientras que los días para Elsa son los mejores de toda su vida, se enamora, se ruboriza y ríe con él. Pasan dos semana y sin obstáculos ni destinos que le obliguen a enfadarse, son felices, y por primera vez su felicidad dura.
Y Cristina va rompiendo lentamente aquella promesa que se prometió, ahora incluso cada vez que recuerda aquella vez que pidió que las cosas se mantuvieran como estaban se arrepiente. No le gustaban los hombres caballeros, y si no recuerda mal no le gustaron desde su último y único desengaño amoroso, y todo tenía una explicación.
Desde pequeña siempre quiso tener un príncipe azul, uno bien parecido a Alberto. Uno que la abriera paso, que abriera la puerta del copiloto, donde ella se encontraba. Qué retirará la silla suavemente para que ella se sentará. Uno que no traspasa lo límites ni intenta meter mano. Uno que el matrimonio le parece la unión más perfecta entre una pareja. Un caballero que se quite la gorra al ver a su novia y le susurré en el oído todos los días lo preciosa que esta. Un hombre que no la fuera infiel. Que fuera suyo. Que ella fuera solamente suya. Que tomase de ella todos los días, necesitando la...
Pero después de su desengaño se dio cuenta que los príncipes no existían y que a cambio los habían transformado en patanes. Además... ¿Para que esperar ciertas cosas de los hombres? ¿Qué pasa si luego se le olvidaba como eran tratarla caballerosamente? Ella se daría cuenta, y le dolería. Por que a veces cuando esperas más de lo que obtienes acabas desilusionada.
y eso era la razón por lo que odiaba a los hombres. Incluso intentaba mantenerse alejada de Alberto, aunque sin éxito.

- Eh, vi como le mirabas- La acusó Alberto mientras andaban deliberadamente por una de las calles de aquel pueblucho.
- Eres muy obsesionado, enserio. Qué si miro a este, que si miró al otro. ¿No te pondrás celoso de que te mire también a ti?
- No- Sonrió- Por mi encantado.
- Ay, que irónica es la vida, no quiero caballeros, no quiero celosos compulsivos, no quiero obsesionados, no quiero gente que quiere comprometerse, y de repente sales tu.
- Y te gusto.
- Podías haber aparecido antes, cuando me gustaban ese tipo de hombres- Dijo mientras suspiraba.
- ¿Quieres pasar la noche en mi casa?- La sorprendió.
- mm nose... ¿Por?- Le miró a los ojos.
- Para que nadie más pueda ver lo preciosa que estas hoy
- Que tonto eres- Se sonrojo.
- Y así de paso, no podrás mirar a nadie más que a mi.
- ¿Como que no? A Robert Pattison.
- ¿Quién es ese?
- El actor de Crepúsculo- Dijo entrando en el videodix
- Ah nono, esa película es una ñoñada.
- Bueno entonces, no me quedaré a dormir- Se plantó con los brazos cruzados.
- Vale- levanto los brazos, como si fueran a atracarlo- Tu ganas maldita niña que me vuelve loco.
- Anda toma- Le entrego la película- te espero en el coche- Le quito de las manos las llaves.



- ¡Oh valla!- Dijo gloriosa.
- ¿Qué te pasa?- Preguntó Alberto mirando a la dirección contraria de Cristina.
- ¡ESTAS LLORANDO!- gritó- no puedo creérmelo  me has estado comiendo la cabeza todo el rato diciendo que era una mierda de película- Le dio una colleja.
- Y lo es.
- Si, ya, claro claro- Hizo un movimiento de desdén.
- Anda será mejor que vayamos a dormir
- ¿Qué? Ya tan pronto, eres un viejete- le acusó, y le volvió a pegar en el hombro.
- Au, que te pasa
- Ah, por haberme jodido todo el viaje a casa.
- Ahora te vas a enterar- Dijo acercándose rápidamente a ella y haciéndola cosquillas.
- PARA, PARA POR FAVOR- dijo como pudo- por favor para, ay que cosquillas.
- SOY EL MONSTRUO DE LAS COSQUILLAS- Dijo Alberto con voz ogro, produciendo más la risa de Cristina.
- Soy la presa del monstruo de las cosquillas- Dijo entre risas.

Le  gustaba tanto verla sonreír, a veces estaba seguro de que podía dar todo lo que poseía en su vida para que su sonrisa nunca se borrara.
- Au, para ya- le dio un manotazo en las manos, lo que provocó que este parase.

Paso su mano dura suavemente por el arco de su espalda elevándola  Había pasado ya tres semanas desde que se conocieron y desde el minuto uno sus labios picaban por no haber obtenido el roce de su lengua. Deseaba tanto besar la. todo a su tiempo, dijo una vez ella,  y ahora solo esperaba él haber cogido el momento indicado.
Recogió sus mechones rebeldes que se había escapado de aquella coleta que se formó mientras veían la película. Era tan bonita. Y le encantaba tanto tenerla a su merced, aunque pocas veces eso fue posible. Era una chica dura, y no se dejaba hacer fácilmente, nada fácil. Le gustaba pelear y no sentirse sumisa ante nadie, y aquello le encantaba a la vez que le torturaba. Desde la distancia en la que la tenía, podía apreciar incluso facciones de su rostro que nunca había descubierto, podía ver como sus labios se encontraba un poco cortados por el frío invernal, y entonces odio el invierno.
Podía apreciar aún mejor como sus mejillas estaban sonrojadas debido al juego que tuvieron hace un segundo, su respiración entrecortada, intercalada con jadeos de cansancio. Y por último cuando miró sus ojos, se llevo una gran impresión, porque desde aquella distancia podía verlos fundirse, sumergirse en los de él, pudo notar como las piernas la temblaban y el nerviosismo recorrió por todo su brazo asta llegar asta su labio, el cual mordió con ansia.
- No te muerdas el labio- La dijo.
- Ya sabes que no me gusta que me des ordenes- Dijo volviéndose ha morder el labio sólo por llevar la contraria. Entonces se acercó a ella, lentamente mientras su brazo seguía en la misma posición dicha, él otro la sujetaba del rostro para atraer la . Era impresionante cuantas cosas podía sentir con tan solo tenerla tan cerca. Era una niña, pero una niña que supo bien como robarle el corazón. Su mechón se escapó, el mismo maldito mechón rebelde volvió a escaparse de la coleta. Era como si toda ella le retará a cada segundo, incluso aquel maldito mechón que no quería quedarse colocado en su lugar debido.
Todo era tan irónico...
Aún así, se dio cuenta de que se quedo como tonto mirándola, desaprovechando la oportunidad de degustar aquellos labios...
Se acercó, ni lento ni rápido. No quería asustarla, pero tampoco aburrirla. Ni siquiera se permitió posar los labios encima de los de ella, porque el primer paso que hizo fue agarrar sus labios suavemente con sus dientes, dándole un pequeño, tierno, y seductor mordisco . Después, beso la comisura de sus labios asta llegar donde su oreja donde la susurró:
- No te muerdas los labios, porque esa es mi tarea.- Ahí supo Cristina, justamente en ese mismo momento, que había caído totalmente a sus pies. Ahora si, podía llamarse a si misma una completa rompe promesas, sin embargo no le dolió, porque no defraudo a nadie, ni siquiera a ella misma.
Después deshizo aquel camino por el cual viajo sus labios asta llegar a su boca. Lo quiso hacer suave, y tirar de todo el tiempo que hiciera falta para poder apaciguar aquella necesidad que se asomaba por sus ojos. 
La beso tiernamente, una y otra vez, sin separar sus labios. Y después casi pidiendo permiso mentalmente adentro su lengua en la boca de ella para poder descubrir el sabor de su saliva. Y ¡Oh dios mio! su lengua tan suave... necesitaba de toda una eternidad para poder saciarse...ni siquiera sabía si una vez haber probado sus labios tendría la fuerza suficiente para abandonarlos. Mientras la besaba no podía no hacer un esquema sobre los horarios en la que la echaría de menos.
El colegio, mierda, el colegio ocupaba tanto tiempo que se le paso por la cabeza hacerse pasar de alumno. Que idea más loca, pensó. Sin embargo volvío al beso en cuanto esta vez ella le dio un suave mordisco, produciendole una excitación que en ninguna mujer logro con sexo. Sin embargo debía de mantenerse alejado de malos pensamientos.
Porque, si empezará fantaseando con llevarla a la habitación y poder desnudarla,  ver su piel, tocarla ¿Como será? se preguntó, seguro que dulce... sin embargo echo esos pensamientos como pudo, le dolía, pero debía hacerlo, como el mismo había pensado era una niña, una que sufrió demasiado.
Sin quererlo se alejo de ella, no quería estropear aquel momento. 
Cuando la volvió a mirar a los ojos se dio cuenta de que no era solo él el que lo deseaba, sino que ella también reflejaba aquella excitación en sus ojos.
Mantente frío, ordenó a su mente, no hagas estupideces...

y sin saber bien como tuvo el valor necesario para mantener sus manos alejadas del cuerpo de ella.
- como se te ocurra tocarme sólo el dedo gordo del pie, te juro que te haré pedacitos y se los daré de comer a mi perro- Recordó aquel aviso. El no quería ser comido por un perro, soltó una risita.
- ¿De que te ríes? - Pregunto con una gran sonrisa en la cara
- De nada- Dijo mientras gracias a la mano que se encontraban en el arco de su espalda la estabilizo de pie- Ahora si, es hora de ir a la cama. -Andaron por el pasillo de la mano y una vez que Alberto vio la puerta de su habitación la beso en la frente- Buenas noches.
- Espera- Le paró- ¿Puedo dormir contigo?- Se sonrojó.
- ¿Ah si?- Dijo apoyándose en el marco elevando una ceja- Hoy que escusa utilizarás.
- Ninguna.
-Oh- Se sorprendió- Vale- Sonrió- vamos- la agarro de la muñeca.
- Espera te lobo- Dijo socarrona- ¿No ves que ando en ropa de calle?

Cristina entro en la puerta, abrio el armario. Había tantos pijamas, estaba el de ositos, el de carritos, el de perritos, y entonces entre todos vio un camison negro transparente. ¿Debía? no no debía, pero quería morirse de risa cuando le viera discutiendo en su interior sobre si tocarla o no.

Después Alberto deshizo la cama mientras oía como el armario de la habitación de al lado se abrió. Se metió en la cama y se dio fuerzas antes de que Cristina entrase por la puerta.
- Venga compórtate  no seas molestoso, tú eres un caballero... pero... ¡Oh dios mio! como me voy a controlar teniéndola tan cerca?... tranquilo, no desesperes, recuerda que los pijamas de tu hermana son de todo menos provocadores, de ositos, de campanilla, de helados...- Pensaba para si mismo- Oh mierda- Dijo nada más verla asomarse por la puerta con los mofletes sonrojados.
- No había otra cosa- Entro por la puerta y se metió rápidamente en la cama.

- Ahora si que andas metido en un gran lio... 

Capítulo 18: Mahoma y su montaña


Desde que ella se metido debajo de las sábanas con él, todo fue silencioso. Ninguno de los se atrevía a hablar y ni mucho menos Alberto podía dormir. Todavía tenía curiosidad sobre la suavidad de la piel de Cristina, y su mente tenía que hacer una gran esfuerzo para poder controlar sus impulsos. Aún podía notar ese repicoteo mínimo en la palma de su mano que exigía poder acariciarla.
Cada vez que su mirada se sumergía por debajo de las sábanas el deseo ardía en su interior. Si pudiera la echaría de su cama para poder dormir tranquilamente y no estar tan tenso, sin embargo aquello ella lo vería algo ofensivo en contra de su sensualidad, ¡Ofensivo! quizás no pensaría lo mismo si pudiera ver cada una de las fantasías que se le cruzaba por la cabeza desde que apareció por la puerta con aquel camisón transparente, más transparente de lo que le hubiera gustado para no tener un disputa en su interior. 
¿Pero en contra de su sensualidad? Acaso aquello era evidencia de que ella quería conseguir ser sensual, sería algo absurdo, debido a que incluso en chándal ella era terriblemente sensual. Pero si querría ser sensual... ¿Por qué querría?. No, ladeo la cabeza, seguramente ella sólo haya cogido el único camisón que quedaba en todo el armario. Eso le recordaba a que debía poner una lavadora de todos aquellos pijamitas inocentes de su hermana, y tirar ese a la basura.
Echo una mirada hacia abajo, ¿A la basura? ¡Ni un cuerno!
- Alberto
- ¿Si?
- ¿Estas dormido?- Preguntó
- No- ¿Dormir? Ahora no se podía dar el lujo de pensar en dormir.
- Te notó tenso- Dijo mirándole a los ojos- Si quieres me voy, no quiero molestarte- Hizo el ademan de irse.
- No- La sujeto del codo- No te vayas- Traslado su mano suavemente hacia su muñeca, intentado que pareciera de forma causal, el solo quería poder calmar su curiosidad.
Si, como imaginaba, su tacto era suave, tan suave como la seda. Entonces se empezó preguntando si sus piernas serían tan suaves, ¿Y su obligo? ¿Como sería? , sus pensamientos empezaron a subir lentamente desde donde los había dejado, incluso se dio el placer de poder mirar casi por cuarta vez debajo del edredón,  hasta que se obligo a mantenerse lejos de aquella zona.
- Cariño- Dijo Cristina.
- ¿Si?
- Porque sigues agarrándome- Pregunto inocente y divertida.
- Oh-  Se sorprendió, se había sumergido tanto en sus pensamientos que no había apartado la mano de ella- Lo siento.
- No si no pasa nada. Tú puedes tocarme todo lo que quieras.
Los ojos se le salieron de las órbitas ¿Qué había sido eso? una invitación al placer... no, no podía ser, negó con la cabeza, ella quería las cosas lentas, no quería precipitaciones, ella.... ella le había dado permiso. Sonrió. No, no lo hizo, dejo de sonreír.
Pero y si... pensó entusiasta. No, se respondió a si mismo...
¡¿Por que sus respuestas tenían que ser tan ambiguas?! ¿Le quería martirizar o que?
Aún así no iba a negarse acariciarla el brazo, y sólo el  brazo, se ordeno a si mismo.
Y con que ella volvió a notar la mano de Alberto vagar suavemente por su brazo volvió a sonreír.
¿Aquello era una buena señal no?. Aún así, su mano, dirigida por el mismísimo diablo, siguió su curso tranquilamente, subiendo asta su cuello. Fantaseo tantas veces por pasar su nariz por el arco de su garganta, y poder absorber su aroma, su esencia, que su excitación aumentaba sin límites. Quizás incluso podría probar con un mordisquito que otro y su piel se erizaría...
Claramente su placer le daría más aún que el sí mismo. Ahora podía entender lo que era hacer el amor con la persona que te gusta, ahora podía entender porque sus amigos sentían más placer al notar el placer de sus novias que el suyo mismo... y pensar aquello... sólo le produjo cosas malas.
Sin mirar a sus ojos por temor a encontrarla asustada se acerco a su cuello. Sólo quería probar su sabor, poder oler su esencia, poder besadla cada parte, poder mordisquearla.
La beso suavemente mientras notaba como la respiración de ella se entrecorto sorprendida.
- ¿Qué haces?- Preguntó dejándose llevar
- Probarte- Se sincero. Metió sus manos por debajo de su espalda para poder atraer la aún más a él. Sólo quería deleitar su gusto. Primero su vista, luego el tacto,el olfato, el gusto ¿Qué más le quedaba? Acaso ya no había ninguna escusa para poder continuar.
Notaba como casi ella ni se inmutaba, sabía perfectamente que le gustaba, que se sentía reconfortada entre sus brazos, pero ni siquiera llameaba de deseo y pasión como él. Y precisamente no es que no supiera como excitarla, sino que en su interior se debatía sobre si actuar o no.
Se sentía tan sólo. Se sentía como el malo de la película, el pensando en la desnudez de ella mientras seguramente ella planee que hacer mañana. Se iba alejar, estaba seguro de que debía alejarse. Pero le mataba ser el único que tuviera que reprimir sus ganas. Buscó una escusa.
Sus dientes, si, sus dientes estaban bastante celosos, no habían conseguido probarla directamente. Sonriendo subía asta su lóbulo, la saboreo y así fue cuando Cristina tenso su espalda como la cuerda de un arco al tensarla. Había dado en el punto clavo, lo sabía y además tenía la evidencia. Siguió allí durante unos segundos más, notando todavía como sus músculos no dejaban paso a relajarse. Y entonces decidió darle el placer a sus dientes, la mordisqueo suavemente, de forma tierna.
Se esperaba bastante que aquello la gustará de sobremanera, pero de lo que no estaba informado era sobre lo deliciosamente que sonó aquel jadeo involuntario que salio  de entre su boca.
Como no, todavía quedaba el sentido del oído, y hay lo tenía. Ahora era él el que se notaba tenso. Las manos de ellas se enredaron el cabello de él, sin darle tregua.
Por lo que siguió deleitándose con su cuello lentamente. Aquellos gemidos ahogados que soltaba de vez en cuando le excitaban cada vez más y más, dejando le con menos fuerza para alejarse de ella.
Bajo lentamente, besando le por los alrededores del hombro, asta que entre beso y beso la tira del camisón se descolo del hombro cayendo por su brazo.
Sabía que una vez que siguiera no habría marcha atrás. Pero ni siquiera se había dejado contemplar el reflejo de sus ojos, que habría ¿Miedo?¿Terror?
Estaba asustado sobre lo que se fuera a encontrar, sin embargo cuando subió besándola aún y se alejo un milímetro  se sorprendió de encontrar sus ojos en llamas.
Esta vez, cuando se encontraron sus bocas, fue tan diferente a la primera vez. Fue como un huracán  con fuerza y pasión, sin desgaste ni descansos, profundizándolo cada vez.
Su señal, fue la primera, y aquello se convertiría en una sucesión de causas imparables.
Ella cogió el pliegue de su camisa y más tarde le despojo de ella.
Las manos de Alberto se posaron en la pierna de Cristina, subiendo, notando cada curva de su cuerpo. Y entre que acariciaba su cuerpo de forma ligada su camisón subio asta quedarse en la alutura de la cintura de Cristina.
Las manos de ella también vagaron desesperadas por el abdomen de este y más tarde, mucho más tarde, se posaron indecisas en el empiece del pantalón de este.

Me gustan que las cosas transcurran lentas, Zas, paso por su mente como alma que lleva el diablo. No podía, no podía seguir. Sabia que después se arrepentiría de parar, pero ahora estaba pensando en ella. Ella quería las cosas suaves, con tiempo. Y aquello no era tiempo, ¡Se acaban de dar su primer beso!.
¡Se acabo!, ordenó a su mano, esta independiente de su cabeza, Ya para, Dijo formando un puño.
Lo único que le ayudaba es que sabía que estaba haciendo lo correcto. Pero cuando hizo el ademán de alejarse, ella le agarro más fuerte de su nuca atrayendo lo aún más. Y si antes con solo notar como algunas partes de su cuerpo le rozaba se excitaba, y ahora absolutamente todo su cuerpo estaba pegado al de ella, no sabría como parar.
Entonces le parecía irónico, igual que minutos antes se encontraba buscando escusas para continuar, ahora lo hacía para parar.
Iré al infierno, se dijo a si mismo, si no paro iré al infierno por arrebatarle la virginidad a una chica cuando ella no quieres, bueno si quiere, pero luego se arrepentirá. Además antes de que llegue al infierno mi abuela me matará a palos.
Si, mi abuela. Se estremeció.
-Para, para para- Dijo rápidamente, para que no le diera tiempo de cambiar de opinión.
- ¿Qué pasa?
- Debemos parar.
- ¿Porque?- Pregunto confundida
- Porque si no paramos ahora después será demasiado tarde.
- Lose, y es lo que deseo ahora mismo- Le atrajo a sus labios.
- Pero más tarde te arrepentirás- Dijo, dandose cuenta de las palabras e intentando volver a una temparatura más fría.
- No lo haré- Le volvió a besar.
- Si ¿No te acuerdas?, como se te ocurra tocarme sólo el dedo gordo del pie, te juro que te haré pedacitos y se los daré de comer a mi perro- La recordó
- Ah- Se sorprendió, alejandose de mi- Ya entiendo - Se sentó en la cama.
- ¿Qué entiendes?- Pregunto.
- Lo que pasa es que... ¿No te atraigo?
- ¡¿Qué que?!- Preguntó desconcertado- Cla- Claro que no es eso.
- No hace falta que mientas- Se puso triste.- Te dejaré dormir tranquilo- Intentó salir de la cama.

- ¡No!- La sujeto- No es eso, te lo prometo. ¿Que no me atraes? Pero como eres capaz de decir eso, con ese camisón infernal siento que ardo a cada minuto y...- volvió a cerrar sus manos en un puño- lo importante es que no quiero que te arrepientas.
- ¿Seguro que es eso?- Preguntó.
- Te lo prometo mi amor- La atrajo hacia su pecho- ¡Qué no me atrae! ay...- Suspiró- Si supieras cuantas veces eres el personaje de mis fantasías.
- ¿Acaso hay alguien más?
- No, sólo estas tú.




Cuando los primeros rayos de sol traspasaron la persiana Cristina se despertó, recordando que todavía no había llegado el fin de semana, todavía era ¡Viernes!. Miró el reloj, y se tranquilizó, todavía quedaba una hora y media para tener que entrar a clase. Apoyo su codo en la cama, y miró desde otra perspectiva a Alberto.
Era tan guapo, le gustaba tanto... y ella que pensaba que de verdad podría cumplir aquella promesa.
Se apoyo en su pecho de nuevo, trazando líneas invisibles por su  pecho. De arriba abajo y de abajo arriba.
- ¿Tienes hambre?- La preguntó sorprendiendola.
- ¿No estabas dormido?
- Deje de estarlo con que te apoyaste encima mía- Sonrió.
- Oh, lo siento.
- Anda besame.
- ¡Já!- se giró saliendo de la cama- Tengo hambre- Se quejó.
- Y yo quiero un beso.
- ¿Y tú eres caballeroso?- Se burló, saliendo de la habitación para sentarse en la mesa a esperarle, porque estaba segura de que iba detrás suya, y así era.
- ¿Qué quieres? ¿Tienes hambre? Tengo huevos, patatas fritas, panceta, zumo de naranja.
- Eyeyei ¿Donde vas con tanta comida? Acaso te crees que esta figura se mantiene sola.
- De acuerdo- Le rie la gracia- ¿Entonces?
- Lo mismo pero sin panceta.
- Como si hubiera cambiado mucho- Susurró.
- ¿Qué?- Preguntó ella.
- Nada nada.


Después él le tiró un trozo de patata y esta como la niña infantil que era se lo devolvió tirandole dos patatas, así asta que Alberto enrabietado le tiro la yema del huevo.
- ¡Mira como me has puesto!- Chillo furiosa.
- Oh valla ¿Y yo que?- Se miró.
- Pero tu no tienes que ir al colegio, ¡Ahora llegaré tarde por tu culpa!- Se puso de puntillas para llegar a su altura y mirarle irritada.
- Ya...- Dijo sonriente mientras sujetaba su frágil rostro entre sus manos y la acercaba a la boca. Se besaron, pero duro demasiado poco ya que Cristina se alejo enfadada aunque no tanto como hacia a penas unos segundos.
- No te creas- Le apunto con el dedo- que vas a arreglar todo siempre con un beso.
- De acuerdo- La sujeto de la cintura mientras la llevaba por el pasillo- Si quieres yo te doy el baño- Sonrió socarrón.
- Ah no- Se paró delante de la puerta del baño- Tu ya tuviste tu oportunidad- Dijo sonriente mientras entraba dentro y cerraba con pestillo.

Después como últimamente llevaban haciendo casi todos los días pasados la dejo al lado del colegio,  doblando la esquina, sin embargo esta vez se diferencio de las otras. Había un beso de despedida.
- Adiós princesa- Dijo Alberto mientras Cristina se bajaba.
- Adiós- Sonrió ella- Te espero luego, que no se te olvide.
- Ya.
Se puso mejor la mochila y miró la hora.
- ¡Oh mierda!- Susurró al ver que era la hora de cierre de las clases, además le tocaba con la dichosa Rocio, y si su padre volviese a recibir una llamada de ella quizás no tenga la misma suerte de la otra vez de haberla podido no contestar tres veces mientras su padre se fue a emborracharse.
Salió corriendo, abrió la puerta y después subió todas aquellas escaleras que se hacían interminables, con la respiración descontrolada llego al empieze del pasillo, sonrió. Y se metió en clase corriendo justamente por delante de Rocio la cual dejó pasar antes de que cerrase la puerta con la mala cara.
- Oh valla- Dijo cansada- Pensaba que no iba a llegar a tiempo y... Au- Dijo ante el brusco movimiento de su amiga tirando de su muñeca para que se sentará
- Lo siento- Sonrió Elsa despreocupada.
- ¿Qué te pasa hoy?- Dijo tocándose los muslos, todavía le dolían por la bruta de su amiga
- ¿Con quien dormiste ayer?- Dijo despacio, intentando meterle intriga al asunto y sonriendo.
- Con nadie, en casa, como siempre.
- No me lo trago- Se acerco a ella- Ayer llamó tu madre. Se había pasado por allí por la noche para pedirte disculpas y no estabas.
- A... ¿Mi madre?- Preguntó incrédula, llevaba sin verla un mes.
- Si, tu madre, cacho tonta. Ahora dime, venga, no seas mala ¿Acaso estuviste con Rub?- Subió un poco la voz provocando que los de alrededor la mirasen.
- Baja la voz- Dijo tapándole la boca- Y no, no estuve con el ¿Porque iba a estar con él?- Saco las cosas de la mochila, mientras la profesora daba su clase.
- Por las clases, quizás se extendieron más de la cuenta- Levanto una ceja de forma jugetona.
- ¡OSTIA!- Chilló de repente, provocando la mala mirada de la profesora.
- Ternandi, sal de clase.
- ¿Qué? no, no, por favor- Rogó- Lo siento, no volveré a interrumpirla.
- Salga
- Por favor déjeme quedarme, tengo tantas dudas...- Ni siquiera sabía porque tema iban.
Rub, pensó mientras la profesora de matemáticas la hablaba sobre algo, seguramente una regañina por la forma en como sus facciones se tornaban.  Todos estos días había estado tan concentrada en Alberto que se le había olvidado totalmente lo de sus clases, incluso ese día que Rub creyó que Alberto la estaba haciendo daño se le olvido totalmente ir a su casa... ¿Por eso Alberto se empeño tanto ese día con que me quedará más tiempo? , al fin decidió escuchar a la profesora pero esta ya se encontraba mirándola y al parecer esperando una respuesta, ¿Qué dijo?, rebobina, rebobina.
- Oh ya veo que si la montaña no va a mahoma, mahoma va a la montaña, me alegro
¿Qué mahoma?¿Qué montaña?¿De que hablaba?
Y justamente salvada por la campana o esta vez por su amiga San no tuvo que hacer como si la entendiera. Se relajo.
- Hombre como no, la señorita ferreti- Dijo Roció esbozando una sonrisa falsa.
- Lo siento por llegar tarde- Se disculpo.
- ¿Usted nunca cambiará verdad?- Preguntó mientras San elevo los hombros, Rocio miro su reloj- llega usted cinco minutos tarde a mi clase.
- Lose y lo siento.
- ¿Cuál es su escusa esta vez?
- Me quede dormida.
- Creo que se esta quedando sin pretextos, eso ya lo utilizo hace cinco días.
- Pero es verdad- Se quejó.
- Y veis aquí esta el ejemplo contrario. Mahoma no va a la montaña, así que finalmente toda la clase deberemos trasladarnos al lado de la casa de Sandra- Dijo en tono alegre- sarcástico provocando que toda la clase se riera ante su "broma"- Espere- Dijo cuando San metió un pie dentro de clase- Señorita Ferreti, como vuelva a llegar tarde a mi clase, no pasa nunca más.
Esta asintió y con el mismo aire melancólico y solitario de siempre se fue a sentar al lado de sus amigas.
- Y por cierto, os quiero separadas.
- ¿Qué?- Preguntó Elsa
- Lo que oísteis, pero no ahora, sino mañana.

La hora se paso volando, mientras tanto Elsa miraba por la ventana soñadora, como siempre fue ella. No atendía mucho a clase y se pasaba las horas pensando en él, preguntándose cosas que sabía la respuesta... ¿Vendrá hoy a buscarle?...
Mientras tanto Cristina era la única de las tres que atendía al profesor, ella copiaba los apuntes y después cuando llegaba a casa los pasaba a ordenador para enviárselos a sus amigas por un correo electrónico. Era ni más ni menos que la secretaria de aquellas dos vagas.
Y mientras Sandra como últimamente todos los días hacia, estaba garabateando un paisaje en la hoja del cuaderno. Antes hacia paisajes hermosos y bastante bonitos, sin embargo ahora se limitaba a retratar sitios solitarios y escalofriante, como la cárcel,  un parque abandonado en invierno... Aunque a diferencia de otras veces ahora su mente estaba en otra cosa.
Mahoma, la montaña, pensó para si, como era aquel refrán... ¡Ah ya! - Sonrió- Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña...
y entonces de repente se le ocurrió. Una solución. Llevaba días esperando a Pedro cansada en su cama... y nunca aparecía, quizás... quizás ella debía buscarlo. ¡Claro!
Por arte de magia dejo aquel negro sucio de lado y agarro el lapicero de color amarillo, a aquel paisaje le faltaba color...
Después sonó el timbre, y como siempre todos lo alumnos salieron disparados de las clases, con ganas de un descanso, aunque en la vida de Elsa y Sandra todas las horas eran descansos.
Estaban saliendo al patio cuando Elsa agarro a Cristina.
- Al final no me has dicho con quien estabas, Si no estabas con Rub.
- Estaba con Alberto.
- ¿El chico de Internet?
- Si, es muy guapo y majo y me gusta bastante.
- ¿Estas enamorada?- Pregunto esbozando una sonrisa.
- No se- Elevó los hombros.- ¿Como se sabe eso?
- No no lo estas- Sentenció  y al mirarla se explico para que la entendiera- dicen que cuando no sabes si lo estas, es que no lo estas.
- Bueno... quizás no he pasado con él el tiempo suficiente- Pensó. Su relación era corta pero intensa.
- En todo caso esta ahí Rub, creo que deberías disculparte.
- Después lo hago, en el banco
- Por si no te has dado cuenta ya no se sienta con nosotras
- ¿Ah no?- Se desconcertó
- No
- Bueno en ese entonces más tarde nos vemos, voy a hablar con él.
- Vale- Sonrió ¿Y ahora con quien iría ella? Bueno esta claro que con Sandra, pero hacia tanto tiempo que no hablaba con ella. Sólo estaban juntas por Cristina.
- Hola- La sonrió San sacándola de sus pensamientos.
- Hola- Dijo preocupada por el cambio de su amiga.
- ¿Qué tal te va con Alonso?- Y así, empezó su gran y larga charla....




- Ey, hola- Dijo Cristina acompañando a Rub.
- Hola- Dijo este sin mirarla.
- ¿Qué tal todo?- Pregunto pegándose más a su lado.
- Bien.
-A mi también me va bien todo- Sonrió entusiasmada.
- Ah- Contestó este. Y la miró, la miró tan fríamente que su sonrisa se desvaneció completamente... Quizás el si estaba cabreado ¡Pues claro! por que no iba a estarlo, quedaba en ir a su casa para que la diera clases y ella se pasaba la tarde con Alberto, ¡Claro que tenía motivos para estar enfadado!. Sin embargo reaccionó antes de perderle de vista debido a que se había parado.
- Oye espera- Le agarro de la muñeca y este giro como zombie. Como si no quisiera hablar con ella y le pareciera la chica más aburrida del universo. Eso la cabreo sin duda.
- ¡Pedro!- Se adelantaron sus amigos a Cristina- ¿Vienes o que?
- Si- Les dijo, después volteo la cara y de la misma manera seria la dijo- Ya si eso más tarde hablamos.
- No espera- Le sujeto del codo.- Te quería pedir perdón. Últimamente he estado un poco estúpida contigo. Se me olvidó que quedamos en que me dabas clases, de verdad lo siento- Dijo sincera.
- No tranquila, mejor.
- ¿Mejor por?- Pregunto arrugando la nariz.
- Por que así tengo la casa sola para estar con mi novia.
Aquello la dolió bastante y lo peor es que no sabía porque. Le había restregado tranquilamente lo feliz y lo mucho que follaría con su noviecita. Que prefería estar con esa chica que con ella, que...
pero ella tenía novio, si, ya tenía novio y las cosas de los demás no debería preocupar la, ella era feliz con Alberto ¿Si no?
Sin embargo, no pudo evitar las ganas de restregarle ella también que se lo pasaba mil veces mejor con su novio, pero cuando fue ha hablar Rub ya se había marchado dejándola totalmente sola.

A la salida fue cuando se dio cuenta de que Elsa tenía razón. Rub ya nunca las acompañaba a ningún sitio, había estado un mes absorta de su mundo... y ahora él estaba cabreado con ella...
- ¡Oh mierda!- Dijo Cristina- Se me olvida el libro de Latín en la taquilla. Adiós- Se despidió rápidamente de sus amigas, yendo a contra corriente de vuelta al colegio.
- ¿Entonces todo arreglado?-Preguntó Sandra a Elsa.
- Si.
- ¿Respetarás mis decisiones?
- Si- Dijo mientras ponía los ojos en Alonso- pero ya sabes lo que pienso al respecto- Y salió corriendo para tirarse a los brazos de Alonso. Saltó y con sus muslos enredo la cadera de él.
- Hola preciosa- Dijo entre beso y beso.
- Hola, te echado de menos.
- Y yo a ti- Siguió besándola.
- Jovenes...- Oyeron a una vieja que pasaba al lado de ellos, pero decidieron ignorarla. ¡El amor era así!
- ¿Qué tal las clases?- Pregunto mientras bajaba sus manos lentamente de la cadera de esta.
- Bien, me he arreglado al fin con Sandra y... ¡eh!- Le pegó.
- ¿Qué te pasa?
- Quita las manos de ahí si no quieres que se las de de comer a los tiburones- le amenazo, y este rodó los ojos apartando las manos de su culo.
- Hola- Sonó una vocecita a su lado mientras Elsa se bajaba y tocaba tierra firme.
- ¿Qué pasa?- Pregunto Elsa a Sandra.
- Quería hablar con Alonso- Y este se sorprendió
- Pues dime.
- ¿Sabes donde puedo encontrar a Pedro?
- ¿A Pedro? Pues la verdad es que ni idea, hace bastante tiempo que no le veo. Además no tiene buena pinta.- Arrugó la nariz
- ¿Qué quieres decir?
- Mira será mejor que te alejes de él.
- Lo se- Se puso seria- pero no me vas ha decir que hacer, así que si lo ves me avisas y punto- Se giro cabreada- ya sabré yo que hacer con mi vida- Murmuró a lo que nadie la escucho.
- Hoy es Viernes- Dijo contenta Elsa después de que Sandra se fuera, tomando de la mano a Alonso y comenzando a caminar.
- Ya.
- Y es día 18.
- Ya.
- de Noviembre.
- ¿Me estas intentando decir algo?- La miró.
- ¿No te acuerdas?- Preguntó indignada.
- No.
- Pues no te lo pienso decir- Se cruzó de brazos.
- Venga dímelo- La rogó.
- No, y sabes que, hoy no salimos juntos.
- ¿Por qué?
- por que mañana acaba tu prueba cacho tonto- Le da un suave golpe en el pecho.
- Ostias, es verdad- Se alegra
- Y que sepas que vuelves a estar en números negativos.
- ¿Que qué?
- Lo que oyes, deberías de haberte acordado de la fecha, así que ya te vale hacer algo pronto.
- Vale vale- Dijo parándose en la esquina, apoyándose en la pared- ¿Me das un beso?
- No, no te lo mereces.
- Sabes que no tengo problema en robártelo - Dijo atrayendo la hacia él y besando sus labios. Eran tan tiernos, tan suaves, y tan bonitos cuando no le insultaban. Había besado a tantas chicas, sin embargo con ella sentía que siempre era la primera vez.
- Ahora- se separó de él- deberás de poner más esfuerzo, este beso es menos cien puntos.
- A las seis te voy a recoger- Dijo asomando su cabeza por la esquina de la pared.
- Métete- Le ordenó cabreada, y este riendo se dio la vuelta.


Mientras esto transcurría...

Estaba alegre. Dejarte el libro importante en la taquilla no suele ser de agrado para los jóvenes  debido a que debían darse la vuelta y gastar energías. Sin embargo ella daba saltitos de alegría, mirando el suelo, pensando en cuando Alberto le venga a recoger y quizás tenga suerte y la pida de nuevo que se quedase a dormir, y quizás quien sabes, quizás pasaba algo... Además ella ya era grande y podía pensar las cosas, sabía que tenía que asumir la responsabilidad si luego la dejaba y no acababa siendo su único amor...
Y... de repente se choco con alguien con tan mala suerte que tropezó con la única maldita baldosa levantada de ese pasillo, y cayo de cara contra el suelo. Se mareo y pudo ver un montón de papeles por el suelo y entonces vio aquellas zapatillas azules a las que se había quedado mirando en el recreo, y las que odió.
- Maldito imbécil- Dijo lo bastante alto para que le escuchará- Haber si miramos por donde vamos.
- Serás niñata, haber si miras tu por donde vas por que...- pero se corto de repente al encontrarse con esos ojos azules que tanto le atraían y misterio escondían.
- ¿Por que que?- Pregunto enfadada.
- Por que a mi tampoco me gusta recoger...- y otra vez se paro, ¡oh mierda! le estaba saliendo sangre del pómulo, alargo su mano para poder acariciarlo pero Cristina le dió un zarpazo.
- No toques con tu sucia mano mi cara ¿De acuerdo?- Dijo sonando fría y distante.
- Espera- La paró antes de que se levantará del suelo, mientras todos los estudiantes seguían saliendo.
- ¿Qué quieres?
- Estas sangrando sangre- se preocupo.
- ¿Y que esperabas? ¿Que sangrará orchata?- Dijo haciendo el amago de nuevo de irse pero este la volvió a parar.- ¿Qué quieres ahora Rub?
- Mejor dicho- Sonrió, pero el corazón de Cris seguía igual de frío- que me querías decir en el patio.
- Nada, simplemente que lo sentía por si en algún momento pensaste que te correspondí al beso, porque tengo novio.
- ¿Qué?- Preguntó, reaccionando al fin.
- Si lo que oíste. Y que si no fui a tu casa todos estos días es porque me quedaba a su casa a dormir y se me olvidaba completamente que me estabas esperando- En verdad eso no era lo que tenía en mente decirle, pero después de su desfachatez ¿Qué menos iba ha hacer?
- Se que te gusto el beso, y se que te gusto- Dijo acercándose de cuclillas a ella, asta que se dio cuenta de que ya no había nadie en el pasillo y pudieron levantarse.
-No, no se que te hizo pensar eso, pero la verdad es que fue el peor beso de toda mi vida.
-Que graciosa- Sonrió naturalmente.
- ¿El que te parece gracioso?- Se cabreo.
- Que intentes mentirme.
- ¡No es mentira!
- De acuerdo- Se acerco aún más a ella- Entonces dejame quitarte esa idea de mi.
- ¿Cuál idea?- Preguntó nerviosa, mientras le observaba cada vez más cerca.
- Dame una segunda oportunidad- Dijo dos centímetros de su rostro, respirando su aliento- estoy seguro que te gustará- La atrajo hacia él, poniendo su mano en la mejilla de esta.
Mientras que en la cabecita de este surgían mil dudas. Ella quería, si, quería corresponderle, quería dejarse besar por él, pero no debía, ¡No! de verdad que no debía, ella tenía novio, y no quería conventirse en el montruo que tantos días odio, no quería parecerse a su ex- sin embargo auqel joven se lo ponía tan difícil, incluso su respiración le atraía a él. Cerró los ojos, dispuesta a dejarse besar cuando pudo escuchar por todo el pasillo su voz.
- ¡Te voy a matar!- Abrió rápidamente los párpados y giró la cabeza en su dirección. Tenía las manos en forma de puño donde se le podía notar lo tensa que tenía la piel, sin duda, estaba en posición de ataque. Corrió hacia ellos, y por un momento Cristina pensó que la iba a matar, pero... que tonta ¿Cómo se iba a referir a ella? Cogió a Rub de la solapa de la camiseta y lo elevó estrellándole contra las taquillas, en vilo. Este ya incluso casi se queda sin aire, pues más difícil fue mantenerse consciente después del puñetazo de aquel hombre tan robusto, que podía pasar fácilmente por guardaespaldas.
- Para- Cristina corrió agarrando la mano de Alberto, y este llevado por la furia tiró fuerte apartándola  Haciéndola caer de nuevo de cabeza. 
- Te voy a dejar sin vida- Dijo, pero justamente cuando iba a a estampar por segunda  vez su puño en el pómulo de este, pudo olerlo. Se mareo, y entonces es cuando analizo que había tirado fuerte de su mano, quizás lo demasiado fuerte para que Cristina cayera al suelo y se hiciera sangre, y quizás por eso se encontraba oliendo a aquel desagradable olor que desde siempre le producía nauseas.
Se giró, aún cogiéndole de la solapa, como si no quisiera que escapará si le soltaba. Aunque este poco podía hacer. Y entonces la vio en el suelo, mirándose las manos en las cuales tenía rasguños. Soltó al chico, produciendo que se cayera al suelo de golpe y salió corriendo donde se encontraba Cristina.
- ¿Estas, estas bien?- Dijo sentándose en el suelo- Deja que te miré- La cogió de la mano, pero esta la retiró bruscamente al momento.
-  No me toques- Dijo por segunda vez en aquel día, y a las dos personas importantes de su vida, su "mejor amigo" y su "novio".
-  Yo lo siento, de verdad no quería hacerte daño
- ¡Pero lo hiciste!- Le chilló. Ella sabía que era su culpa por haber querido que Rub la besará. Pero también estaba harta de aquel comportamiento de Alberto.
- Haber deja que te examine para ver en cuantos lados sangras.
- No- Se intento levantar, mientras le dolía las rodillas, miró, genial también sangran- No lo entendiste. No me refería al daño físico.
- Lo siento ¿De acuerdo? simplemente vi como ese bastardo malcriado intentaba besarte y... me descontrolé
- ¡Ya! pero es que yo ya estoy harta- Empezó a chillar enfurecida, mientras veía a Rub sentado en las taquillas observándola- ¿Entiendes? Estoy harta de tus celos obsesivos.
- Lo siento perdóname.
- No. Ya no Alberto.
- ¿Como que no?-Se entristeció aún más.
- Las cosas ya se han ido de las mano. De verdad pensaba que podíamos estar juntos.
- ¿Por que hablas en pasado?-La interrumpió.
- Pero veo que no. ¡Por dios! solo hace falta estar dos segundos con cada uno de nosotros para darse cuenta de que no pegamos. De que somos muy distintos.
- Ya, pero los polos opuestos se atraen.
- Ya- Miró al suelo triste- Pero también se hacen daño- Mostró sus palmas.- Yo no quiero príncipes  ni caballeros. Tampoco que me hagan el desayuno por las mañanas, y me habrán las puertas de los coches elegantemente. Nadie es mio y yo no soy de nadie más sólo mía. No me gusta el amor, ni enamorarme. Me encantan las películas de miedo mientras que a ti te espantan. Lo siento, pero esto tarde o temprano no funcionaría.
- Si funciona. Y funcionaba hasta que ese maldito niño se interpuso.
- Lo siento Alberto- Dijo abriendo la taquilla y sacando el libro- Pero esto se acabo, no podemos seguir así.
- No se acabo- La cogió de la cintura.
- Suéltame- Le pidió.
- No lo haré. Eres mía y no te voy a dejar ir ¿Entiendes?
- No te quiero- Mintió- Nunca te he querido. Simplemente vi que eras el prototipo que siempre quise cuando era pequeña, de verdad pensé que podía enamorarme de ti pero... las cosas no se pueden forzar- Noto como la mano de su cintura fue aflojando y aquello la motivó para seguir mintiendo- Nunca sentí nada por ti. Solamente te considero como mi mejor amigo, nada más.
- ¿Y lo de ayer?
- Sólo fue un beso Aberto.
- Si ya... y que me dices de lo de después
- Simplemente me gusto como me trataste y pensé que quizás mi primera vez contigo no estuviera tan mal- La mano de Alberto acabó desanclándose de su sitio, metiendo la en los bolsillos.
- No te creo.
- deberías- Dijo cerrando la taquilla y andando lejos de él.
- ¿Entonces por que decidiste ponerte ese camisón teniendo tantos pijamas inocentes?- Preguntó en alto, haciéndola girar.
- Alberto, no te esfuerces, esto nunca funcionaría.

Pero después de aquella respuesta su ánimo volvió a subir, ella si le quería, ella si quería estar con él. Sólo debía disculparse mejor, y dejar de ser de esa forma tan obsesiva. Ella pensaban que no tenían solución... ella ... ella estaba loca... porque sabía que el destino se encargaría de juntarles de nuevo, sino, ya se encargaría él.

En otro lugar de la ciudad...

Antes de salir de casa se había cargado a la espalda una mochila con cosas necesarias. Comida, bebida, el móvil, las llaves, un botiquín de primeros auxilios por si acaso lo necesitaría con Pedro y una linterna por si acaso oscurecía y por aquellas zonas no se podía esperar nada bueno, aún así siguió caminando.
Paso por tantas calles que parecía que ya se había desorbitado y se encontraba dando círculos y círculos. Todas las calles se parecían bastantes. Frías, podías incluso oír el sonido de tus zapatos chocar contra el suelo, y era un sonido tan desagradable, tan escalofriante. Con que entraba en aquellos barrios podías imaginar con cuantas cosas te encontrarías, y así era. Vio a mucha chicas ofreciéndose en plena calle, a la luz del día todavía. Otras empujándola con cierto asco por si acaso se la ocurría robarlas el trabajo. Pero ella no venía a prostituirse, sino a encontrar a Pedro y sacarle de donde se haya metido. 
Se lo debía, él era su amigo, no podía dejarle solo. Vio a drogadictos, fumetas, gente que se pinchaba.
Aquello era un horror. Había tantas caras, tanto sufrimiento. Le daban ganas de ayudar a todos, pero bien sabía que más de la mitad llevarían años enganchados a sus adicciones, y también sabía que les costaría bastante prescindir de tal adicción, incluso llegaría a matarlos.
Lo único que esperaba era no encontrarse a Pedro tan mal como todas aquellas personas.
- Cristina- Susurró alguien con voz ahogada. Esta se giro horrorizada por quien podría ser, ya había anochecido, y se le había olvidado traer una navaja por si las moscas.- Cristina, ayúdame.
Saco la linterna y apuntó al sitio de donde venía aquella voz y le vio, unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos al verle tirado en el suelo y de esa forma, pero se prometió ser fuerte para poder ayudarle.
- Hola pedro- Salió corriendo hacia él- Vamos a mi casa ¿Si?
- No, no puedo- Dijo retrocediendo de su ayuda- Solo necesito dinero.
- ¿Para que quieres dinero?- Pregunto desconfiada.
- No tengo comida.
- Vamos a mi casa y yo te haré algo de comer.
- ¡Cristina necesito dinero!- Chilló.
- Y yo te he dicho que no tengo ni te pienso dar asta que no estés mejor.
- Estoy muy bien- Sonrió.
- O bienes por las buenas o por las malas.
- ¿Qué harás?
- Si vienes te daré dinero.
- ¿Todo lo que te pida?
- Todo, pero antes necesito que vengas a casa.
- ¿Para que?- Desconfió ahora él.
- Mi padre a muerto.- Mintiió- Y te necesito.- Verdad.
- Yo solo te hago daño- Agacho su mirada.
- Eyeyei- Dijo tomando su barbilla.- Tú eres lo mejor que me ha pasado. Vamos, ¿Vienes?
- De acuerdo.

A la vuelta, algunas prostitutas se alegraron de que aquella joven se largará de su territorio así que por ello la sonrieron mientras llenaban a Pedro de tarjetas con sus números. Cuando por fin salieron de aquella zona, Cristina se relajo un poco. Después pidió un taxi y una vez en casa le acostó en la cama.
- ¿Qué quieres cenar?
- Nada, no tengo hambre.
- Necesito que comas por mi.
- ¿Por que?
- Tú solo acepta, así podrás arreglar todo el daño que me hiciste.
- De acuerdo, hazme dos huevos, patatas, tres lonchas de lomo y agua.
- ¿Todo eso?- Se alegró.
- ¿Quieres que pida menos?
- No, no- Se sorprendió y salió de la habitación.
Después cenaron en silencio, mientras, Sandra tenía más esperanzas con Pedro. 
- Bueno, me tengo que ir- Término Pedro cuando salió del baño y se volvió a sentar en la silla de la cocina
- ¿Me quieres?- Preguntó Sandra
- Si- Dijo Pedro- Pero debo irme y que me des dinero.
- Lo se, y lo tendrás todo. Pero quédate un poco más- Se acerco de él, masajeandole la espalda.
- Debo irme Sandra, yo no soy bueno para ti.
- Sabes- Le susurró en el oído, provocando que se estremezca.- todo el mundo me dice lo que tengo que hacer o no- Se giró sentándose encima frente a él.- y estoy cansada- Susurró de forma sensual- quiero por una vez hacer lo que yo quiero.
- ¿Y que quieres?
- A ti.

Este se acerco a sus labios con ternura. Ella siempre había sido tan buena con él, que no podía irse ahora que ella le necesitaba.La volvió a besar. Ella era genial. Con pasión. Ella era perfecta. La sujeto de la cintura mientras ella enredaba sus piernas en su cadera. Ella era simplemente preciosa. Ando asta su habitación. Ella era bondadosa. Se sonrieron. Ella era tierna. La volvió a besar. Ella era cariñosa y romántica. Dejo sus labios rojos. Ella era buena persona. La despojó de su camiseta. Ella era caliente. Le quitó la camiseta. Ella era generosa. La quito los pantalones. Ella era astuta. Desapareció su ropa. Ella era sensible. Desabrochó su sujetador. Ella era débil. Y entonces la quito su última prenda. Ella era plena y absolutamente sensual.


Cuando amaneció rodó hacia su lado izquierdo como en las películas. Palpo el colchón y al no encontrarle al lado se sobresalto ¿Se habría ido?. Miró alrededor por si acaso la había dejado una nota, nada. Se puso una chaqueta al cuerpo y salió a la calle con pijama. Entonces le vio en las oscuridad del parque de enfrente. La ira recorrió todo su cuerpo, no pensaba dejarle hacer aquello. Corrió en su dirección con ansias de saber quien cojones sera su maldito camello. Pedro se giro, sin embargo, Sandra llego a tiempo para poder ver como aquel asqueroso hombre empotrado le pasaba cocaína.
- Dame eso- Le dijo a Pedro.
- Sandra yo...
- ¡He dicho que me des eso!- Chilló eufórica.
- No puedo San, lo necesito, pídeme cualquier otra cosa.
- Si no me lo devuelves te marchas de mi casa.
- Vale... estaba esperando a que lo pidieras.
- Si te marchas- Le paró- No quiero que vuelvas a aparecer en mi vida, nunca más. Nunca más me buscarás, ni yo a ti, nunca más aparecerás por mi colegio, me dejarás en paz para siempre. ¿De eso eres capaz?
- No me hagas elegir.
- Lo siento, pero si mantenerte a mi lado es librarte de esa mierda, entonces, te haré elegir.
- No quiero tu ayuda.
- Me da igual, la tendrás igualmente. Acaso que no entendiste de que te amo y de que no soporto esto- Le señalo.- No soporto verte así. Dámelo ahora mismo.
Y para su sorpresa Pedro se rindió y le tendió aquella bolsita blanca.
- ¿Acaso es tu madre?- Se burlo el maldito camello.
- Y tu- Le miró con odio Sandra- No quiero que te vuelvas ha aparecer por estas zonas ¿Entendiste?
- Pero el me llamo.
- ¡Me da igual! le ignoras...- Después le pego un pisotón en el pie izquierdo y cogió de la mano a Pedro para volver a la casa.
Tiró aquella maldita bolsa al retrete. ¿Ella volverse una adicta a la cocaína? Ni de broma, ni siquiera lo había probado y ya lo odiaba. Después volvió al salón donde se encontró a Pedro con la mirada pérdida.
- Te quiero- Dijo Sandra sentándose encima suya.
- Esa bolsa... yo... la necesito cada vez más y...- Dijo mientras una lágrima cruzo su mejilla.
- Eyeyei, no llores- Dijo mientras saboreaba su cuello y le desabrochaba el botón del pantalón.
- ¿Más?- Preguntó jugeton.
- Todas las veces que haga falta para que yo sea suficiente en tu vida.
- Eres importante en mi vida- La alzó para llevarla en la habitación.
- Quiero que me necesites tanto- le susurró en el oído- Que te olvides de todo lo demás...


Más tarde en otro lado de la ciudad...

- ¿Y decías que aquí es donde estáis los amigos?- Dijo bajando las escaleras del cuarto de tuberías, en una de las urbanizaciones de las afueras del pueblo.
- Si
- Pues que asco- Dijo mientras pasaba por unas cuantas cortinas blancas que la impedía ver.
- Espero que te guste- Dijo abriendo la última puerta.

No era un gran sitio ni tampoco muy bonito. Es más todo era blanco, después había sábanas tendidas por hilos y se podía ver al fondo una mesa con velas. Sin embargo a ella le pareció la cosa más dulce y romántica que habían echo por ella.
- A veces dormimos aquí- Se rió señalando una cama que había.
- Oh- Arrugo la nariz. Se dirigió hacia la mesa y cuando iba a retirar la silla la mano de Alonso la paro.
- Déjame a mi por favor- Sonrió.- Bueno ¿Qué te parece?- Pregunto sentándose en su sitio, enfrente de ella.
- Es muy bonito- Alargo la mano en la mesa- gracias- y puso su mano encima de la de Alonso.
- Incuso te mereces algo mejor que esto- entrelazo sus dedos con los de ella.
- No creo que hubiera algo mejor que esto.
- ¿Tienes hambre? la comida la preparé yo.
- Oh valla- Se rió- ¿Quieres intoxicarme? -Pregunto con un tono burlon.

Trajo el primer entrante, ensalada. Aunque para ser una ensalada estaba bastante rica, o quizás es que el estómago de Elsa ya maullaba por comida. Después de "primero" macarrones y de "segundo" emperador. Mientras comían rieron bastante y no se quitaban la mirada el uno del otro. Alonso se había puesto un traje negro y la verdad es que andaba más atractivo que normalmente, mientras Elsa llevaba un vestido rojo que conjuntaba perfectamente con su cabello y lo hacía lucir incluso más rubio.
- Entonces... ¿Cocino bien o mal?
- Regular- Arrugo la frente.
- ¿Qué nota pondrías?
- Un... 7
- Vaya, más de la que me pusieron la última vez.
- ¿Quién?
- Los chicos, es que cada vez que venimos le toca a uno diferente cocinar.
- ¿Y que comida es tu favorita?
- ¿De verdad quieres saber eso?
- Si, me interesa todo de ti.
- Mmm- Pensó- Los canelones
- Un dia te los prepararé.
- ¿Sabes?- Dijo tomando de su mano apra levantarla de la silla.
- No pero por ti podría aprender- Y entonces surgió una leve música- ¿Y esa música?
- Bueno dijiste que querías saber todo de mi, pues esa canción es mi favorita.- La besa tiernamente mientras toma su mano y la pega a su pecho bailando de un lado a otro.
- Y supongo que también te gusta bailar.
- No.
- ¿Entonces por que bailamos?
- Porque contigo si me gusta.

Esta apoya su cabeza en el hombro de Alonso. Mira toda aquella habitación. Se nota que Alonso hizo todo lo posible para que aquellos tubos que inundaban la habitación no se vieran. Qué romántico.
Sin duda estaba totalmente enamorada de él, y estaba completamente segura de que nunca querrá alejarse de él. De que el a cambiado toda su vida. Absolutamente todo. 
Se aferra más fuerte, rodeando le con más ganas, sintiendo que ahora es la base de su vida. El es la idea principal de un esquema. Él se ha vuelto más que una necesidad. Más que un querrer estar a su lado...

Él se ha vuelto su vida...
- Te quiero- Le susurra en el oído.
- Y yo a ti.¿He pasado la prueba?
- Si- Rie- las pasado sobrepasandote incluso.
- Me alegro. Eso querrá decir que nunca dudarás más de mi.

Y entonces separa sus rostros para poder ver sus ojos y junta sus labios con los de ella. Con ternura, con amor, con delicadeza, y finalmente con pasión. Mucha pasión. Excesiva, Demasiada, incluso desmesurada. Se dejan llevar. 
Y sin saber bien como se encuentras en aquel asqueroso y mugriento colchón besandose como si de ello dependiera la vida en el mund. Como si fuera la última vez. Como enamorados...
Alonso besa su cuello, lo mordisquea produciendo cierto disfrute en Elsa. Después vuelve a las comisuras de su boca y se deleita de nuevo con sus labios. Su mano baja de su cintura y por primera vez llega a tocar aquel perfecto culo que nunca le había dejado tocar tranquilamente. Baja aún más su manos acabando por posarse en sus muslos, puede notar su piel caliente contra la suya, y aquella la relaja tanto. Después escala por debajo de su vestido llegando a su cintura.
- Espera para- Dice Elsa.
- ¿Por?- Preugnta este jugeton. Y esta no contesta.
Se moriría de verguenza si contestará. Desde pequeña su madre la hizo ver que ser virgen en una sociedad como en la de ahora no era para nada avergonzante, más bien era como un trofeo, como algo relamente valioso. Sin embargo ahora se quería patear la cabeza por no haber experimentado con otros hombres para poder producir mayor placer a Alonso. 
El no era virgen
Ella si.
Algo andaba mal. Se sentía tan nerviosa, además su madre decía que aquello debía de entregarselo a la persona que amaba, a que pensaba con la que se iba a casar.
¿Acaso ella se veía con Alonso en un altar? Ni idea...
Ni siquiera sabía ahora si el era el indicado ¿Quería recordar para siempre esta primera vez?¿ Quería que fuera él?
Además se sentía tan poca cosa a su lado. Él, que habrá visto miles y miles de cuerpo. Ella no era gran cosa. Simplemente era una rubia con ojos pardos, delgada, alta, con curvas, y para su gusto con un pecho quizás demasiado pequeño para su edad ¿Y si no le gusto?, se pregunto.
Seguramente el habrá estado con mujeres perfectas, aún más que ella... y aquello la hacia ponerse nerviosa y temblar de vez en cuando.
Mientras lo méditaba Alonso ya se encontraba desabrochonando su sujetador, y entonces no pudo callar.
-Para, para para- Dijo empujandole del pecho.
- ¿Qué pasa Elsa?- Pregunto esta vez más serio.
- Solamente para.
- ¿ Pero dime que pasa?- Estaba... ¿Cabreado?
- No pasa nada, simplemente necesito aire.
- ¿Aire ahora?- Se separó de ella- Mira nose lo que te pasa, pero llevo notandolo desde hace un buen tiempo. Nunca quieres profundizar los besos, no quieres que sean demasiado ardientes, no soportas que ande por tu cuello más de tres minutos, y tampoco me dejas tocar cada parte de tu piel que un sacerdote pueda ver pecaminoso. ¡Ni siquiera tu culo! Ahora soy tu novio, y creo que necesito una explicación.
- No es nada, enserio- Rehuyó de su mirada.
- Dimelo ahora mismo- Dijo mirandola fijamente.
- Es que, no es nada Alonso- Dijo mirando por donde podría escapar, sin embargo los brazos de Alonso rodeaban cada espacio que podría ser libre.
- ¿Acaso no te gusto? es eso, no te atraigo, no te excito.
- Alonso ¡no!
- Quizás no lo hago bien, ¡dime que es! por que desde el día que te dije que me moría por hacer el amor contigo me muero aún más, te deseo, y siento que ardo por dentro.
- Quizás lo mejor sea que me vaya- Dijo haciendo el ademán de irse.
- ¿Qué te vas? En todo caso me voy yo, nos vamos. Esto se acaba aquí, no puedo seguir con una persona a la que no le gusto.
- No espera- Le sujeta de la camiseta- Yo... el problema, bueno- Se toca la nuca.
- ¿Qué?- Dice el.
- Que soy virgen- Dijo de forma veloz y en un susurró. Ni siquiera sabía si el lo había escuchado y temía que tuviera que volverlo ha decir, sus mejillas se encendieron y la sonrisa de él la demostró que si la escucho.
- Virgen- Dijo demasiado alto para la comodidad de Elsa. Se levanto del suelo y recogió los platos, dejando estupefacta a Elsa, después volvió y se sentó con ella- Virgen- Volvió ha decir alucinado.
- ¿Qué? no piensas decir nada más- Este la miró a los ojos.
- Si, que cada día me enamoró más de ti- Y la volvió a besar.
- Entonces no vas a terminar conmigo.
- No- acaricía su mejilla- No sabes cuantas veces me he torturado por no haber llegado antes que el que oso hacerte el amor por primera vez, y ahora que tengo yo la oportunidad de ser el primer y único hombre en tu vida, no pienso desaprovecharla  Te amo Elsa, y te esperaré todo lo que haga falta- Y así terminó su gran noche, entre velas, acaricias, besos y más comodidad, porque ahora Alonso sabía todo de Elsa.









2 Comentarios:

Pequeñas ilusiones(L) dijo...

me encanta como siempre ^^
el anónimo de elsa es alonso? porfavor que así sea, quiero que acaben juntos, alonso la cagó pero tiene que darse cuenta de que ella necesita más y él prometió que no le defraudaría conocerle pero sí lo ha hecho :S
por cierto cielo, hay una cosa que no me quedó muy claro...
Sandra salío con Pedro creo.. y en este capítulo habla Pablo eso me ha confundido un poco :S Explícame que soy cortita jajajjaja
Y Cris que mona con su fichaje de internet la verdad es que si quiero que se enamoren *_*
Un besazo, espero el siguiente :D

AE dijo...

Muchas gracias, me encanta que te guste :)
Jajajjaa ya se verá conel paso del tiempo. Ya también se entenderá el por que del comportamiento de Alonso más adelante jajajaja
Si salio con Pedro ajajajajaj pero no es culpa tuya es mia, que suelo confundir mucho los nombres de Pedro y Pablo, pero pablo es pedro, solo a sido un error mio que ahora corregire.
Jsajaajaja ya también pasará algo fuerte con el fichaje al final de la historia
besitooosss ! :) AE

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